sábado, 9 de febrero de 2019

7 poemas del mexicano Virgilio Miztlán González



FANTASMAS

¿Quién puede decir
acaso el aire
destruyó mi casa?
Mis hijos esparciéronse
y mi mujer se ahogó
en brazos de otro.
Son fantasmas
fantasmas en manada
enfurecidos buscando
sábanas blancas
¡Fiereza en su desnudez!
Se estrellan contra mi cara
árboles y casas
juegan con mi pelo
esparcen todo lo que encuentran.
A sus lares les recuerda esta tierra
se llaman a distancia
hacen conjuros
estridentes fiestas
remolinos de orgía
entre tornados y ciclones.
Eolo su hija me envía
me seduce e insiste
soy parte de ellos.
Un día me quitaré la ropa
Y así viviré.




SIN ESCAFANDRA 

Tu silencio paralelo al tiempo…
también diluyéndose está.
Esta lentitud
sofoca.
Viernes por la tarde
el timbre se une al momento.
Tu ausencia…
no hay forma de tocarte.
¡El frío obstinado!
¿Cómo lo apago?
¿El “Cómo estás amor”? 
lo escucho en ninguna parte.
Salgo de la escafandra
me tiro por la ventana descalzo,
en el parque
recojo un corazón…
quizás, a un niño del bolsillo
se le cayó.
Domingo de tarde en un terraplén
durmiendo me encuentra el sol.




ART POETICA 2

Me eché la puerta encima,
la casa, la familia, la propia vida
guardándola en la camisa doblada.
¿Llegué, o me fui?
Cuando mi epílogo me libere
en cualquier lugar, rompiendo paredes, ausencia no habrá.
(Me consume, me escuece la utópica eternidad de la espera).
¿Quién soy? Me fui a buscar.
Terriblemente estoy viviendo
este anonimato.
No elegí nacer:
ni padres, ni raza, ni nacionalidad,
ser árbol, jaguar
o el sueño del río en la luna reflejada.
¿Quién soy?
¿Quién se atreve a certificar mis pasos?
¿Es esto un poema?
Hay casos… bolígrafos vacíos. Escondan las hojas
los árboles que ya no sangren,
que vuelva la piedra, mis uñas a desgarrarse en ella.
Queman, 
mis venas 
queman
al no alcanzar la catarsis, volverme nada
ir en busca de nada, 
ser nada.
Soy viajero en silencio, un punto oscilante,
la necesidad de amar: Necesidad de proyectar mi libertad.




10 PARA LAS 5:30 A.M. 
A Mariscela Z. Yatzil 


Ascendieron hasta su cuello mis deseos… 

No sé si musite o lo pensé

 “Estoy lejos amor, en el año cero encarné en este cuerpo,
me prometí rendirme,
llorar,
 en tu cuerpo desandarme”.  


No dijo nada, 
de la luna, tal vez aún no bajaba.
Quizás miedo le dio dar un paso más. 
Hay tantos enfermos, muchos suicidas,
pero no todos dan la vida… 

Se incorporó de la cama, 
 en el vientre la almohada se acomodó… 
¿Duermes? Me preguntó.
Es posible, la ventana aleteó, mientras 
soñabas haciéndome el amor…
Yo no soy yo,
soy el grumo, el sedimento del tiempo, 
migaja de Dios; que en ti se ciñó. 

Tú te quedas con tu espejo    
y tus sueños agazapados en tus dedos.  

No dijo nada.
No alcanzó a articular: ¿qué hora es?
Un gallo a lo lejos nos dijo: no queda tiempo…  
aún los ata carne y huesos.

Miré el reloj: 5:20 a.m.
“Es verdad”, dijo, 
“aún nos mantienen erguidos los huesos”, 
y se fue buscando entre las sábanas 10 minutos más de sueño.






AUTOBIOGRAFÍA


Si pudiera elegir un lugar
para dar continuidad a esta autobiografía;
me inclinaría en tu cuerpo, tus campos, tu río, y en la historia intransigente
pendido en el ángulo intangible de mi totomoxtle.
  

Vagabundo, 
siempre detrás de nada 
                                           de las cosas que no encajan… 

Hoy visualizo el sur, 
 a punto de llegar a ti. 




MI NOMBRE, FLOR DE MUERTE

Siento como un hueco, un vacío,
un precipicio que desemboca en mis entrañas;
el universo ha dado vueltas tirándome en este osario.
Me da pereza buscar la palabra 
que no me cabe adentro.

Hozo los rincones buscando tal vez la flor de limo.
¿Dónde están mis abuelos? 
Que pronosticaron con mi nombre mi muerte
¿Dónde está la chica del 69 esquina con sus quince de abril
enhiesta en mis moléculas?
¿Dónde recargo los huesos?
para apuntalar este sufrimiento.




ARS POÉTICA

Me pregunto: ¿Un día
el poeta encontrará la paz
que profesa?
Pero no esa paz, la otra.
Al escribir un poema
se abre una puerta,
nuestra alma se va en ella.
¿Por qué vagar y vagar,
no estacionarse
en tranquilizante paraje,
mirar la danza del aire 
entrar, 
seducir,
descubrir cómo las aves
van dejando su esencia
en las partículas de las primaveras?
¿Por qué morir y revivir entre renglones
donde nadie consciente la realidad?

Dicen: metafísico eres,
siempre errante,
buscando ese dios
que se esconde
en mis pulmones.
¿Cuándo, cuándo dejaré de ambular?

Ya no quiero ver la sangre
saliente de mis pies,
estoy cansado
quiero morir en este instante
para no contagiarme. . .

¿Quién seguirá mis pasos?
Duele ser divergente,
quiero ser como ustedes,
agarrar fuerzas,
estrangular a mi persuasivo
ángel
que continúa diciendo:

…  escribe, escribe
lo que nadie entiende.




Virgilio Miztlán González. Mexicano, radica en la ciudad de Oxnard, California. Poeta, escritor y fundador de la revista poética Mayday. Ha publicado Orquídeas Negras (2011), Sin escafandra (2015) y Galatea (2017).

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