sábado, 23 de junio de 2007

El alto precio de una travesura. IBERÁ: VIAJE ECOLÓGICO DE ANTICIPACIÓN. Ensayo de Martín Alvarenga


Año 4007: Los esteros de la tierra sin mal

En la muestra de EXPO-APICC había visto el stand de una ONG trucha, la misma que está en el Iberá pretendiendo hacer filantropía con vampirología como máscara de una multinacional; en una señal de noticias por cable, tuve conocimiento de una huelga de trabajadores de un casino de Buenos Aires; en todos los medios me entero día a día del destre humanitario perpetrado en Irak; en ningún medio se habla o se muestra el infierno de nuestros excluidos sociales.

¿Qué podía hacer envuelto en un clima de mala onda?

Pensé en viajar al futuro. ¿Cómo hacerlo me dije? Y dentro de mí mismo surgió la respuesta, haría un viaje al porvenir usando como medio de transporte ese gran vehículo que es la imaginación, que aterriza deslizándose por los carriles de la escritura.

Vuelo sobrehumano por la periferia del tiempo

Todos sabemos que la imaginación vuela y, por lo tanto empecé a volar, no a través del espacio sino a través del tiempo. Un tiempo abarrotado de curvas, arabescos, ornamentales, calles barrocas y ascéticas llanuras que no representaban el espacio sino nada más que su indigente recuerdo.

No puedo precisar cómo llegué pero realicé la proeza menor de llegar al futuro.

Un cartel decía: CORRIENTES 4007 -BIENVENIDOS A LA UTOPÍA.
0tro rezaba: LOS QUE AQUÍ LLEGUEN NUNCA SE IRÁN.
Un tercero destacaba esta frase: CORRIENTES HACE UN MILENIO
FUE FEUDAL Y NEOLIBERAL
AHORA ES SOLIDARIA Y COMUNITARIA
Una publicidad decía: AQUÍ LOS POLÍTICOS HAN DESAPARECIDO
LOS EMPRESARIOS CHANTAS FUERON
QUEMADOS EN LA HOGUERA
LOS ALCAHUETES ESTÁN EN EL EXILIO
En un bodegón arcaico, a la entrada, había un anuncio:
SE SOLICITA AL PÚBLICO VIVIR Y DEJAR VIVIR.
CANÍBALES Y VAMPIROS, ABSTENERSE.

En el Reino de El Dorado

El Paraná estaba sorprendentemente transparente; a lo largo de la costa no había negocios de choripanes ni pizzerías ni salchicherías; no había jóvenes ebrios peleando con navajas y botellas rotas. No había edificios elevados que le hicieran sombra al fluir de los árboles.

Corrientes estaba haciendo historia con el cumplimiento de todas la utopías.

Habían demolido el casino y levantado un centro cultural en el lugar. También había desaparecido la legislatura como institución. Tampoco había dinero. Los grupos humanos había entendido que el papel no era más que una trampa financiera y decidieron optar sistemáticamente por un trueque, cuya única moneda fuese el trabajo humano como garantía de un bien o de un servicio. Se había suprimido la noción de excedente o de ganancia.

No había parlamento, no había Estado, no había policías. Las comunidades en nuestra ínsula se manejaban como pequeñas comunas productivas, industriales, manuales y profesionales. Las comunas se intercomunicaban a través de la tecnología de la comunicación no con fines de acumulación, sí de la distribución de la riqueza, que no estaba -como les decía - en el dinero sino en el esfuerzo y en la inteligencia humanas para producir y servir al semejante. No había patrones ni líderes, sólo tenían representatividad los coordinadores de comunas que consensuaban las líneas directrices de la autogestión, la cogestión y la producción solidaria, en un sistema de descentralización.

¿Qué había pasado con los Esteros del Ibera?

En el año 3050 había sucedido algo milagroso: en América Latina se había formado la UNIÓN DE LOS PUEBLOS LIBRES que, por su solidaridad y su empeño en la lucha por la soberanía, rompieron con Europa y los Estados Unidos, potencias que habían sufrido un ataque letal bacteriológico por parte de los Pueblos Islámicos, lo que había permitido a nuestro continente tener márgenes de acción para independizarse del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de otras organizaciones usureras del planeta y desentenderse de la gendarmería del pentágono y de la Casa Blanca que ahora sólo eran un puñado de escombros, con tecnócratas, burócratas y militares atemorizados por los pueblos musulmanes.

Los esteros y todas las tierras de la provincia eran patrimonio común. La desobediencia civil y la voluntad popular lograron la expropiación y la distribución de la tierra, de las aguas y del aire (que también estaba gerenciado) a pequeños y medianos productores cuya tecnología de mediano alcance pero eficaz no dañaba los recursos naturales, debido al equilibrio entre explotación de recursos y preservación ambiental.

Se recuperaron enormes extensiones de territorios que dejaron de pertenecer a los capitalistas extranjeros y a la burguesía local terrateniente. Se destruyeron terraplenes, se recuperaron especies animales y vegetales. Una custodia popular rodeaba el acuífero impidiendo la caza y la pesca indiscriminada; la penalización, muy severa, los había escarmentado de una vez por todas.

Los Esteros del Iberá eran tierra y agua productivas, Parque Temático Mestizo, Àrea cultural y turística, tesoro antropológico y Museo Natural de laVida. Eran una polifonía de razón, imaginación y energía natural.

Saqué boleto en un ómnibus aéreo y llegué hasta Colonia Pellegrini. Una guía de turismo, mientras caminábamos por las cercanías de esa tierra tropical, se detuvo y me dijo mirando hacia abajo:
- Señor, fíjese en eso – me indicó.
- Miré algo sólido cerca de mis pies: un rectángulo de cemento al ras del suelo que decía: AQUÍ YACEN LAS ONG TRUCHAS
LAS MULTINACIONALES
Y LOS MONOPOLIOS VERNÁCULOS
TAMBIÉN LAS MULTINACIONALES.
QUE TODAS EN PAZ NO DESCANSEN

2007: El esperanzado retorno

Utilizando nuevamente mi cuerpo como medio de locomoción retorné al pasado con gran optimismo y me encontré vivito y coleando en la antesala del Siglo XXI.

Después de un profundo sueño me di un baño y salí a caminar por la Peatonal Junín y enfilé hacia un conocido diario de la ciudad donde relaté mi inusual travesía, a través de una prolongada entrevista.

Los periodistas, el director, el jefe de redacción y los fotógrafos, todos eran excesivamente amables y sonrientes conmigo. Cuando ya me despedía cordialmente de mis anfitriones sentí que me tomaban del cuello y de mis hombros, que mis brazos se hallaban aprisionados totalmente.

Unos enfermeros me habían puesto una camisa de fuerza. Vi que algunos discutían entre sí. El que parecía el jefe ordenó:
-Ya está llegando la ambulancia. Llévenlo al psiquiátrico.

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