lunes, 30 de junio de 2008

Martes 1 de julio / Inauguración de la exposición "Nuestro pueblo" Homenaje al Club Andahuaylas: Chambi, Chino Dominguez, Quintanilla, entre otros


Muestra artística en homenaje a Andahuaylas en la Casona

Celebran 50 años del Club Andahuaylas con una gran exposición artística interdisciplinaria con los más destacados exponentes de la pintura, escultura, fotografía y artesanía.

Con motivo de las Bodas de Oro de la fundación del Club Provincial Andahuaylas esta institución ha organizado una muestra colectiva e interdisciplinaria titulada Nuestro pueblo. Participarán renombrados artistas de todo el Perú. En pintura: Alberto Quintanilla, Etna Velarde, Bruno Portuguez, Alejandro Galindo y Rolfi Del Pozo. En fotografía: Carlos “Chino” Domínguez, Hugo Carrillo, Arturo Gutiérrez, Oscar Chambi, Dante Piaggio y Peruska Chambi. En artesanía: Guillermo Urquizo, Fidel Barrientos y Marcelino Guillén. Estos artistas forman parte de un proyecto del Club Andahuaylas que busca la implementación de un Museo de Artes Plásticas en esa ciudad.

La muestra se realizará en el Centro Cultural de San Marcos – La Casona (Av. Nicolás de Piérola 1222. Parque Universitario).

La inauguración se llevará a cabo el martes 1º de julio a las 6 p.m. Habrá un recital musical andahuaylino a cargo de la cantante soprano, Zuli Azurín, con Walter Humala en la guitarra y Emilio Morillo en la quena.

Se podrá visitar la exposición de lunes a viernes de 10 a.m. a 5 p.m. hasta el 1º de agosto. El ingreso es libre.

domingo, 29 de junio de 2008

Jerome Rothenberg

XXII feria del libro Tijuana 2004

Monja gitana (Anne Waldman, Estados Unidos)

Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellín. La poeta beat norteamericana Anne Waldman lee un texto ante la audiencia del IX Festival Internacional de Poesía de Medellín acerca de algunos momentos de nuestra conciencia sobre la existencia en que ella que enciende, se apaga; se ensancha y se cierra, muere y renace.
Anne Waldman es originaria de Milville, New Jersey (Estados Unidos), 1945. Ha participado activamente en la expansión del movimiento Beatnik, al que ha estado ligada en amistad activa con William Burroughs y Allen Ginsberg, con quien fundó la Escuela de Poesía Jack Kerouak», en Boulder, Colorado, que dirige. Ha ganado prestigio internacional como performer en Estados Unidos y Europa. Ha publicado 13 libros de poesía y ha participado en actividades conjuntas con músicos, compositores, artistas visuales y danzarines.

Charles Bernstein: What Makes a Poem a Poem?

From the 60-Second Lecture Series at the University of Pennsylvania, April 21, 2004.

¿César Vallejo ha muerto? Por Rodolfo Alonso

La Jornada semanal Domingo 22 de junio de 2008 Número 694

Como él mismo lo dijo, por anticipado, en un poema tan legítimamente memorable como visionario: "Piedra negra sobre una piedra blanca", falleció en París, pero sin aguacero, y no un jueves, sino un Viernes Santo. A las 9:20 horas del 15 de abril de 2008 se cumplieron setenta años de su muerte. Y, sin embargo, cuánta vida nos ha seguido dando. Mi descubrimiento personal, hondo e íntimo, de César Vallejo (1892-1938), fue para mí un acontecimiento extraordinario. No sólo porque me ocurrió en plena adolescencia –alrededor de los quince años–, sino también porque, no disponiendo en aquel entonces de ningún antecedente intelectual, literario o académico de ningún tipo, mi primera percepción de su enorme, profundísima poesía fue absolutamente inocente, sin posibilidad concreta de prevención o preconcepto alguno. Y también aislada, individual, como lo son todos los grandes descubrimientos primigenios. (¿Está de más reiterar aquí que algo muy similar me aconteció, casi contemporáneamente, con Roberto Arlt?)

Durante mucho tiempo intuí, sin haber reflexionado sobre el punto, que esa revelación conmocionante se debía a un fulmíneo contacto con la evidencia –en el sentido de Husserl: vivencia de la verdad– en que su uso de la palabra convertía a un poema. Había allí algo encarnado en lenguaje que iba más allá del lenguaje, humanísimo lenguaje humano. Y el sentimiento, bien de fondo, se contagiaba sin posibilidad alguna de retórica, latente en su palabra, viva. Que ello se diera entrañablemente vinculado con dos acontecimientos que también se me volvieron legendarios, siquiera en forma infusa, es decir la Guerra civil española, la lucha de aquellos humildes milicianos, los heroicos voluntarios que defendieron a la República, vivida como una personal mitología, y el hecho de que en su sangre se mezclaran –todavía de manera inconsciente para mí– lo ibérico y lo indígena, no dejaba de incluirse oscuramente en aquel impacto original.

De tal impronta nace acaso que, todavía hoy, me resulte a veces casi doloroso releer a Vallejo. Como si ese contacto desollado, visceral con una verdad insoslayable, con una hominidad ineludible que resulta entre otras cosas su poesía, no haya dejado nunca, así sea de modo irracional, de aludirme muy personalmente. Con los años, por supuesto, otros ingredientes se fueron añadiendo, y de eso me siento obligado a hablar ahora. Junto con aquella adolescencia fueron creciendo también las búsquedas de la propia identidad. Ser argentino, y por lo tanto latinoamericano, como lo soy por nacimiento, no dejó nunca de enhebrarse con mi condición de hijo de inmigrantes, lo que me unía por mi sangre también con otros mundos. Que, como bien dijo Paul Éluard: "Están en éste."

Y fue hace ya varios años, en ocasión de una amplia muestra itinerante organizada por el gobierno autonómico gallego, bajo el significativo título de Galicia en América, que otros elementos se agregaron a esta pequeña historia. Allí confirmé algo que sólo había atisbado antes como leyenda y que, como toda leyenda, no logró alcanzar nunca la suficiente precisión. La madre de César Vallejo se llamó María de los Santos Mendoza Gurrionero ("de pecho en pecho hacia la madre unánime"), y era hija del sacerdote gallego Joaquín de Mendoza y la india chimú Natividad Gurrionero. Pero no sólo eso. También su padre, Francisco de Paula Vallejo Benítez ("Mi padre, apenas,/ en la mañana pajarina, pone/ sus setentiocho años, sus setentiocho/ ramos de invierno a solear"), no sólo era hijo de otro sacerdote gallego, José Rufo Vallejo, sino que su propia madre también era otra india chimú, Justa Benítez.

Y aunque uno intente resistirse, no hay casi modo de evitarlo. César Vallejo nació en 1892 en una Compostela indoamericana, la peruanísima Santiago de Chuco. Y en su sangre conviven, se confunden, se unifican, por obra del amor o de la pasión que van más allá de toda inhibición, pero no de toda culpa, la morriña insoslayable del gallego trasplantado con la melancolía indeleble del indio sometido. Y los entresijos de la mitología católico-cristiana, ineludiblemente entrelazados con verdaderas, auténticas historias de amor, junto con todo lo que arrastra haber nacido de sangre indígena en el mismísimo meollo del Perú de los incas.

¿Es posible olvidar, hablando de estos temas, la insoslayable significación que tiene el hecho de que la paradigmática Rosalía de Castro, símbolo vivo pero también históricamente la iniciadora –con la aparición de sus Cantares gallegos – del resurgimiento cultural del idioma (y con él del pueblo) de Galicia, haya sido también hija natural de un sacerdote? Ese desacomodo existencial, social, incluso cultural, con sus impensadas perspectivas, ese pecado original –a la vez seductor y repelente, pero de cualquier manera marca de los dioses– ¿puede no ser vinculante, fundamental, inquietante? Y así se lo intente mantener oculto porque, dentro de uno, nada puede volverse más manifiesto que lo latente.

¿De dónde sale sino la "Dulce hebrea" de Los heraldos negros (1918) a la cual se le pide "Desclávame mis clavos oh nueva madre mía!"; de dónde la amada que se ha "crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso"? ¿O, incluso, "un viernesanto más dulce que ese beso"? Por supuesto que del lenguaje. (Pero no sólo del lenguaje.) De donde surgió también ese magnífico Trilce que, desde Trujillo, en 1922, agota de antemano muchas de las futuras experiencias de las vanguardias europeas. O aquel que a mí me parece el libro más hondo y tocante –y logrado– que haya producido la Guerra civil: España, aparta de mí este cáliz, mucho más que póstumo, y no por casualidad escrito por un hijo de América ("¡Niños del mundo, está la madre España con su vientre a cuestas!") Y alrededor del cual la misma agonía del poeta, casi encarnada en la lumbre del mito, vueltos uno solo, destino personal y momento histórico, se vuelve asimismo luminosa evidencia, verbo vivo. (Según otro poeta, su amigo Juan Larrea, las últimas palabras de Vallejo fueron: "Me voy a España." Refiriéndose, por supuesto, a la España republicana, que estaba desangrándose también –al mismo tiempo– en su "agonía mundial". En la Clínica Arago, donde falleció, los médicos no atinaban a explicar la verdadera causa de su muerte. Pero al año siguiente, 1939, al editarse por fin sus indelebles Poemas humanos, escritos probablemente entre 1930 y 1937, pudieron conocerse estas otras palabras tan suyas, no sólo premonitorias: "En suma, no poseo para expresar mi vida sino mi muerte."

¿De dónde salen, digo? De la lengua humana, empapada de vida y también fuente de vida, vida ella misma, instintiva y orgánica, cargada de los humus nutricios de la pequeña historia y de la gran historia, pero también de los instintos y los sueños, de las ansiedades y los deseos de los hombres. De un hombre capaz de ser, a la vez, él mismo y todo lo humano, lo más humano de lo humano, de ser único y general, al mismo tiempo, entre todos los hombres, junto a todos los hombres. La de César Vallejo no es una voz unánime, sino prójima, íntimamente próxima. (Qué otro, si no un gran poeta como él, podía habernos dejado por ejemplo esa sucinta clase –magistral–de economía política: "La cantidad enorme de dinero que cuesta el ser pobre.")

Me enorgullezco limpiamente de saber que el primer hombre que me hizo descubrirme latinoamericano llevó en sus venas la sangre de mis antepasados campesinos, y también la noble sangre de los primeros hijos de la América primera, la aborigen, la indígena. Como la lengua, como la vida, toda sangre es espléndidamente mestiza. Sólo la muerte es pura.

Sin olvidar tampoco algo esencial. ¿Me será permitido insistir, todavía, después de tantos años, con modesta firmeza, que no puedo dejar de percibir a César Vallejo como el más grande poeta de la lengua castellana, y hasta quizás no sólo en el siglo XX?

VALLEJO, CÉSAR
Por Rodolfo Alonso

Nadie estuvo más hondo
ni más cerca.
Nadie llegó tan lejos
más temprano.
Nadie fue más ninguno
y menos Nadie.

NUEVO NÚMERO DE ARQUITRAVE

Ya puede leer la nueva Arquitrave, dedicada a la poeta suicida colombiana María Mercedes Carranza. Este número incluye también poemas de Edgar Lee Masters, André Bretón y Amadeo Baptista, entre otros. En la edición virtual hay también artículos recientes sobre Los intelectuales mamertos, el escritor chino de moda o el centenario del nacimiento del autor de Grande Sertón: veredas, la mas bella novela de las Américas del siglo pasado. También puede leer una nota del director de la revista sobre J.M. Vargas Vila o una noticia sobre la propia revista. Le invitamos a recorrer el archivo, o la sección de artículos de nuestros colaboradores habituales.

Hay notas sobre sobre los tejemanejes editoriales y financieros del editor de poesía español Jesús Visor, la gloria que procuran las editoriales y la ficción o puede leer en sectores como Cattleya, dedicada a los poetas colombianos o la antología Ajuste de cuentas.

Testamentofuturo de Alan Mills


El joven poeta Luis Méndez Salinas comentará la obra Testamentofuturo, de Alan Mills. Lectura de los primeros poemas del autor de Síncopes. Está actividad es organizada por Libros Mínimos y Librería Sophos . Esta actividad servirá como actividad preparatoria para la participación del poeta Alan Mills en el Festival Internacional de Poesía de Medellín 2008, adonde viaja con el auspicio de la Dirección de las Artes del Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala.

Fecha: Miércoles, 02 de julio de 2008
Hora: 18:30 - 20:00
Ubicación: Frente a Hotel Camino Real
Calle: Avenida Reforma 13-89 Zona 10
Ciudad/Pueblo: Guatemala City, Guatemala

MIGRACIONES: Poesía, video, performance, música y fotografía


miércoles, 25 de junio de 2008

ESCRITOR AMAZÓNICO RÓGER RUMRRILL PRESENTA LIBRO DE ENSAYOS EL JUEVES 26 EN EL CENTRO CULTURAL DE SAN MARCOS

“La Amazonía Peruana: la última renta estratégica del Perú en el siglo XXI o la Tierra Prometida” se titula el libro de ensayos del escritor amazónico Róger Rumrrill que será presentado en el Centro Cultural de la Universidad Nacional de San Marcos el próximo jueves 26 a las 7 de la noche.

El libro, que es auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Consejo Nacional del Ambiente (CONAM), reune el ensayo que da título al libro además de “Agro, coca y narcotráfico en el Perú”, “Los impactos de la economía global en la ecología amazónica y en la vida de los pueblos indígenas”, “Exoneraciones tributarias en la Amazonía, “Arte, Postmodernidad y el realismo mágico en la literatura amazónica del Perú” y “El otro sabor del Perú. El festín de la comida, los tragos afrodisíacos y los filtros de amor en la Amazonía”.

Róger Rumrrill es uno de los escritores más prolíficos nacidos en la Amazonía Peruana. Ha publicado más de una veintena de libros entre los cuales están los libros de narraciones “El venado sagrado”, “Vidas mágicas de tunchis y hechiceros”, “La Anaconda del Samiria”, así como los libros de crónicas y ensayos “Reportaje a la Amazonía”, “Los condenados de la Selva” y “Amazonía hoy, crónicas de emergencia”, entre otros.

Sobre la obra narrativa de Róger Rumrrill, el destacado crítico literario peruano Ricardo González Vigil ha escrito: “Si Izquierdo Ríos y Arturo Hernández encarnan lo mejor de la narrativa amazónica en el marco del regionalismo, Rumrrill, enlazado al César Calvo de las Tres mitades de Ino-Moxo y otros brujos de la Amazonía (1981), se yergue como lo más relevante del realismo maravilloso amazónico”.

A su vez el poeta y narrador peruano nacido también en la Amazonía, Jorge Nájar, ha opinado lo siguiente: “Róger Rumrrill (Iquitos, 1938) ha desplegado a lo largo de su vida una verdadera cruzada para salvar y difundir el legado ancestral de las culturas amazónicas: su casa. En ese eje se inscribe esta entrega que, a su vez, lo confirma como el escritor amazónico que más ha asediado la realidad en la que se hizo a la vida”.

lunes, 23 de junio de 2008

Tránsitos y Geografías. Encuentro de Poesía Brasil-México


Tránsitos y Geografías. Tránsitos entre las diferencias, geografías comunes que se generan en el poema. Este encuentro quiere ser un punto de diálogo entre los registros poéticos –complejos, caóticos, contemporáneos, distantes y cercanos al mismo tiempo– de dos naciones con largas tradiciones literarias. Tesituras distintas, paisajes del centro y de la periferia. La colección es tan caótica como nos fue posible. Exactamente por eso pensamos en esta selección de poetas y poéticas como en una muestra de artes visuales: paisajes urbanos, no tan urbanos, externos, internos, íntimos, abstractos. Colecciones de paisajes. Colecciones de voces que representan un pulso, pulso de dos naciones y de sus poetas que van de lo barrial hasta la experiencia hiperintelectual en el poema. Muestra de imágenes cuya mayor linealidad está en su dispersión y en su amplia variedad de aprehensión. Bienvenidos a Tránsitos y Geografías. Encuentro de Poesía Brasil-México.

PROGRAMA

Miércoles 25 de junio, 19:30 hrs.

Presentación de Caos Portátil. Poesía contemporánea del Brasil, lectura en voz de sus autores

Participan: Víctor Cabrera, Rodolfo Mata, Clarissa Della Nina, Rodrigo Castillo

Modera: Valquiria Wey
Lectura de poesía: Angélica Freitas, Sergio Cohn (Brasil)

Sede: Centro de Estudios Brasileños
Paseo de la Reforma 455, Col. Cuauhtémoc


Jueves 26 de junio, 19:00 hrs

De Capirinha y Tequila: Poesía del Brasil y de México
Lectura de poesía

Participan: Sergio Cohn, Angélica Freitas (Brasil), Luigi Amara, Mónica Nepote (México).

Presentación a cargo de Rodrigo Castillo

Sede: Casa Refugio Citlaltépetl
Citlaltépetl 25, Col. Condesa


Viernes 27 de junio, 19:30 hrs.

Tránsitos y Geografías: lectura de poetas brasileños y mexicanos

Primera mesa:
¿Hacia dónde se mueven la poesía brasileña y la poesía mexicana?

Participan:

Sergio Cohn (Brasil) y Daniel Téllez (México).

Modera: Sergio Loo.

Discusión abierta al público al final de la mesa.


Segunda mesa: 20:30 hrs.

Dos geografías, dos potencias: Lectura de poesía

Participan: Angélica Freitas, Sergio Cohn (Brasil), Juan Carlos Cano, Rocío Cerón, Minerva Reynosa, César Silva Márquez, Marisela Guerrero (México)


21:30-23:30 Cierre del encuentro, cóctel y música

Música a cargo de Bishop y Daesfunka

Sede: Centro de Estudios Brasileños
Paseo de la Reforma 455, Col. Cuauhtémoc

Organizan:

Ediciones El billar de Lucrecia / Embajada del Brasil en México / Centro de Estudios Brasileños

Sedes:

Centro de Estudios Brasileños
Paseo de la Reforma 455, Col. Cuauhtémoc
Tel. 5553.3183 / 5286.5456

Casa Refugio Citlaltépetl
Citlaltépetl 25, Col. Condesa
Tel. 5211.4446 / 5211.3264

Entrada gratuita a todas las actividades.

Informes sobre las actividades

Ediciones El billar de Lucrecia

NUEVO NÚMERO DE LA REVISTA TSÉ-TSÉ

Revista Tsé Tsé Nº 18 - 19
Ed. Tsé-Tsé
Buenos Aires, 2008
320 páginas
Formato 20 x 20 cm
$40

1. Juan Ramírez Ruiz 2-9. Diana Bellessi 10-25. Gerald Manley Hopkins Trad. Román Antopololky y Mirta Rosenberg 26-37. Entrevista José Morales Saravia por Paul Guillén 38-45. James Lughlin Trad. Leonardo Rodríguez y Daniel Pérez 45-54. Dolores Etchecopar Antología personal 55-57. Patricia Nolan Trad. Eduardo Williams Pissaro 58-100. Siete poetas de lengua alemana 101-110. Juan Batalla 111-312 Gastón Fernández por José Ingnacio Padilla, Reynaldo Jiménez, Américo Ferrari, Octavio Armand, Pedro Favaron, Renato Gómez, Carlos Riccardo, Carlos Estela.
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Juan Ramírez Ruiz en el Rastro de San Francisco


Juan Ramírez Ruíz en el Rastro de San Francisco
(Lunes 23 de junio, a las 7 pm)

La revista de poesía Sol & Niebla invita al público de Lima a la presentación de su edición N* 4, que dedica un homenaje al poeta Juan Ramírez Ruíz -uno de los autores fundamentales de la Generación del 70-, al cumplirse en el presente mes de junio el primer año de su fallecimiento.

El acto se realizará el lunes 23, a partir de las 7 de la noche, en el N* 262 del jirón Ancash, a 20 metros del antiguo bar Cordano, rumbo a la plazuela San Francisco. Se ha escogido este lugar porque formó parte del circuito cotidiano del poeta que por 30 años vivió en el N* 444 del jirón Ancash, punto de encuentro de muchos de sus amigos.

El homenaje a Juan Ramírez Ruíz estará a cargo de los poetas Juan Carlos Lázaro –director de Sol & Niebla-, Armando Arteaga, Patricia del Valle, Bernardo Rafael Alvarez, Juan Cristóbal y Oscar Málaga.

Juan Ramírez Ruíz, que nació en Chiclayo en 1946 y murió en Trujillo en 2007, fue autor de tres colecciones de poesía: Un par de vueltas por la realidad, Vida perpetua y Las armas molidas. Un mes antes de su muerte declaró que tenía inéditos nueve libros de poemas, los cuales no han sido hallados hasta la fecha.

Lima, junio de 2008
Sol & Niebla

jueves, 19 de junio de 2008

LA ÚLTIMA CRÓNICA DE JORGE SALAZAR POR ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI

Gracias a la poeta Yamileth Latorre me entero que se ha creado un blog homenaje al recientemente fallecido escritor y periodista Jorge Salazar. Dicha página reza en su parte final: “creado por los alumnos del IX ciclo del taller de periodismo deportivo de la USMP. Salazar detesta la Internet”. Aquí los dejo con un sentido homenaje que apareció en el diario El Comercio firmado por el poeta Enrique Sánchez Hernani:

PERIODISTA Y ESCRITOR DE PULSO NERVIOSO, CULTOR DE LA CRÓNICA ROJA Y AUTOR DE NOVELAS PREMIADAS, JORGE SALAZAR SE MARCHÓ ESTOICAMENTE A LOS 67 AÑOS. FUE TODO UN PERSONAJE EN LAS REDACCIONES DE DIARIOS Y REVISTAS DONDE LABORÓ, Y LABRÓ SU VIDA COMO UNA INTERMINABLE AVENTURA. TAMBIÉN ERA UN GOURMET DE POLENDAS Y UN GRAN AFICIONADO AL FÚTBOL. AQUÍ UNA BREVE SEMBLANZA EN SU MEMORIA

Por los años ochenta Jorge Salazar lucía su impresionante levedad sobre una mesa circular de madera, cubierta acomedidamente por el clásico mantel a cuadros, en el antiguo café El Koala de la calle Camaná, aferrado a un cigarrillo encendido y con un lapicero sobre un papel en blanco. Ningún escritor podía haber sido más delgado ni tener esos ojos que disparaban como mortales pistoletazos. Por entonces era periodista de la revista Caretas pero El Koala era su verdadero centro de trabajo. Allí atendía a sus invitados y daba vueltas sobre la crónica que le tocaba escribir cada semana.

A pesar de ser tan flaco, Coco -así le llamaban sus amigos- había cultivado una fama de hombre con poca misericordia. Me parece que le gustaba aparentar que era tan duro como Clint Eatswoood. De menor altura que el actor, Coco, sin embargo, era una copia mestiza del desalmado pistolero que aquel encarnaba en las pantallas. Y siempre tenía una historia cruda con la cual impresionar a sus contertulios. Diríase que tenía una afectuosa propensión a las historias donde había mucha sangre coagulada y un par de nudillos sacándole un chasquido a la piel ajena.

No por nada en 1980 había ganado el codiciado premio literario Casa de las Américas con su novela La ópera de los fantasmas. El volumen, con una prosa nerviosa y cuajada en la crónica roja, narra la tragedia del Estadio Nacional, cuando el 24 de mayo de 1964 un árbitro nos anuló un gol durante un partido entre las selecciones del Perú y Argentina y desencadenó una furibunda e innecesaria reacción policial frente a la irritación de las tribunas. El resultado: 327 personas muertas. Coco estuvo allí y contó lo que vio en su libro.

El otro rasgo que pudo contribuir a esa falsa imagen suya de rudeza era su pasado en una de las tiendas políticas de izquierda que se hizo célebre en los sesenta: el Ejército de Liberación Nacional, cuyo mártir más visible fue el poeta Javier Heraud. Coco se había hecho un ferviente admirador de Cuba cuando a los veinte años, tras un holgado peregrinaje por Inglaterra, regresó al Perú visitando Canadá, los Estados Unidos y Cuba. El verbo flamígero de Fidel Castro en la Plaza de la Revolución lo había persuadido.

Sin embargo, Coco era apreciado por sus amigos no solo por su charla vertiginosa, donde acumulaba homicidios y otras defunciones, cuando no las pormenorizadas hazañas de sus viajes, sino porque era un cocinero exquisito y un amante obsesivo del fútbol, sobre el cual disertaba con pasión y sapiencia. Pero lo que desconcertaba a sus amigos, que se diluían en envidias de todos los calibres (seamos sinceros), era su facilidad para enamorar a mujeres bellísimas. La más célebre de sus amantes fue una núbil modelo inglesa de nombre Moonbean, con quien volvió al Perú, después de uno de sus viajes a Inglaterra.

Moobeam desconcertó al entorno salazariano. Era rubia, de intensos ojos azules y tan bella que mirarla muy seguido hacía que nos dolieran los ojos. Tanta luz no era tolerable para la retina humana. Pero un día se marchó y Coco no dio ninguna pista de haber quedado descompuesto o maltraído por la partida. Siguió departiendo en El Koala, bebiendo tanto café cargado como podía soportarlo una persona de menos de cincuenta kilos de peso y fumando a pulmón batiente.

Lo suyo era la literatura y el periodismo. Y cocinar a veces, o conversar con los amigos en otras, o conquistar una nueva beldad. Coco pasó por otras redacciones y publicó más libros: Poggi: la verdad del caso (1987), La medianoche del japonés (1992) y Los papeles de Damasco (2006). En todos había su cuota de marginalidad, salvo el último volumen, el cual indagaba sobre la esquiva y misteriosa figura del Jesús histórico, distinto del Mesías religioso. La novela le sirvió para despacharse sobre la idiosincrasia de la sociedad judía de aquella época y dar cuenta de la fascinación que, en el fondo, tenía por ese personaje con rasgos de mago y que curaba tan solo con la palabra.

Cuando últimamente empezó a dar señales del mal cardíaco que lo afectaba, toleró el apremio con dignidad. Siguió, mientras pudo, con sus clases de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Martín de Porres, asombrando a sus alumnos. Y a sus alumnas, valgan verdades. Hoy debe estar deambulando en ese espacio oscuro (o tal vez cristalino) donde moran los personajes a los que persiguió en sus crónicas periodísticas, haciéndoles preguntas, sin darles tregua. Descansa en paz, Jorge.

miércoles, 18 de junio de 2008

LA ÚTOPIA DEL LENGUAJE EN LA POÉTICA DE JUAN RAMÍREZ RUIZ POR ARMANDO ARTEAGA*

Empecé a ser amigo de Juan Ramírez Ruiz (Chiclayo, 1946-Trujillo, 2007) desde los primeros instantes de los recitales del Movimiento Hora Zero en la Biblioteca Nacional. Nos hicimos amigos desde siempre, y para toda la vida. A Juan Ramírez Ruiz (por designio de Elías Durand y/o José Cerna) le llamábamos juguetonamente “el adolescente tierno” de la generación del 70. Era Juan Ramírez Ruiz un alguacil lleno de albricias para la poesía, siempre dispuesto para la conversación inagotable, donde la sindéresis intelectual viajaba “Urbi. Et Orbis.” rodando en el mismo sentido de la esfera de la vida: llena de extraordinarias complicaciones. Con él, siempre había un tiempo nuestro para la disertación de cualquier tema que nos apeteciera abordar, así sea metidos en algún café nocturno de mala muerte del centro limeño, donde una cena lezamesca nos esperaba para vencer el asma de las horas -por venir-, allí una oscura pradera nos convidaba en sus manteles el pobrete vino de la literatura y de la poesía, mientras como alquimistas –plúmeos- buscábamos el ámbar del poema perfecto: vagabundos al alba.

Lo veo todavía a Juan Ramírez Ruiz, siempre amplio, listo para la tertulia literaria, con sed infinita de espacio, buscando el debate profundo de las cosas. Desbordando esa fuerza de nuestros -impetuosos, jóvenes y rebeldes- años de los inicios literarios, donde toda hazaña, en honor a la poesía, era una fiesta. Diletante, irreductible, sereno, y paciente, inventor de un lenguaje muy especial y articulado, listo para derrumbar cualquier detalle superficial de la razón humana (que todo lo uniformiza), impecable espartano para la utopía del lenguaje, guerrero contra las inconveniencias sociales al descubrir algún detalle inconcluso que negara el brillo de la inteligencia, y que en cualquier caso, nos volviera contra la estupidez humana, para enfrentarla siempre: frente a frente, porque estábamos en contra del establishment.

Juan Ramírez Ruiz anhelaba ser un poeta “casi” perfecto, tal como él se imaginaba debería ser “el gran poeta perfecto”, para escribir el gran libro de la poesía latinoamericana. Era, también, el intelectual, que estaba por encima de las pocas mezquindades triviales que muchas veces nos trae la vida, y sabía de tempestades como Holderlin, cuando citaba esta parte del Hiperión: “Te diríamos que estamos aquí para desembarazar la tierra de todo lo que le estorba, que quitamos las piedras de los campos, deshacemos los duros terrones con la azada, labramos el suelo con el arado y arrancamos las malas hierbas, las cortamos de raíz, las arrancamos de raíces para secarlas al sol”. Poeta, de una resistencia norteña muy especial, quiso siempre ser coherente con la lógica de su propia obra poética, que desde ya, puede uno empezar a entender cómo es qué, Juan Ramírez Ruiz, inició este aporte de “lo sistémico” para el manejo de esta utopía del lenguaje que motivó toda la arquitectura de su escritura, y de las diversas inferencias que desarrolló en el lenguaje poético que utilizó, para la construcción y la creación de sus propios poemas. Volviendo a Holderlin sabía que: “los signos son desde las edades lejanas el lenguaje de los dioses”.

La poesía de Juan Ramírez Ruiz ocupa tres etapas, donde la utopía (esa república imaginaria, plan, proyecto, doctrina o sistema) del lenguaje (ese método exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada) es la preocupación esencial, donde la poesía aparece como un cuerpo robusto en el “texto” absoluto de manera integral.
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En la primera etapa, de su libro “Un par de vueltas por la realidad” empieza la apertura de las primeras ideas sobre “El poema integral” y el planteamiento de las ideas marxistas que defendió, y que tanto entusiasmaron su primer accionar como poeta integrante del Movimiento Hora Zero. Fiel al manifiesto: “Palabras Urgentes”, cuestionador sincero del controvertido panorama de la poesía peruana del siglo XX. En “Un par de vueltas por la realidad” está lo explosivo del verismo de su lenguaje que capta de la realidad social: el poema, el cuadro, o la partitura, de lo áspero de la vida. Su lenguaje es confrontacional: “nosotros creemos que el arte, la poesía, abre ríos, levanta montañas, transforma a los individuos y es la potencia luminosa, el indestructible vigor, la vitalidad más alta”. Tal era el sentimiento de absolutismo que tenía nuestro poeta por la poesía. En “El jubilo” de su postura poética, celebra y marca la expresión más sincera de su lenguaje poético. Los “signos de rotación” van definiendo con mayor claridad los escenarios sociales y los tiempos vividos por los personajes caracterizados que el poeta describe o exalta. En el poema “¿Quien vive?” se expresa con eficacia lo histórico y lo filosófico que significa el sentido de habitabilidad y de pertenencia hacia el lado cultural inexplorado del país. Lo abrupto de la realidad está descrito en cada uno de los poemas con un enorme conocimiento de la realidad objetada, y con una aproximación realista. El realismo poético es el arma para escrudiñar sobre ciudades, personajes, situaciones incongruentes, y hasta desastres naturales y nacionales. Tiene un contenido de provocación para lograr llamar la atención sobre lo grotesco que suelen ser ciertos acontecimientos de la vida. Juan Ramírez Ruiz sabía que se podía poetizar “todo” de la vida y de la realidad. La teoría de “la poesía integral”, no era más que “hipótesis” para su trabajo: “La vastedad y complejidad de la experiencia humana de este tiempo es tal que no puede ser registrada cabalmente por una poesía estrictamente lírica. Sólo la poesía que integre y totalice, que pueda incorporar y ofrecer un válido registro de la experiencia de este tiempo”.


En la segunda etapa, de su libro “Vida perpetua”, en “Post festum”: viene la tentación de la experimentación del lenguaje, es la preocupación algebraica y geométrica de la “mise in page” de cada poema. Es el desarrollo del lenguaje como un sistema funcional plenamente formado dentro de la constitución psíquica o “espiritual” del hombre, para ir hacia la poesía total e integral. El lenguaje poético de “Vida perpetua” tiene su propio escenario: el hombre de la calle está siempre presente, una enorme amplitud de voces invaden en anónimas aproximaciones el contenido y la trayectoria de cada parte del libro. El idioma de la irrupción poética es el patrimonio social que en un conjunto de palabras reunidas le van dando sentido al significado y al significante de cada “texto”, configurando una interdependencia: idea, imagen, signo, ruido acústico. La escritura en “Vida perpetua” es el aporte más importante del poeta, pero gana siempre también el sentido del hablar. El lenguaje funciona como institución y es un instrumento para la comunicación. El poeta hace hablar en un tipo de personaje-hombre lo que él quiere expresar para trascender. El sentido de la palabra es lo que más importa. El aporte de Saussurre en la poesía de Juan Ramírez Ruiz es porque se acepta que “el lenguaje tiene un lado individual y un lado social, y no se puede concebir el uno sin el otro”. La poesía al abordar también el lenguaje desarrolla lo poético como un sistema establecido y le otorga el sentido de la evaluación de lo social en cada acto. La poesía como lenguaje para comunicar se transforma en una convención y la naturaleza del signo ayuda a la conformación de los significados, lo articulado del lenguaje confirma siempre el destello de la idea. El lenguaje, o la escritura, en la poesía como uno de los códigos que Juan Ramírez Ruiz utiliza para expresar las propias convenciones de sus ideas, a nivel de la comunicación es total y en varios niveles.

En una carta que Juan Ramírez Ruiz le escribiera al poeta mexicano Octavio Paz, que se publicó en la revista Plural (Septiembre, 1975) está descifrada la clave de su experimentación referida a las múltiples formas de su lenguaje poético, cuando abandona conceptualmente las limitaciones de los inicios “marxistas”, para emprender una aventura teórica con aceptada presencia de una reconocida influencia del estructuralismo, de la lingüística de Ferdinand de Saussurre y de la semiótica: como herramientas, y de sus gratas conversaciones con el poeta y lingüista José Cerna, y con el noctámbulo Guillermo Mercado Jr (hijo del legendario poeta del indigenismo poético arequipeño, hombre culto y gran conocedor del estructuralismo francés y El circulo de Praga). Si a veces la poesía de Juan Ramírez Ruiz cae en excesos de la retórica estructuralista para desarrollar una escritura difícil trasfiriéndole al poema su propia expresión semiótica, es porque la comunicación es la preocupación más intensa, el intento por leer y comprender con mayor amplitud y dar a entender con mayor complejidad a los demás su verdadero punto de vista. Aquí, Juan Ramírez Ruiz se abra con mayor énfasis con una fuerza centrifuga hacia la cultura de occidente, veamos la inquietud que Juan Ramírez Ruiz le trasmite a Octavio Paz donde utiliza el concepto de “probabilidad” matemática usando en la matriz de una unidad lingüística:

“Seré breve. Diré de inmediato lo que me motiva en mí este acto desacostumbrado. Bien, el asunto es éste.: Una pequeña revista de mi país publicó el texto** que estoy enviando; el silencio, el vacío en torno a él me desafía, pero me niego a lo que me sugiere, docilidad, acatamiento. Esto me empuja a escribirle estas líneas y a enviarle mi texto.

El presente trabajo es una tentativa ubicada dentro de los esfuerzos de sacar el poema de su contexto habitual, de crear para él un espacio que sin dejar de ser autónomo se haga colectivo en la pluralidad de sus significaciones. Y en la posibilidad de sus múltiples lecturas.

El texto me sugiere la idea de instaurar estructuras flexibles, “textos infinitos”, abierto en todas direcciones que liquiden la convicción del inicio y el final del poema. A la vez, diría, que de esta manera se afirma el principio de libertad. Es mas, de una libertad que se comparte al ofrecer el texto para la producción de cualquier nuevo texto. Por este camino, el poema se instituiría partitura, y la lectura un acto creador objetivo “físico”.

Creo que el nuevo texto producido (a partir del texto matriz) toma sus distancias con lo meramente mecánico, puesto que el acto mental de producirlo con lleva un ejercicio de voluntad responsable; la mayor manifestación de lo lúdico. Me parece, también, que la “lectura” propuesta por el texto matriz, ofrece una gama mayor de posibilidades de una aventura creativa si es comparada con aquella que propone un texto habitual.

Agregaría para pecar de entusiasmo, señalando objetivos máximos por esta vía que este proyecto apunta hacia la desaparición del lector en sus connotaciones actuales, hacia la desaparición de la actividad no creadora. Y se une el intento de destrucción del mito de la inmovilidad de la escritura.

Digo lo anterior porque creo que también en la página, el mundo ensaya sus proyectos. Y porque la pagina es la zona donde una persona ha de entregar anticipos de libertad tal como usted lo ha planteado en uno de sus textos.Bueno, esto seguro que para usted soy un desconocido. Mis datos son estos: tengo 28 años y un libro de poemas “Un par de vueltas por la realidad” (1972). Y una negra cabeza donde las ideas más obsesivas son las de ser libre, y la de vivir inmerso en el trabajo de crear belleza con las palabras”.
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En la tercera etapa, buscando otras gramáticas, prosperó la poesía de Juan Ramírez Ruiz en su proyecto último que publicó en su libro “Las armas molidas”. Es una fuerza centrípeta que va hacia el rescate del sistema de la escritura en la cultura del mundo andino y de lo amazónico, difiriendo de la política idiomática asimilacionista de la republica de las letras peruanas. Juan Ramírez Ruiz renuncia, por esta vez, a esa fuerza centrifuga de encuentro con lo occidental que desarrolló en “Vida perpetua” para ir a la otra fuerza centrípeta de ese otro encuentro -más natural y con perfecto dominio de su poética- con lo andino y con lo amazónico, buscando el verdadero rostro del país, plurilingüe y multiétnico. Aquí, la poesía de Juan Ramírez Ruiz, el poema integral, le abre las puertas a otras disciplinas como la antropología, la filología, la gramática normativa, y sobre todo la lingüística y la semiótica, queda aún la quimera de decir con Whitney de que “la lengua es lo que hace la unidad del lenguaje”, mejor: la ciudad del lenguaje donde habita el poeta. La propuesta experimental de Juan Ramírez va más allá de la aventura de la escritura y la “rotación de los signos”, en el suceso puro de la exigencia de una poesía para la comunicación total y de reencuentro con el pasado histórico con nuestro ancestral sistema de escrituras diversas de nuestros pueblos antiguos. Sus textos vuelven sobre la experiencia de lo semiótico. Si en cada época, en cada sociedad, la obra escrita busca trascender el significado univoco, el empleo de otros vocablos como elementos no literarios, el uso del “collage” y los atributos del movimiento letrista, signos, logogramas , símbolos de los diversos sistemas escriturales desarrollados por el hombre en cuyo proceso de hominizacion se encuentra con el lenguaje de una nueva poesía, ayudar a descifrar lo que el poeta quiere significar y lo que en el campo especifico de la vida misma espera comunicar. Ya lo dijo Roland Barthes: “el símbolo no es la imagen, sino la pluralidad misma de los sentidos”. La disposición de la palabra adquiere en la poesía de Juan Ramírez Ruiz un sustrato barroco y concreto, el valor semántico de cada uno de estos textos, implica leerlos con cuidado, indagar en el significante y el significado de cada uno de ellos, de allí se obtienen enormes posibilidades, probabilidades y nuevas posturas, tomando otras dimensiones de la realidad, captar el objeto que quiere significar en esta escritura y el objeto que significa en la lectura directa de lo real. El lenguaje es una forma más desarrollada, sutil, y complicada del simbolismo. Mito, magia, poesía, religión, razón, lenguaje lógico e ilógico, están íntimamente analogados en los hilos de la red cultural andina y amazónica. La palabra es creadora del mundo o creadora de mundos. Ya lo dijo Mallarme: “La poesía no se hace con ideas, se hace con palabras”. En esta poesía de “Las armas molidas”, la escritura obtiene prestigio sobre la oralidad del texto. Los antiguos peruanos escribían sus poemas y desarrollaron sus sistemas de escrituras sobre pallares, o en cerámicas, o en frisos y muros de sus edificios, o en tejidos, que son los manuscritos vivientes y vigentes de nuestra cultura andina y amazónica. Juan Ramírez Ruiz ha logrado codificar algunos casos y hacernos un espacio de atención, y reflexionar sobre este hecho poético. Esta escritura salpicada de paisajes de nuestra historia antigua y actual, siempre azarosa y dramática, le otorga a la poesía de Juan Ramírez Ruiz una reflexión tremenda sobre nuestra cultura y su futuro. Thomas Mann ha dicho: “El lenguaje es la critica de la vida: nombra, distingue, caracteriza, y juzga, por la virtud que tiene de dar a la vida nombre a todo lo que toca”. El lenguaje, el arte, la poesía, pueden ser superiores a la vida misma. El poeta restablece en cada parte de la vida la fuerza vital de su palabra, y vuelve a convertirla en creativa del mundo. Para lograr esta hazaña de la libertad del lenguaje, el poeta desactiva también: el inicio y el final del poema, solo existe el texto, desactiva las armas de la lógica del lenguaje para dejarlas al libre albedrío de los significados y los significantes, y pone en el lugar de la muerte: las “armas molidas” del lenguaje, echas polvo. Restableciendo la verdadera significación y valoración ética y estética de las cosas. Las “armas molidas” del lenguaje arcaico de la vieja poesía están muertas, bien muertas. La oportunidad de renovación intuitiva en la poesía de Juan Ramírez Ruiz ha sido posible y actual, por el valor artístico, y semántico, que le ha otorgado a cada uno de los textos para articularlos en un solo discurso cultural, en lo lingüístico y en lo visual, al desarrollar las formas esenciales que han motivado estos estímulos poéticos, que configuran también un ciclo lingüístico, que se ha cerrado y que ha abierto otro, la poesía como manifestación espontánea, y verdadera, que le da sentido a su propia propuesta: una poesía siempre será integral, y realizable por todos, hasta por los lectores.

La poesía de Juan Ramírez Ruiz viene de la herencia del vanguardismo peruano norteño, creación literaria y militancia política, animaron su peculio. Viene algo del “Trilce” de César Vallejo, de la línea férrea chiclayana de ancestros como Juan José Lora y Lora, y Nicanor de la Fuente, de esa polivalencia contestataria y abierta hacia las innovaciones experimentales del lenguaje.

Por último, diré algo más salido de la vigilia y del vinagre elemental, y tal vez del “vano oficio”, a propósito de muchas cojudeces que se han dicho como corolario final después del trágico accidente que ocasionó la muerte de Juan Ramírez Ruiz. Creo que, a los otros poetas de Hora Zero les faltó consecuencia política para con sus propuestas poéticas y políticas. Creo que Juan Ramírez Ruiz fue el único que sobrevivió a tal vergüenza de este inútil juicio final propiciado por ellos mismos para con los otros viejos poetas que cuestionaron. Del balance provisorio, de ese parricidio, creo que Juan Ramírez Ruiz sale ileso, por su propuesta y aventura personal, tanto para con la poesía como para con los manifiestos, que adjetivaron en el accionar de las opciones -políticas y poéticas- que predicaron. Y, con su conducta ciudadana, Juan Ramírez Ruiz, fue el único consecuente con los manifiestos y la poesía integral, mirar y leer sus libros. No fue ni becario, ni burócrata, ni ayayero de políticos tradicionales, ni saltimbanqui de burgueses, ni merodeo en los cócteles de las embajadas. Sobrevivió con su discreto trabajo periodístico de corrector de pruebas lapidado con el avance de lo informático en esa profesión, suceso que lo empobreció más por falta de trabajo. Sobrevivió: solo, resistió y murió, por la poesía, a su manera. Poeta muerto, al fin, algunos perversamente han querido transformar al rebelde con causa en un rebelde sin causa, y eso es algo inaceptable.

* Publicado en la revista Sol & Niebla, número 4, Junio 2008, que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro.

** El texto al que se refiere JRR es una parte del poema Dodecaedro del libro “Vida perpetua”.

JOSÉ MORALES SARAVIA: PECES (BUENOS AIRES, TSÉ-TSÉ, 2008) POR REYNALDO JIMÉNEZ

La poesía de José Morales Saravia constituye, desde los años 70, un inusitado proyecto de curación sobre el idioma. Los largos períodos en que suele modularse, propulsan un evento respiratorio, cuya densidad se reconoce conectora de varias y bien diversas tradiciones. Tal aventurarse en la multiplicidad, se manifiesta insistencia simbólica de labrado y textura, la cual tacta un trasfondo siempre apasionado. De allí, quizá, esa contención inherente a su explayar, esa brujería razonada –diríase– de incesante transfiguración. Así, desde su primera página, Peces: al convocar las energías –jamás dormidas, sino al acecho– del mismísimo genio de la lengua, latientes tras la destreza cinética del trazo maestro abarcador, que las inscribe. El idioma es revisitado desde incontables perspectivas y planos de evocación, para ser revelado una y otra vez en tanto aliento recuperado: hay enrute emprendido (…) con temor apenas de orillar en las costas muy manidas del idioma. Aquel genio proteico y aun arbitrario, transformista inenarrable, sabe reverberar: se nos entrega, más que por el recurso metáfora, por eclosiones –partículas de lo inquietante– de la dimensión metafórica. Estado de conciencia y aliento que, no apenas alegóricamente, el poema sostiene, mediante una retícula de entonación en movimiento, similar a un magma que se va cultivando. Emblemas, cosas y formas de vida renuevan sin fin identidad en la variación –por otra parte, tan cara y propicia al ser: los elementos «naturales» y «culturales», recuperan reciprocidad, gracias al horizonte imantado del versículo, reanudándose entrelazo de la acción imaginaria, como ámbito propicio a la amplitud. El tejido conectivo, en Peces, dispone a la atención, a través de la constante del detalle: nada podría distraer tanta sed intacta de belleza. La condición artesanal de su registro concentra en lo elemental: sílabas son escamas. El poema celebra, permutante epifanía, mucho más acá de lo mero humano: son los merlines que enmangan tus valles, thálassa, pespuntando la tela de la alta mar para que no haya deshilache de aguas que piérdanse de tu sistema litorante y sus florescencias.

José Morales Saravia, Lima, Perú, 1954. Ha publicado los libros de poesía Cactáceas (1979), Zancudas (1983), Oceánidas (2005). Ha escrito además tres libros de prosa o ensayos poetológicos: La luna escarlata (1991), La ciudad expresiva. Crítica de la razón enfática (2003) y La laguna onírica. Crítica de la razón catabática (2007). Reside desde 1981 en Alemania y es en la actualidad profesor externo de la Universidad Católica de Eichstaett, Baviera.

martes, 17 de junio de 2008

Pasolini y Ezra Pound

Se trata de la celebre entrevista de Pier Paolo Pasolini a Ezra Pound, la lectura es de un fragmento del Testamento Spirituale del Poeta Americano.

NUEVOS BLOGS Y LECTURAS RECOMENDADAS

Aunque últimamente sólo visito blogs de lectura diaria siempre tengo un tiempo para ver el trabajo de nuevos bloggers: Ruben Grau me invita a visitar sus tres espacios, todos muy interesantes y con buen material, Grau tiene trabajos de poesía visual, performance, pintura, objetos, arte digital, arte en papel. Pueden acceder a sus trabajos en estos links Obra reciente, Obras anteriores y Poesía visual.

La Casa Leczinski también me invita a visitar sus espacios: “hemos accedido a tu blog (casi por azar) y no podemos dejar de invitarte a visitar nuestra casa polaca ex.patafísica. Atte. Dr. Jerzy Leczinski (Opole - Buenos Aires)”, ellos se describen así: “La Casa Leczinski para las Artes del Siglo XXI es la coronación de un movimiento espanziral-radiante que avanza desde la tradición patafísica a su sabiduría (verdadero carácter efectual de su ocultación): no se trata ya de no adjetivar, mucho menos de no decir más “patafísica”, sino de llegar al punto donde esa palabra (o su utilización) no posea más sentido”. Muy recomendable.

Luis Cabrera Vigo, poeta trujillano, me escribe y me invita a visitar su primer blog: “Hola amigos: Les confío mi primer blog poético Soloasis, con el mismo entusiasmo y pasión que siempre he mostrado hacia el arte y las letras. Soloasis es el primer poemario que publiqué, representa las primeras emociones y nervios que me asaltaron al leer por primera vez mis textos ante un grupo de personas completamente desconocidas... Soloasis se instala en mi pecho para seguir cantando a la vida.... Un abrazo a todos”.

Me escribe también desde Mar del Plata la poeta Silvia Loustau: “Hola los invito a visitar mi blog. Alli encontraran poemas, narrativa, ensayos, cine, concurso, libros y todo lo relacionado con la cultura. Este mes tendremos: Poemas de Julio Cortazar, Silvia Loustau, Takis Varvitsiotis, Pedro P. Santiesteban, James Joyce, Gabriel Impaglione”.

Noris Roberts de Venezuela nos invita a visitar su página: “les hago llegar la dirección de mi website, de Letra en Letra, esperando que sea de su agrado".

Esteban Espinoza me escribe desde Nueva Zelanda: “Un abrazo solidario desde Oceanía. No se si puedes pero te mando el link de mi blog para que lo pegues en tu página".

Claudia Ainchil desde Argentina nos sugiere revisar su blog, Claudia es "cofundadora de la Sociedad de Escritores Inéditos e Independientes de Argentina (SEI). Seleccionada en 1º Juegos Florales del Siglo XXI (concurso conmemorativo que se llevó a cabo en Montevideo, Uruguay con el tema 1804-2004, los versos de la Patria Grande, convocando a poetas de habla hispana y portuguesa de América, España y Portugal). Libros Publicados: COMIENZO DE COMIENZOS (1985), SON COSAS DE ANGELES (1987), AMORES SIN ZAPATOS (1991), REMOLINOS A BORDO (2003). PUNTO DE ARRANQUE (2008) Inédito".

Por último un nuevo blogger peruano es Enrique León, nos presenta su espacio, se trata de La jaula de león. Enrique es uno de los asistentes al taller en la Librería Época, así que dentro de poco publicaremos alguno de sus trabajos.

Imagen: La danza digital de Ruben Grau

“POESÍA SE ARROJA DE VEZ EN CUANDO POR LA VENTANA” POR ISMAEL VELAZQUEZ


poesía se barre a sí misma de madrugada

en los patios vacíos del mundo

poesía cruza el alma como una vaca los templetes

poesía se deja sentir como siente alguien un pie

que le fue amputado hace mucho tiempo

poesía aguijonea a los que no tienen calma

poesía ronca en el corazón del cuarto vacío

poesía se reconoce en la prisa del zapato sudado

en la calle sin fin

poesía da ritmo a los que escriben para desarrollar los bíceps

poesía hace de relleno en las piedras que nunca pidieron nada

y les tocó la eternidad

poesía mira toda la noche las agujetas gastadas

poesía entiende a los que se bañan para no morirse

poesía deambula por un mercado vacío

donde no queda nada que robar

poesía huele a rastros y peluquerías

poesía es una chamarra de cobre para sudar el dolor

poesía baila para ti mientras estás absorto

en tu cucurucho de silencio

poesía ama a los ciclistas insolados

poesía les cuida las cuentas a los que escriben poemas

y trabajan en boticas

poesía te hace dormir dieciocho horas diarias

poesía se acumula en los bolsillos rotos del tiempo

poesía engorda a la muerte y la manda de pasajera

en un taxi sin rumbo

poesía te hace beber día tras día

para no dejar que el corazón se te escurra a los talones

poesía te enseña a restar y restar

hasta pelarte el hueso

poesía sabe que el mundo no tiene esperanza

sólo gracia

poesía anda ciega

poesía se corta la lengua

poesía es el arma cargada

que te quiere ver bailar


ismael velázquez juárez
http://www.ismaelvelazquez.com

HOMENAJE A LEÓNIDAS LAMBORGHINI


HOMENAJE A LEÓNIDAS LAMBORGHINI

50 años de
El solicitante descolocado

Paradiso Ediciones invita a la presentación de una nueva edición ampliada y corregida por el autor.

Participan Ricardo Piglia y Horacio González

Viernes 20 de junio, 19 hs., Sala "Augusto Cortazar"
BIBLIOTECA NACIONAL, Agüero 2552

CABALLOS DE FUERZA DE RODRIGO MÁRQUEZ TIZANO

Gran bacanal de jueves por la noche: Presentación del libro Caballos de Fuerza de RODRIGO MÁRQUEZ TIZANO. Comentarios de: MÓNICA NEPOTE y GILBERTO PRADO GALÁN

Jueves 19 de Junio, 20:00 hrs. Terraza del Centro Cultural de España. Guatemala 18, Centro Histórico /detrás de la catedral.

Rodrigo Márquez Tizano (Ciudad de México, 1984). Gusta de la prosa puerca. Prosaico. Guayabera pulcrísima. Es locutor de Malasaña en Ibero 90.9 y bajista de la banda francófona Les Tragiques. Escribe cuando se cansa de leer. Quiso ser torero pero le faltaron riñones y le sobró miopía. Desesperado del boxeo y de los Cramps. Actualmente se arrepiente de haber malgastado su vista en tipografías minúsculas. Eso si, tiene buena izquierda y mejor derecha. Autor de Caballos de Fuerza (ArteletrA, 2008).

DEL POEMA EN PROSA I POR VÍCTOR CORAL

En estos días me harán una entrevista sobre el taller para el periódico de poesía de la UNAM, esto se suma a un post prometido por Harold Alva –uno de los asistentes al taller- sobre el inicio de las sesiones, Víctor Coral, quien es uno de los más entusiastas se ha tomado la molestia de hacer un post sobre el taller en su blog Luz de limbo, aquí el texto completo:
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En el taller que dicta Paul Guillén en Librería Época de Miraflores -las inscripciones se cerraron la semana pasada, por si acaso-, ha surgido un tema recurrente: el poema en prosa y sus posibilidades. Esto a partir de dos constataciones: la mayor parte de los asistentes al taller practica este tipo de poesía, y en general, según el profesor Guillén el poema en prosa atraviesa una suerte de auge a nivel latinoamericano.

En cierto momento traté de explicar la preeminencia de este tipo de texto a partir de la –más supuesta que real- libertad casi irrestricta que el poema en prosa ofrece al poeta. Como que se percibe que el poema en verso exige mayores restricciones y reglas que respetar, y por lo tanto es más limitado para expresar lo que los jóvenes de hoy sienten, sea en Lima, Arequipa, Santiago o Sao Paulo.
La violencia urbana actual, la desaparición y/o descentramiento del sujeto, los nuevos medios y sus pliegues, parecen acoplarse mejor con el poema en prosa.

Por otro lado, se ahondó en la diferencia entre poema en prosa y en verso, dejando un poco a un lado esta supuesta diferencia de “exigencia” entre verso y poema en prosa. Se llegó a la conclusión de que el poema en prosa difiere del poema en verso solo por el aspecto formal, por la disposición gráfica del texto. (Esto es importante, pues veo que hay algunos estudios en la red que afirman que el poema en verso es más “musical” y “elaborado”; otros dicen que el poema en prosa utiliza menos figuras retóricas y metáforas . Eso es relativo.)

De otro lado, parece muchísimo más problemático establecer una frontera definida entre el poema en prosa y el microrrelato. Muchos poemas de Ramos Sucre o de Francis Ponge pueden cumplir perfectamente los requisitos -laxos, por lo demás- de lo que se conoce como microrrelato. Me inclino, por ahora, a incluir al microrrelato dentro de la poesía en prosa y en todo caso la dificultad de definir certeramente al microrrelato puede venir precisamente de su falta de independencia con respecto a la creación poética en prosa.

Un rasgo que me interesó precisar tiene que ver con la estatura literaria (no nos hagamos paltas con los términos) del poema en prosa. Recordé que la inmensa mayoría de poemas canónicos en cualquier idioma tienen una estructura verisificada, y que apenas se podía contar uno que otro poema de Una temporada en el infierno, o de Baudelaire, como muestras de la canonicidad del poema en prosa. Pero el poema en prosa no solo sería menos tradicional y canónico; sus objetivos serían distintos a los del verso, más contemporáneos y radicales*.

Parece que quien asume el poema en prosa como medio de expresión aspira a la creación de una unidad textual subvertora que no refleje simplemente un estado de ánimo, una visión o una representación de la realidad. El poema en prosa actual –aprovechando las ventajas del formato narrativo- busca constituirse en una realidad poética íntegra y autosostenida, que sumerje al lector en aquella realidad imaginal aislándolo en mayor o menor medida. En el caso del verso tradicional, uno casi nunca deja de tener la sensación de que está leyendo a "alguien", de que esta leyendo “poesía”; uno muy pocas veces abandona esa distancia crítica.

En fin, algunas reflexiones rápidas, iniciales, sobre un tema que seguiremos desarrollando. (Falta ver cuáles son las exigencias inherentes al poema en prosa.)

*Todo lo anterior, con mucho cuidado, por favor. El terreno es cenagoso. Un ejemplo divertido de la confusión y diversidad de posiciones con respecto al poema en prosa lo constituye la definición de este texto en Wikipedia: "La diferencia entre poema en prosa y poema en verso es que el poema en verso tiene más musicalidad y tiene poco o nada de rimas mientras el poema en prosa es todo lo contrario". Ver entrada completa.

JUAN RAMÍREZ RUIZ, EL MOMENTO DEL ADIÓS, TESTIMONIO DE NIVARDO CÓRDOVA POR PEDRO ESCRIBANO

Poeta murió atropellado hace un año y fue sepultado como NN. Testimonio de Nivardo Córdova revela cómo fue la última vez que lo vio con vida.

Días atrás recibimos la visita del periodista Nivardo Córdova Salinas, el amigo que vio por última vez y hospedó por una noche de mayo del 2007 al poeta Juan Ramírez Ruiz. Después no se sabría más sobre el autor de Un par de vueltas por la realidad hasta que la policía lo encontró en un tumba sepultado como NN.

Nivardo Córdova conoció a Juan Ramírez en los años 90, cuando lo entrevistó para La Industria de Trujillo a propósito de Las armas molidas. Después, en el 2000, lo volvió a ver y desde entonces cultivaron una amistad.

Las siguientes líneas editadas son parte de un extenso testimonio que se publicará en la revista literaria Arteidea. Las difundimos porque dejan en claro las circunstancias en las cuales Nivardo encontró y alojó al poeta, que cuando decidió irse se despidió diciendo: "¡Basta de homenajes¡".

Según Nivardo Córdova, eran las cuatro de la tarde cuando lo vio en el cruce de las avenidas América del Sur y González Prada, en Trujillo. "Estaba parado en una esquina, mirando el infinito. Por respeto a su memoria, me reservo la posibilidad de describir al detalle su apariencia física, pero para una mayor comprensión del asunto debo decir que el poeta parecía estar en un estado de indigencia total", escribe Nivardo.

EL ENCUENTRO

"¡Juan!", le grite. "¡Hermano!", me dijo, y nos abrazamos. Yo me puse a llorar. Inmediatamente me dije en silencio: "¡Dios mío, es verdad que Juan está viviendo en las calles!". Mi esposa ni se había percatado y tuvo que retroceder unos pasos para recién darse cuenta de quién era el ilustre personaje que teníamos al frente: el poeta. "Estoy viviendo en las calles hace mucho tiempo", fue lo que nos dijo, señalando a la vez el enorme tanque de agua que se ubica entre el complejo deportivo y la cúpula de una iglesia del centro. Fue un encuentro emotivo, pero interiormente yo sentía una tristeza profunda, porque veía a Juan trajinado y cansado de tanta caminata, casi transfigurado en un "ángel reciclador de basura", vestido en harapos, con la piel de color oscura, por la tierra y el barro impregnados en su cuerpo, pues estaba realmente viviendo y durmiendo en la calle, a la intemperie. Observé que llevaba unos cartones dentro de la camisa, a la altura del pecho, para protegerse del frío. Tenía hambre y sed y portaba una bolsa plástica negra, en cuyo interior había algunos panes secos y un recipiente descartable de "tecnopor". "Ahora estoy aquí, triangulando arquitecturas", fue una de las frases que pronunció (...).

Nivardo cuenta que al verlo así con mucho respeto le propuso que lo acompañe a su casa. Allí su padre le advirtió del peligro de llevar a un hombre así, pero él les explicó quién era y contó con el permiso.

UN HUÉSPED INUSUAL

"Luego de que llegamos a mi domicilio casi a las 8 de la noche, lo primero que hicimos fue preguntarle a Juan si deseaba asearse. El poeta aceptó, así que calentamos agua y lo ayudé a desvestirse. Cuando el agua caía sobre su cabeza y la esponja lavaba su piel Juan decía: 'Gracias a Dios, gracias a Dios'. También lo ayudé a rasurarse, en tanto mi esposa hizo un atado con sus vestiduras viejas y las arrojó a la basura. Pudimos compartir con él nuevas prendas: un pantalón, medias, polo y una camisa, que se sumaron al gabán que en el trayecto le obsequió el poeta Jorge Segura, quien iba en bicicleta, y al explicarle que era Juan Ramírez Ruiz no dudó en obsequiarle su propio abrigo. No teníamos otro par de zapatos para ofrecerle, así que mi mujer tuvo el noble gesto de lustrar los que Juan llevaba, y que debían haber soportado cientos de kilómetros de dura caminata. Una vez bañado, nos dispusimos a cenar: avena con leche, panes y un 'calentado' del almuerzo. Juan estaba tranquilo, pero me preguntaba por su hermano José. No teníamos el teléfono de él, lo único que sabíamos es que ya no trabajaba como director del diario La Industria de Chiclayo".
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UN LUGAR EN EL MUNDO

Esa noche Nivardo le cedió su cama y al día siguiente fueron a visitar al periodista Carlos Cerna, quien trabaja en una radio y quería entrevistarlo, pero Juan se negó. La tarea era encontrar un hospedaje para el poeta. Dicen que enrumbaron hacia donde Francisco Cabrejos, dueño de un hotel que ofreció hospedarlo.

"En ese momento crucial, Juan nos miró a todos con desconfianza. La habitación disponible estaba en el tercer piso, el dueño del hotel lo invitó nuevamente a que suba. Juan empezó a endurecer su gesto, y ante nuestra insistencia nos decía: 'Silencio, por favor'. Mi esposa le suplicó: 'Don Juan, por favor quédese aquí, ya no esté durmiendo en las calles'. 'Hija, ¡por favor, silencio!', le respondió. En esta escena, Paco Cabrejos era el más sorprendido y me miraba como diciéndome ¿qué sucede?".

BASTA DE HOMENAJES

"Transcurrieron varios minutos, en que le rogamos a Juan que se quede a descansar en el hotel. De pronto Juan nos miró a todos y gritó: '¡Basta de homenajes! ¡Me voy!'. Acto seguido se levantó del sillón en el que estaba sentado y se dirigió, ensimismado, hacia la puerta de salida. Lo seguimos por la vereda. Dobló por un pasaje y entró a la avenida Larco, sin voltear a mirarnos. Siguió caminando raudamente, mientras nosotros avanzábamos por detrás tratando de seguir la celeridad de sus pasos. Mi esposa y yo nuevamente lo llamamos '¡Juaaan! ¡Juaaan!'. Él volteó la mirada y nos hizo un gesto de despedida, casi de rechazo. Comprendimos que era inútil intentar persuadirlo, mucho menos coaccionarlo o retenerlo por la fuerza…"

EL DATO

El poeta. Juan Ramírez Ruiz nació en Chiclayo en 1946. Fue co-fundador de Hora Zero. Es autor Un par de vueltas por la realidad (1971), Vida perpetua (1977) y Las armas molidas (1996). Murió atropellado el 17 de junio y fue sepultado como NN. Hoy en día aún no ha sido cambiado de tumba.

Foto: Virgilio Grajeda
Fuente: La República

lunes, 16 de junio de 2008

REVISTA LHYMEN NÚMERO CINCO

Acaba de aparecer el número cinco de la revista de cultura y literatura Lhymen, dirigida por Javier Morales Mena, Dante Gonzáles Rosales y Jorge Terán Morveli, cuenta con un comité editorial de primera línea, entre ellos destaca Bruce Mannhein, Aymará de Llano, Julio Ortega, Dorian Espezúa Salmón, Gonzalo Espino Relucé. A primera vista, y dentro de las más de 250 páginas de la revista, hay material de lectura muy interesante como el dossier "Imágenes refractadas: poesía peruana", dicho dossier incluye tres ensayos: "Poéticas emergentes en la poesía peruana" de José Morales Saravia, "Figuración de lo metafísico: una lectura del poema 'Crónica de Boecio' de Juan Ojeda" de Javier Morales y "El Arte de navegar y la búsqueda de los orígenes en Juan Ojeda" de Marie Elise Escalante. Otro de los artículos que nos llama la atención es el firmado por Carlos López Degregori bajo el título "Testimonio, visión y poesía en Las tres mitades de Ino Moxo", el autor afirma que dicho texto "forma parte de uno de los ensayos de un proyecto dedicado al poema en prosa en la poesía peruana del siglo XX", sabemos de buena fuente -el propio CLD- que otros autores abordados en la investigación sobre el poema en prosa son Xavier Abril y Pablo Guevara. Lhymen, además, publica otros ensayos de Ulises Zevallos Aguilar, Marcos Yauri Montero, Jorge Terán reunidos bajo el título de "Para aguzar el oído: poéticas orales", dentro de la sección "Bosques y espirales: narrativa peruana" se publican ensayos de Javier de Taboada, Edith Pérez y Fernando Rivera que abordan temas como el indigenismo, las novelas Rosa Cuchillo de Óscar Colchado y La hora azul de Alonso Cueto, en la sección "Miscelánea" se dan a conocer tres ensayos más "Arte y ética en el escenario trasatlántico del siglo XXI" de Julio Ortega, "Espectros de Benjamin. Duelo, trabajo y violencia en Jacques Derrida" de Idelber Avelar y "¿Qué hacemos con teóricos que no hacen teoría? de Dorian Espezúa. Lhymen cierra sus páginas con una nutrida sección de reseñas, se trata de libros publicados en Lima, Huarás, Huancayo, Puno, Arequipa, Cuzco, que no han sido mencionados en la prensa capitalina.
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El número cinco de la Revista Lhymen será presentado el viernes 20 DE JUNIO DE 2008 en el SALON DE GRADOS 'ANTENOR ORREGO' FACULTAD DE HUMANIDADES UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL AV. NICOLÁS DE PIÉROLA 351 (EX-COLMENA) HORA: 11:30 A.M. PRESENTARAN LA REVISTA: DR. GONZALO ESPINO RELUCÉ, LIC. NÉCKER SALAZAR MEJÍA, LIC, JORGE TERÁN MORVELI / HABRÁ BRINDIS DE HONOR

EUGENIO MONTEJO: HACIA UNA POESÍA DE LA GRACIA POR CLAUDIA POSADAS

La siguiente entrevista fue realizada en la Ciudad de México, durante una visita que el poeta venezolano Eugenio Montejo realizó para participar en un festival internacional, años antes de que obtuviera el Premio Octavio Paz. Agradecemos a Claudia Posadas la gentileza y la confianza de compartirla con Periódico de Poesía.

El 7 de junio de 2008, en horas de la noche, Eugenio Montejo, poeta que celebró el sentido de la tierra, pero al mismo tiempo, su luz invisible, murió, víctima de un cáncer que lo aquejaba. La noticia la dio ese mismo día su compatriota Gustavo Guerrero, que presentaba en la Feria del Libro de Madrid Conversación a la intemperie (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), una antología de seis poetas venezolanos que se cierra, justamente, con la obra de Montejo. “Dura menos un hombre que una vela / pero la tierra prefiere su lumbre / para seguir el paso de los astros”, dicen unos versos suyos recogidos en Muerte y memoria, un título que resume bien una obra en la que una inquebrantable fe en la vida ilumina siempre el sentimiento de pérdida.

Eugenio Montejo (Caracas, Venezuela, 1938- 2008) fue un poeta que en su palabra celebró al mundo y su paisaje. Muy ligado a la cultura mexicana, a Pellicer y Alfonso Reyes, su escritura es una epifanía de la estancia del hombre en la Tierra, la “terredad”, diría el autor, y del misterio que significa la vida. En su poesía fluye el mito fundacional de las geografías americanas junto con una fuerte presencia de este continente, es decir, sus voces, su trópico, su épica, su historia, pero siempre en la búsqueda de un sentido universal. Además, el poeta encuentra señales, símbolos o materializaciones del misterio del mundo y del paso del tiempo en lo cotidiano y lo cercano a su realidad: la mesa, la casa, la piedra, el árbol, los pájaros, el café.

Su verdadero apellido fue Hernández Álvarez; el seudónimo Montejo fue adoptado desde inicios de su escritura. El poeta explica el origen de su nombre remontándose a sus ancestros en Güigüe: “Yo pertenezco a dos familias. Mi nombre es Hernández Álvarez. Pero ninguno de esos es mi nombre. Mi nombre se pierde”.

La poética de Eugenio Montejo ha dado cuenta de un registro que busca recuperar cierta esfera de naturalidad no tomada en cuenta por la vanguardia. Poesía emotiva, al mismo tiempo constituye una reflexión profunda de la naturaleza de la vida. Poesía directa, contundente, de economía de recursos, ha querido descifrar, en su evocación y celebración del misterio, “el alfabeto del mundo”, frase última que da título a la conocida antología de su obra editada por El Fondo de Cultura Económica, que compila la poesía escrita por Eugenio Montejo de 1967 a 1986: Elegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1976), Nostalgia de Bolívar (1976), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982) y Alfabeto del mundo (1986).

Esta antología fue reeditada por la misma casa editora en 2005 a raíz de que Montejo obtuviera en México el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2004. La publicación, que fuera preparada por el autor, incorpora sus trabajos poéticos más recientes: Adiós al siglo XX (1997), Partitura de la cigarra (1999) y Papiros Amorosos (2002).

Como ensayista, Eugenio Montejo ha publicado La ventana oblicua (1974) y El taller blanco (1983, libro que fuera reeditado en México, en 1996, por la UAM. En este volumen tan apreciado se incluye un ensayo sobre Carlos Pellicer). Asimismo, obtuvo el Premio Nacional de Literatura de su país en 1998 con El cuaderno de Blas Coll (1983), libro de escritura heteronímica que coparticipa de las calidades de narración y ensayo sobre el lenguaje o, mejor, sobre los lenguajes posibles. Otros libros en este rubro, herencia de los juegos de Pessoa, son Guitarra del horizonte por Sergio Sandoval (1992), El hacha de seda por Tomás Linden (1996), y Chamario, por Eduardo Polo (2004).

Antologías de su obra han sido publicadas en Brasil, España, México, Bogotá, Londres, Caracas y Valencia; de entre ellas se mencionan Poemas selectos (Venezuela, 2004) y Tiempo transfigurado (Venezuela, 2001).

¿Cuál es el sentido de la epifanía en su poesía?

Se encuentra ligado al concepto de “terredad”. Dicho sencillamente, la terredad es un intento de definir la condición misteriosa de los días del hombre sobre la Tierra. Esa experiencia de la terredad se basa en lo que se llama la emoción de lo existente. Dentro de esto, a menudo reiteramos emociones terribles como el confrontarnos con el misterio de que nos precede un inmenso océano de nada y de que somos como una isla. Es percibir la fugacidad de la vida, tan breve, que es un soplo. Ya Sófocles no le llamaba “hombre” al hombre, sino “efímeros”. Él decía “Oh efímeros, qué se es, qué no se es”. Bien. Dentro de estas experiencias de lo terrible de la condición humana, a veces no se puede olvidar que también es parte lo otro. ¿Qué es lo otro? La celebración de la vida, el milagro irrepetible de estar aquí. Cada minuto uno se maravilla de estar vivo y de estar delante de sucesos, de hechos, de contemplaciones. El intento de celebración es festejar la maravilla del mundo. Eso no borra las otras experiencias, la angustia de la nada y de la muerte. Es una lectura complementaria del hecho de la existencia y del hecho de la terredad.

Estar aquí en la tierra; no más lejos
que un árbol, no más inexplicables;
livianos en otoño, henchidos en verano,
con lo que somos o no somos, con la sombra,
la memoria, el deseo, hasta el fin
(si hay un fin) voz a voz,
casa por casa,
sea quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan…

Justamente, se vierte una admiración de la vida, pero a la vez hay una constante indagación y cuestionamiento de la misma que tiene que ver con la angustia y el vacío. Con el tiempo, ¿cómo se ha decantado este tema, desde qué perspectiva se observa ahora?

En mis primeros poemas el tema de la angustia vital estaba presente de una manera más descarnada y me atormentaba mucho. No es que ahora no me atormente, sino que a lo largo de los años he comprendido que uno tiene que ser cordial consigo mismo y hay que saber dialogar con nosotros mismos para encarar la muerte. No es que uno escape de la angustia fundamental que está allí, rodeándonos a cada instante, sino que vamos siendo un poco más cordiales con la persona que somos. Esto por una parte y por la otra, tratamos de que esa visión angustiosa no sofrene la celebración del mundo. Si estamos sólo mirando una cosa, olvidamos lo otro: si lloramos por el sol, no vemos las estrellas.
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Dentro de este discurso celebratorio, hay una fe en la existencia, aunque no hay una noción mística como tal. ¿Hay más celebración del misterio que una presencia de lo divino?

Todo esto viene junto. La poesía conduce a una interrogación del misterio de lo que pueda ser nombrado con la palabra “divinidad”. Por eso he dicho que la poesía es la última religión que nos queda en este tiempo laico, donde la única religión omnipresente es la del dinero. Lo único que se puede oponer ante ese radicalismo es la religión del arte, en este caso la religión de la poesía. Mi pregunta es la siguiente: ¿En una sociedad que tiene como único norte la búsqueda del dinero podemos hacer un arte duradero para los milenios que vienen? En cuanto a mi caso personal puedo decir que hay una interrogación que conduce a la poesía. Yo creo responder en algunos poemas, y he dicho, “creo que no creo”, pero no soy ateo de nada, salvo de la muerte.

A pesar de que hay un sentido de comunión en estos poemas, destaca de manera evidente la noción de intimidad y soledad. ¿Cómo es esta dinámica?

Hay una interioridad porque el poema fatalmente lo hace un hombre. Pero ni siquiera somos nosotros mismos quienes hacemos el poema, somos uno de nosotros el que lo hace, porque vamos cambiando a lo largo del tiempo. El que hizo un poema que yo firmo en 1967, por ejemplo, no es éste que soy ahora. Quisiera ser él porque es más joven, pero no. Entonces, a lo largo de la vida uno ve cómo ha sido tantos y tantos. Bueno. La poesía es un diálogo con el mundo encarado desde la intimidad. El hombre se aísla para poder decir algo, porque cuando éste habla, rodeado del mundo, no acierta a decir nada. Por eso el arte, no solamente la poesía, es en el fondo, un aprendizaje para volverse solitarios.

Algo importante es la forma en que usted se interroga sobre el misterio del mundo. Hay cierta poesía reflexiva, cierto matiz filosófico, es decir, utiliza el poema como un utensilio de reflexión, pero decanta estos elementos en lo emotivo, lo espontáneo y la naturalidad. ¿Cómo es este proceso?

He tratado de encontrar una alianza entre razón y misterio, entre el pensamiento y su misterio, y el misterio de lo que registra el pensamiento. Es tal vez por allí que se pueda analizar este tono de reflexión. Pero ahora bien, hay algo muy importante. Aquí todo es cuestión de equilibrio porque éste es fundamental en el poema y el mundo. Y para colmo soy librano, es decir, Libra, entonces esta noción me determina. Tiendo a hacer equivalencias en las cosas. Así, en poesía no puede haber un razonamiento que llegue a coartar la expresión de la naturalidad. Si hay un razonamiento, éste tiene que ser como un murmullo más del ser interior. No puede ser algo declarado porque caeríamos en un poema razonante, lo cual le quitaría la gracia.

En este sentido esto tiene que ver mucho con la manera de construir su poesía, que es muy clara, directa, transparente, mesurada y mítica. ¿Cuál es la vigencia y permanencia de estas formas frente al legado poético latinoamericano?

Cuando comienzo a escribir en la época en que está muy viva la primera mitad de siglo (y ese fenómeno lo ha estudiado muy bien Octavio Paz), predominaron las experimentaciones y las vanguardias. Sin embargo, en ese tiempo, hay como una especie de rectificación ante la excesiva experimentación del comienzo de siglo. Fue como si la psicología artística, no sólo en la poesía sino en otros campos, estuviese de vuelta del exceso de experimentos y aspirara a otra cosa. Lo cierto es que, desde temprano, vi con cierta distancia esos ejercicios por sí mismos, y no me interesaba parecer nuevo a fuerza de ser experimentalista. Saludo toda novedad cuando viene de dentro, cuando viene con la fuerza de lo que es legítimo, pero no confío en quien va a buscar las cosas. Entonces, los miembros de mi generación vimos esos experimentalismos con más escepticismo. Tal vez si hubiese trabajado por los años 10, los años 20, hubiese producido otra cosa porque estaba dentro de otro sistema de percepción del arte. Pero pasado el estupor moral de la Segunda Guerra Mundial no teníamos por qué ir a buscar experimentación, queríamos hacer un arte en cierta forma más humano, nos interesaba hablarle a un hombre con la misma naturalidad con que se le habla en un café. Lo más importante era no mentirnos para que la palabra cobrarse la mayor fuerza posible.

Y esto tiene que ver con la noción del diálogo y comunión con el mundo que se observa en sus poemas…

Cierto, porque la poesía supone un diálogo fundamental. Lo otros serían un solipsismo que no tendría sentido. Y ese diálogo se encara con el otro. ¿Quién es ese otro?, no lo conocemos, no tiene rostro, no sabemos si está vivo, porque puede nacer más tarde, pero está allí, existe y para él se escribe. En este punto, quiero rescatar una anécdota para ilustrar esto que digo. Hölderlin, el gran poeta alemán, al final de sus días enloquece. No es recluido en un manicomio, y se lo entregan a un carpintero amigo suyo, el famoso Zimmer, quien lo mantiene en su carpintería. Cuando llegaba un parroquiano a buscar un servicio, Hölderlin se quitaba el sombrero y empezaba a saludarlo con gestos de reverencia extremados. Hay un crítico francés que dice que lo único que hace Hölderlin con esos gestos es exteriorizar el gesto verdadero del poeta. Para un poeta, el otro, cualquier persona, es alguien que merece veneración y respeto. Y en su locura lo que hacía era exteriorizar esto. Al mismo tiempo esa veneración estaba implícita en sus primeros poemas cuando estaba en perfecta salud mental. Entonces, ese otro que llegaba a hacer una puerta, una mesa, ocupaba momentáneamente el espacio del otro. Por eso cuento la anécdota, porque está en relación.

Hay dos estancias en su poesía. El paisaje del mundo y junto a éste, el paisaje de lo cotidiano: la casa, el hogar, el café, la memoria. ¿Cómo construye a partir de éstos?

En mi poesía está lo exterior en amplio y también el sentido de la cotidianidad de los objetos, es decir, está la comunión con lo más inmediato que nos rodea y con lo exterior. Hay un diálogo de intimidad con las cosas, que me permite ver una mesa, y estar con ella. Quiero contar otra anécdota para expresar mi idea. Hay un místico venezolano llamado Juan Félix Sánchez quien vivía en una montaña y que ya murió. Fue descubierto en sus últimos tiempos y cuando eso ocurrió, fue un suceso en Venezuela; ahora es una figura determinante. Bien, Félix Sánchez se dio a la tarea de construir en un alto páramo casi inaccesible y al que se llega después de un viaje en mula de ocho horas, una capilla enorme. La hizo piedra a piedra y talló a mano todos sus santos. Cuando Félix Sánchez habló de su capilla, de cómo la construyó, de cómo eligió piedra por piedra, dijo: “A veces vienen personas y no encuentran las piedras demasiado derechas; yo las podría colocar como a ellas les gusta, pero éste es el sentido que prefiero, porque es más profundo. Será que no saben ver. Ay, y a mí que me gusta lo feo”. Es decir, hay que mirar la belleza en otra órbita de profundidad. No voy a fingir la pretensión de que yo pueda mirar el mundo con toda la fuerza de Juan Félix Sánchez, pero digo que esto se encuentra en sintonía con lo que el poeta trabaja. En la cotidianidad y sus objetos hay belleza. Por ejemplo, una mesa largo tiempo tallada quien sabe por quien, manchada por miles de tazas de café, es irreemplazable, aunque sea por una mesa muy nueva y costosa, porque eso no tiene nada que ver ante aquella otra mesita. Esa cotidianidad que celebro viene de allí, del diálogo secreto, íntimo, con las cosas.


Habla de los paisajes latinoamericanos con una búsqueda de continentalidad; de pronto podrían leerse ecos de Neruda, aunque ese sentido de continentalidad es muy sutil…

Hay una continentalidad presente no en un sentido nerudiano nuevomundista, es decir, de decretar un mundo nuevo y cantarlo, no, porque no ha habido decretos en esto para nada. Yo veo la continentalidad lingüísticamente. Nosotros hablamos una sola lengua desde aquí hasta Tierra del Fuego. Dentro de esa lengua nosotros no podemos parcelarnos por naciones a la hora de escribir. Hay mexicanos que se declaran deudores de Borges o de un cubano, hay para quien la poesía de Pellicer o Paz es fundamental. Éste es un gran continente donde existen diversas familias lingüísticas, más que políticas o geográficas. Esto también se refleja en la geografía. Si nací en una tierra tropical, esa tierra viene en primer momento, pero eso no me impide celebrar el paisaje argentino, mexicano, etcétera. Cuando estuve en Centroamérica me dio por preguntar el nombre de los árboles y reírme en secreto porque eran los mismos árboles nuestros sólo que con diferentes nombres. Las cosas van cambiando de nombre, como los pájaros. El famoso zopilote de México, a medida que vuela va recibiendo nombres distintos. Nosotros le llamamos zamuro, porque era una palabra de los indios del oriente. Los colombianos le dicen gallinazo, otros, aura tiñosa. Esto ocurre para todo. Y esa uniformidad geográfica tan esplendorosa, no es que yo quiera cantarla como un mundo novísimo, más bien, es un diálogo humano con las cosas nuestras, con lo que nos rodea.

Hay un poema muy significativo, “Manoa”, que habla de una ciudad invisible inencontrada, y que se manifiesta en el mundo. ¿Sería su metáfora de la poesía?

Manoa es importante para los venezolanos, porque es nuestra Ítaca. Es la capital de El Dorado, de esa ciudad legendaria que dicen era de oro. Es una ciudad sagrada para nosotros, tanto más sagrada cuanto nadie la ha visto. Así, la buscamos en el arte, tal como Sir Walter Raleigh lo hizo geográficamente. Y bueno, en cuanto a la poesía, nuestra Manoa es la búsqueda de una lengua de gracia. ¿Por qué digo esto? Contaré otra anécdota más. En su tercer viaje a América, Colón llega a Venezuela. Poco antes de llegar se lava los ojos en estas aguas porque viene enfermo de la vista debido a las avitaminosis de la época, y siente una mejoría extraordinaria. Entonces, él llama aquella tierra, que es el oriente de Venezuela, “la tierra de gracia”. Cuando algunos marineros se bajan de las carabelas, intentan preguntar a los indígenas que les salen al paso, cómo se llama aquel lugar. Los indígenas dijeron “Paria”. Entonces Colón, el gran almirante de la mar océano, se impresiona de aquel paisaje y dice “no podemos estar sino en el paraíso terrenal”. La cosa no queda allí, sino que años más tarde, cuando Colón, en sus últimos días, hace su testamento, en uno de los borradores dice “de Paria no me acuerdo sin que llore”. Esta frase no está, desgraciadamente, escrita como debiera en una columna puesto que es una celebración de la geografía nuestra hecha por el primer europeo que llega. Bueno. Colón nos ha dejado a nosotros los poetas un terrible problema al hablar de una tierra de gracia. ¿Cuál es la lengua de una tierra de gracia? La lengua de una tierra de gracia es una lengua de gracia. Entonces, es por eso que digo que la poesía venezolana, de Bello para acá, tiene entre sus metas terribles que nos pasamos de hombre a hombre, la búsqueda de una lengua de gracia. Qué pequeño problema nos trajo Colón. Así, nuestra Manoa es la búsqueda de esa lengua de gracia que algún día, en algún poeta dentro de algunos siglos, fulgurará esplendorosamente.

Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.
A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece…
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.

Esta búsqueda de Manoa quizá tenga que ver con la noción de encontrar, en la poesía, el vislumbre de una lengua de gracia que sea un alfabeto del mundo…

Sí. Y Mallarmé, como se sabe, es quien ha alimentado, en Occidente, la noción de un libro del universo. Sin embargo la noción de alfabeto del mundo es anterior a Mallarmé, es renacentista. Es ver al mundo codificado como una lectura, para que pueda leerse a través de la poesía, del arte y de los símbolos. Pero volvamos a lo americano. Mallarmé define al poeta, y es una definición central, como “aquel que purifica las palabras de la tribu”. Esto es una observación mallarmeana que todos los poetas han recogido como una de sus grandes misiones. Pero esto no nos debe hacer olvidar que nosotros tenemos poesía desde mucho antes de que llegaran las carabelas a este sitio. Ya sabemos que los nahuas tenían una de las poesías más hermosas de la tierra, sólo comparable a la gran poesía china. ¿Y cómo definían los antiguos americanos al poeta? Como aquel que al hablar hace que las cosas se pongan de pie. Entonces, por un lado, está Mallarmé en el siglo pasado, “purificar las palabras de la tribu”, pero por el otro, está ese mandato que viene de los nahuas que dice “poeta es aquel que al hablar hace que las cosas se pongan de pie”. Esto ya está ligado a la magia, al mito americano. Entonces nosotros que somos hombres, que trabajamos y hemos nacido acá y que nos beneficiamos de dos culturas, de la de Europa y del enorme legado de la americanidad, tenemos que estar atentos a ambas cosas. Es verdad que el poeta es un purificador, pero también un mago. Y este último sentido, el de la magia y el mito, puede estar un poquito olvidado y es deber nuestro rescatarlo.

Para Montejo, ¿el rescate de la magia y el mito sería a partir de la belleza? Esto, porque tiene un poema que habla acerca de hacer poesía sin palabras, es decir, que la meta última del poeta ya no fueran palabras sino la belleza o el silencio mismo…

Sí, y esto está más conectado con un poema de un libro reciente que despide al siglo, Adiós al siglo XX (1997) que se llama “La poesía” que más o menos va así: “La poesía cruza la Tierra sola, no necesita nada, ni siquiera palabras. Tiene la llave de la puerta, llega de lejos, nunca avisa”. Es verdad, porque al hablar siempre nos entrega algo y no sabemos exactamente qué pueda ser, pero dice el poema “el corazón palpita demasiado veloz y despertamos”. Entonces, es esto, la poesía nos da los elementos profundos para despertar. Puede estar en la palabra, puede no estar en ella. Lo importante es despertar ante la maravilla del mundo para verlo.

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