martes, 17 de junio de 2008

JUAN RAMÍREZ RUIZ, EL MOMENTO DEL ADIÓS, TESTIMONIO DE NIVARDO CÓRDOVA POR PEDRO ESCRIBANO

Poeta murió atropellado hace un año y fue sepultado como NN. Testimonio de Nivardo Córdova revela cómo fue la última vez que lo vio con vida.

Días atrás recibimos la visita del periodista Nivardo Córdova Salinas, el amigo que vio por última vez y hospedó por una noche de mayo del 2007 al poeta Juan Ramírez Ruiz. Después no se sabría más sobre el autor de Un par de vueltas por la realidad hasta que la policía lo encontró en un tumba sepultado como NN.

Nivardo Córdova conoció a Juan Ramírez en los años 90, cuando lo entrevistó para La Industria de Trujillo a propósito de Las armas molidas. Después, en el 2000, lo volvió a ver y desde entonces cultivaron una amistad.

Las siguientes líneas editadas son parte de un extenso testimonio que se publicará en la revista literaria Arteidea. Las difundimos porque dejan en claro las circunstancias en las cuales Nivardo encontró y alojó al poeta, que cuando decidió irse se despidió diciendo: "¡Basta de homenajes¡".

Según Nivardo Córdova, eran las cuatro de la tarde cuando lo vio en el cruce de las avenidas América del Sur y González Prada, en Trujillo. "Estaba parado en una esquina, mirando el infinito. Por respeto a su memoria, me reservo la posibilidad de describir al detalle su apariencia física, pero para una mayor comprensión del asunto debo decir que el poeta parecía estar en un estado de indigencia total", escribe Nivardo.

EL ENCUENTRO

"¡Juan!", le grite. "¡Hermano!", me dijo, y nos abrazamos. Yo me puse a llorar. Inmediatamente me dije en silencio: "¡Dios mío, es verdad que Juan está viviendo en las calles!". Mi esposa ni se había percatado y tuvo que retroceder unos pasos para recién darse cuenta de quién era el ilustre personaje que teníamos al frente: el poeta. "Estoy viviendo en las calles hace mucho tiempo", fue lo que nos dijo, señalando a la vez el enorme tanque de agua que se ubica entre el complejo deportivo y la cúpula de una iglesia del centro. Fue un encuentro emotivo, pero interiormente yo sentía una tristeza profunda, porque veía a Juan trajinado y cansado de tanta caminata, casi transfigurado en un "ángel reciclador de basura", vestido en harapos, con la piel de color oscura, por la tierra y el barro impregnados en su cuerpo, pues estaba realmente viviendo y durmiendo en la calle, a la intemperie. Observé que llevaba unos cartones dentro de la camisa, a la altura del pecho, para protegerse del frío. Tenía hambre y sed y portaba una bolsa plástica negra, en cuyo interior había algunos panes secos y un recipiente descartable de "tecnopor". "Ahora estoy aquí, triangulando arquitecturas", fue una de las frases que pronunció (...).

Nivardo cuenta que al verlo así con mucho respeto le propuso que lo acompañe a su casa. Allí su padre le advirtió del peligro de llevar a un hombre así, pero él les explicó quién era y contó con el permiso.

UN HUÉSPED INUSUAL

"Luego de que llegamos a mi domicilio casi a las 8 de la noche, lo primero que hicimos fue preguntarle a Juan si deseaba asearse. El poeta aceptó, así que calentamos agua y lo ayudé a desvestirse. Cuando el agua caía sobre su cabeza y la esponja lavaba su piel Juan decía: 'Gracias a Dios, gracias a Dios'. También lo ayudé a rasurarse, en tanto mi esposa hizo un atado con sus vestiduras viejas y las arrojó a la basura. Pudimos compartir con él nuevas prendas: un pantalón, medias, polo y una camisa, que se sumaron al gabán que en el trayecto le obsequió el poeta Jorge Segura, quien iba en bicicleta, y al explicarle que era Juan Ramírez Ruiz no dudó en obsequiarle su propio abrigo. No teníamos otro par de zapatos para ofrecerle, así que mi mujer tuvo el noble gesto de lustrar los que Juan llevaba, y que debían haber soportado cientos de kilómetros de dura caminata. Una vez bañado, nos dispusimos a cenar: avena con leche, panes y un 'calentado' del almuerzo. Juan estaba tranquilo, pero me preguntaba por su hermano José. No teníamos el teléfono de él, lo único que sabíamos es que ya no trabajaba como director del diario La Industria de Chiclayo".
.
UN LUGAR EN EL MUNDO

Esa noche Nivardo le cedió su cama y al día siguiente fueron a visitar al periodista Carlos Cerna, quien trabaja en una radio y quería entrevistarlo, pero Juan se negó. La tarea era encontrar un hospedaje para el poeta. Dicen que enrumbaron hacia donde Francisco Cabrejos, dueño de un hotel que ofreció hospedarlo.

"En ese momento crucial, Juan nos miró a todos con desconfianza. La habitación disponible estaba en el tercer piso, el dueño del hotel lo invitó nuevamente a que suba. Juan empezó a endurecer su gesto, y ante nuestra insistencia nos decía: 'Silencio, por favor'. Mi esposa le suplicó: 'Don Juan, por favor quédese aquí, ya no esté durmiendo en las calles'. 'Hija, ¡por favor, silencio!', le respondió. En esta escena, Paco Cabrejos era el más sorprendido y me miraba como diciéndome ¿qué sucede?".

BASTA DE HOMENAJES

"Transcurrieron varios minutos, en que le rogamos a Juan que se quede a descansar en el hotel. De pronto Juan nos miró a todos y gritó: '¡Basta de homenajes! ¡Me voy!'. Acto seguido se levantó del sillón en el que estaba sentado y se dirigió, ensimismado, hacia la puerta de salida. Lo seguimos por la vereda. Dobló por un pasaje y entró a la avenida Larco, sin voltear a mirarnos. Siguió caminando raudamente, mientras nosotros avanzábamos por detrás tratando de seguir la celeridad de sus pasos. Mi esposa y yo nuevamente lo llamamos '¡Juaaan! ¡Juaaan!'. Él volteó la mirada y nos hizo un gesto de despedida, casi de rechazo. Comprendimos que era inútil intentar persuadirlo, mucho menos coaccionarlo o retenerlo por la fuerza…"

EL DATO

El poeta. Juan Ramírez Ruiz nació en Chiclayo en 1946. Fue co-fundador de Hora Zero. Es autor Un par de vueltas por la realidad (1971), Vida perpetua (1977) y Las armas molidas (1996). Murió atropellado el 17 de junio y fue sepultado como NN. Hoy en día aún no ha sido cambiado de tumba.

Foto: Virgilio Grajeda
Fuente: La República

1 comentario:

Nivardo Vasni Córdova Salinas dijo...

Gracias por compartir. El colega Pedro Escribano realizó una adaptación de mi testimonio, que fue publicado en 2008 por Arteidea en una publicación de homenaje realizada por los poetas Jorge Luis Roncal, Róger Santiváñe y Armando Arteaga, con ilustración del artista Bruno Portuguez.
Pueden ver mi testimonio completo en mi blog Rimactampu: http://rimactampu.blogspot.com/2010/01/mi-ultimo-encuentro-con-juan-ramirez.html
Atte
Nivardo Córdova Salinas
Periodista.

Cinco poemas de Nuno Júdice

SINFONÍA PARA UNA NOCHE Y ALGUNOS PERROS De noche, un perro empieza a ladrar, y después de él, todos los perros de la noche se ponen a ladra...