Los críticos extranjeros consideran el llamado neobarroco no solo como el formato que domina el espectro más interesante de la poesía actual; también establecen algunas coordenadas -no siempre coordinadas- donde lo rizomático, la actitud ecléctica, el arrebato y búsqueda lingüísticas son axiales, tanto como los conceptos de inestabilidad, cambio o invasión de temáticas sociales y aún políticas.
El libro que hoy el poeta peruano Salomón Valderrama nos entrega, si bien participa de varias de estas especificaciones, se atiene a una tradición barroca o neobarroco de carácter nacional. Se inscribe en una línea que empieza en la obra de El Lunarejo ("Apologético de Don Luis de Góngora"), continúa con Gamaliel Churata y su "Pez de oro", se condensa de manera deslumbrante en la obra poética de Martín Adán -no sin antes pasar por el tamiz mayor trilceano- y sucede a propuestas tan disímiles como las del Mirko Lauer de "Sobrevivir" y Juan Ramírez Ruiz. Solo esto bastaría para celebrar este acontecimiento poético; pero Valderrama se ha internado además en una exploración del lenguaje del migrante capitalino, tratando de captar sus esencias verbales y mimetizando sus peculiares efluvios conceptuales.
Toda una experiencia poético-lingüístico-antropológica que exige un nivel alto al lector especializado, aunque deja el placer del sonido y de la peculiar eufonía al lego.
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