Entre los principales rasgos que presenta la estética neobarrosa destaca su compleja armazón sintáctica, orientada a la búsqueda de una particular musicalidad en base a la anexión sonora de vocablos, en el que esencialmente predomina el sentido fonético del verso sobre la significación lógica y semántica. Si bien esta poesía plantea una lectura artificiosa e intelectual, cabe señalar que algunos de sus mejores representantes han podido trascender aquella sesuda frigidez, como José Lezama Lima, Néstor Perlongher o José Kozer. Entre estos autores, es preciso mencionar al piurano Roger Santiváñez, cuyo último poemario, Labranda, privilegia el aspecto musical de la palabra, característica que observamos también en una de sus anteriores entregas, Eucaristía, de 2004.
Estructurada en cuatro secciones, de acuerdo a las estaciones del año, la publicación toca diversas temáticas ya clásicas de la poesía universal: el amor, la muerte, la historia, el erotismo o la identidad. Sin embargo, lo que singulariza a Labranda es la manera de asociar los vocablos, obedeciendo a una correlación rítmica. Por ejemplo, en el poema que titula el libro encontramos: “Retornas sur los sures / Soñados leche azur zurita / Azul solita en tu blue-jean”; y también: “Entreluces luces rosada rosa lozana”. Asimismo, en «Piscina Roberts» leemos: “Increado sol cercado por la / Nube callada canta ligero / Venero venerado en su solo / Esplendor infinito danzak rock”.
Nos damos cuenta, entonces, que las palabras se suceden como olas en constante movimiento, sin restringirse solo al uso de expresiones castellanas, sino que van más allá de los límites para encontrar la precisa musicalidad que exige el poema. Así tenemos: “Blanco irisado manto cubre la ubre / Del mundo umbría umbrella de la / Mía sorella en el solsticio agonizante” («Inter Densas»); o “Estrellas yendo más lejos levemente / Hacia tumba jatun-runa running / Pura por su corazón serrano sana” («Piurensis Solis»).
Quizás este método asociativo se adecua mejor a la temática erótica presente en los poemas de Santiváñez. De este modo, la sensualidad es abordada sin delicadezas ni eufemismos, siendo consecuente con su propia poética neobarrosa: directa, aleatoria y mestiza. Esto nos dice «Myrtho»: “Innombrada alegría juego corporal / Ancestro de divina playa griega / Relucen cintura & pechos abrazados // Sensual movilidad en la superficie / Jamás quieta parpadeo permanente / Es eterna en la sombra desta luz”. A su vez, «Causas amorosas» señala: “Furtivos penetrantes hilados al gemido // Sus pantorrillas divinas alzan amaneceres / En la penumbra dorada de su perfecta pose / Un silencio azul atmósfera el recinto ardiente”.
Por momentos, el lenguaje recurre a ciertos coloquialismos para restarle retoricismos a sus versos: “Seco de chabelo sigue a la fragancia / De un pleamar amado surco o rica / Papa abierta suculenta al amanecer // Se viene solita sin cachársela / Estela vela en el velorio del amor” («Piurensis Solis»). Así como: “Al soñar mi suave arrechura / Sus formas se suceden dulce oleaje / Se abren broches pernoctando / Muchachas palteadas por las puras”; además de: “O umbral tibio pezón dispuesto // En tu frágil renacer sobre concha / De su madre oh velos transparentes / Súbita ya está en todas las corolas” («Almost olmos»).
Uno de los recursos de Santiváñez es el uso de encabalgamientos como procedimiento para reforzar la musicalidad que se teje en sus poemas. Esto lo advertimos en algunos de ellos, como sucede en «Modesto garage»: “Nos fuimos al colegio uno tras otro / Las pocas flores augustas son / Rieron en la vasta tierra”. Otras veces, el autor divide los vocablos de forma adrede para buscar más asociaciones rítmicas. Prueba de ello lo tenemos en los siguientes versos: “Sobre muslos invisibles albor / De la próxima estación entriste / Cida que ni el sida infecta la / Dicha inesperada solitaria rara” («Piscina Roberts»); “De Venus la canción de Shocking Blue / Ey Mom –habla la brisa encaballán / Dose de pronto en los rizos de // Perfecta angustia levantada anguila” («Myrtho»).
El riesgo del libro se encuentra, entonces, en la tensión y en el encadenamiento de cada verso, valiéndose principalmente de una pauta musical. De esta manera, el autor deja que sus poemas surjan por libre asociación, alejándose del coloquialismo característico de sus primeros libros. Así nos lo confiesa en «Inter Densas», uno de los mejores poemas del conjunto: “Pared de gravedad sonora que cae // Va cayendo suavecito para reventar / Blanco tapiz cual encaje en / Supremo intento capta mi lenguaje”.
Reinhard Huamán Mori
Barcelona, 24 noviembre de 2008
Estructurada en cuatro secciones, de acuerdo a las estaciones del año, la publicación toca diversas temáticas ya clásicas de la poesía universal: el amor, la muerte, la historia, el erotismo o la identidad. Sin embargo, lo que singulariza a Labranda es la manera de asociar los vocablos, obedeciendo a una correlación rítmica. Por ejemplo, en el poema que titula el libro encontramos: “Retornas sur los sures / Soñados leche azur zurita / Azul solita en tu blue-jean”; y también: “Entreluces luces rosada rosa lozana”. Asimismo, en «Piscina Roberts» leemos: “Increado sol cercado por la / Nube callada canta ligero / Venero venerado en su solo / Esplendor infinito danzak rock”.
Nos damos cuenta, entonces, que las palabras se suceden como olas en constante movimiento, sin restringirse solo al uso de expresiones castellanas, sino que van más allá de los límites para encontrar la precisa musicalidad que exige el poema. Así tenemos: “Blanco irisado manto cubre la ubre / Del mundo umbría umbrella de la / Mía sorella en el solsticio agonizante” («Inter Densas»); o “Estrellas yendo más lejos levemente / Hacia tumba jatun-runa running / Pura por su corazón serrano sana” («Piurensis Solis»).
Quizás este método asociativo se adecua mejor a la temática erótica presente en los poemas de Santiváñez. De este modo, la sensualidad es abordada sin delicadezas ni eufemismos, siendo consecuente con su propia poética neobarrosa: directa, aleatoria y mestiza. Esto nos dice «Myrtho»: “Innombrada alegría juego corporal / Ancestro de divina playa griega / Relucen cintura & pechos abrazados // Sensual movilidad en la superficie / Jamás quieta parpadeo permanente / Es eterna en la sombra desta luz”. A su vez, «Causas amorosas» señala: “Furtivos penetrantes hilados al gemido // Sus pantorrillas divinas alzan amaneceres / En la penumbra dorada de su perfecta pose / Un silencio azul atmósfera el recinto ardiente”.
Por momentos, el lenguaje recurre a ciertos coloquialismos para restarle retoricismos a sus versos: “Seco de chabelo sigue a la fragancia / De un pleamar amado surco o rica / Papa abierta suculenta al amanecer // Se viene solita sin cachársela / Estela vela en el velorio del amor” («Piurensis Solis»). Así como: “Al soñar mi suave arrechura / Sus formas se suceden dulce oleaje / Se abren broches pernoctando / Muchachas palteadas por las puras”; además de: “O umbral tibio pezón dispuesto // En tu frágil renacer sobre concha / De su madre oh velos transparentes / Súbita ya está en todas las corolas” («Almost olmos»).
Uno de los recursos de Santiváñez es el uso de encabalgamientos como procedimiento para reforzar la musicalidad que se teje en sus poemas. Esto lo advertimos en algunos de ellos, como sucede en «Modesto garage»: “Nos fuimos al colegio uno tras otro / Las pocas flores augustas son / Rieron en la vasta tierra”. Otras veces, el autor divide los vocablos de forma adrede para buscar más asociaciones rítmicas. Prueba de ello lo tenemos en los siguientes versos: “Sobre muslos invisibles albor / De la próxima estación entriste / Cida que ni el sida infecta la / Dicha inesperada solitaria rara” («Piscina Roberts»); “De Venus la canción de Shocking Blue / Ey Mom –habla la brisa encaballán / Dose de pronto en los rizos de // Perfecta angustia levantada anguila” («Myrtho»).
El riesgo del libro se encuentra, entonces, en la tensión y en el encadenamiento de cada verso, valiéndose principalmente de una pauta musical. De esta manera, el autor deja que sus poemas surjan por libre asociación, alejándose del coloquialismo característico de sus primeros libros. Así nos lo confiesa en «Inter Densas», uno de los mejores poemas del conjunto: “Pared de gravedad sonora que cae // Va cayendo suavecito para reventar / Blanco tapiz cual encaje en / Supremo intento capta mi lenguaje”.
Reinhard Huamán Mori
Barcelona, 24 noviembre de 2008
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