Cromwell Pierre
"Pero el FUEGO es el signo de morir con importancia"
"Pero el FUEGO es el signo de morir con importancia"
César Boyd
"¿Ves como se edifica el POLVO?"
Ronald Calle
"Nos vamos lentamente, como aferrados al AIRE"
José Abad
Signos de pugna
Signos de pugna
SIGNOS es una posibilidad laberíntica, un colapso instantáneo.
SIGNOS es la existencia para completarla con lo que nos falta de caos. Es dulzura y asco, pues el gusto es contradictorio en sí mismo, como en Poesía.
Manifiesto de la Contradicción es proclamar respeto hacia todos los entes disímiles: castidad-impudicia, simplicidad-complejidad, ignorancia-sapiencia, y todo lo que sea pugna y oposición; pues en Poesía adquieren su monismo incondicional o su separación absoluta, como se da en la propia vida: con contrariedad y deformación.
La otredad
SIGNOS es muchas carnes juntas, opuestas y complejas.
Hacemos nuestro el desasosiego de Bernardo Soares, la ansiedad de Juan Pablo Castel, la decepción de Hans Schnier, las búsquedas insatisfechas de Antoine Roquentin, la lúcida locura del Famoso Hidalgo, la bipartición del Dr. Jekyll, las perradas de los cadetes del colegio militar, la ceguera blanca de los personajes de Saramago; y a la vez todo lo contrario, para que se completen las oportunidades de existencia y conexión con las formas y las desproporciones del ser.
En Poesía, SIGNOS busca, encuentra, pierde, recupera, vuelve a perder, busca definitivamente para la acumulación de vida y de sentido: y aquí se expresa con los símbolos que retuercen el camino de la Verdad y la Mentira: con las palabras lanzadas hacia un pozo, una cúspide, un limbo; las palabras que algo condensan, algo insinúan en este abismo voluntario; sin embargo la Poesía habla mejor que un manifiesto, pues la Poesía es ignorar, no-saber, intuir; es decir, es la dignidad a que se aferran los predicadores.
Poeta, voz y resonancia
Poeta, voz y resonancia
En toda su normalidad, el Poeta es un apóstol del exilio y la reclusión.
Nuestro oficio no consiste en escribir sólo lo que sentimos, tampoco en sólo sentir por los otros; nuestro oficio es más excelso. Tenemos la fe de los abandonados, la extraña causa del diligente, el pesimismo de los hambrientos, el optimismo del neófito, la lujuria del introvertido y la castidad del buitre muerto. Lo que decimos se nos reduce al ocio, lo cual es grandeza e insignificancia. Creemos en las contradicciones y en las voces sencillas y profundas que poseen una letanía humanizante.
No es suficiente una puesta de sol o una noche de luna para escribir Poesía. Cada suceso, cada mínimo movimiento, por más pedestre que sea, encierra un misterio, y el Poeta no sólo puede describir ese misterio, sino revelarlo a los que no son capaces de percibirlo. Porque no hay mayor entendimiento del mundo que la contemplación ni mayor contemplación que la Poesía. Nuestro asunto consiste en el entendimiento, jamás en el complejo adánico.
Para SIGNOS, ser Poeta no es estar enamorado del mundo, sino es inconformarse con todo lo que “es” él en su coloquialidad, por eso se lo destruye y reconstruye desde la Poesía.
Poesía, insurrecta mundana
Para SIGNOS, ser Poeta no es estar enamorado del mundo, sino es inconformarse con todo lo que “es” él en su coloquialidad, por eso se lo destruye y reconstruye desde la Poesía.
Poesía, insurrecta mundana
La Poesía es la vida misma en su forma más pretenciosa y rotunda, y yace plasmada en la más soberbia forma de existencia: la escrita.
SIGNOS enarbola la contradicción en esa existencia. Contradecir el ser es crearse y recrearse uno nuevo, es modificar la carne constantemente, es ser la bipartición de un absoluto como lo es el hombre, entonces queremos distorsión y antagonía para hacer la Poesía autosuficiente; pues ésta soporta el mundo cuando ni él se soporta, controla el caos cuando las utopías lo condenan.
La Poesía es amoral, apolítica y apátrida. No es denunciante. La denuncia es la politización de una misericordia y de una respiración. Ella no es el remedio; es la carga, la convulsión, la resonancia.
La Poesía habla por el Poeta. El Poeta es sólo su instrumento.
SIGNOS no desea amoríos con la Poesía, aunque nos vence su atracción: es reserva de lujuria y desquicio, la paz y la guerra, la persecución y el hallazgo. La Poesía es una fuga y un encierro.
SIGNOS la utiliza. Pernocta con Ella. La abandona. La recupera. La vuelve a abandonar para quedársela entre sábanas.
En Poesía, la significación llega a su nivel más alto, tal es el logro de la lengua, su gloria, su atributo máximo, su vuelo cósmico. Ese tope supremo e inmejorable es el fin del lenguaje artístico, sólo superado por él mismo. SIGNOS exige de ese lenguaje sus caminos de refulgencia y oscuridad, de polisemia viva, sin falsear los trazos y sin forzar las claves.
La Poesía es lo más antinatural que existe. Es desorden y espasmo.
Ella lee el mundo, lo desfigura, lo excusa, lo superpone, lo hermetiza, lo simplifica, lo plasma, lo disocia, lo maldice, lo bendice; pero jamás lo salva. Si ese fuera su efecto, estaríamos en el paraíso. La Poesía no se salva ni así misma y SIGNOS tampoco.
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