Carlos Germán Belli. El alternado paso de los hados. Valencia: Pre-textos, 2007.
Artísticamente maduro desde su juventud (años 50 y comienzos de los 60), el gran poeta Carlos Germán Belli (Premio Pablo Neruda 2006) ha alcanzado una plenitud inusitada -una de las mayores de la poesía actual en lengua española- en las dos últimas décadas, de una fecundidad tal que la hemos calificado de “otoño” (tiempo de la cosecha) en nuestro prólogo a sus “Versos reunidos” (2005).
El propio Belli asiste estupefacto, dada su natural modestia y “baja autoestima” (p.13), a esta especie de cuerno de la abundancia de la creación poética en sus manos a punto de cumplir 80 años de edad. Lo anunciaba tácitamente en “Boda de la pluma y la letra” (1985) y lo proclama señero en “¡Salve, Spes!” (2000), “En las hospitalarias estrofas” (2001 y 2002), “La miscelánea íntima” (2004) y, ahora, “El alternado paso de los hados”. En este último poemario se autorretrata en “otoño” productivo ¡cuando él temía que la vejez le traería solo “tinieblas”), en contraste con la canción “coja” de sus años juveniles: “y la oscura noche pasa a ser aurora / en medio del pasmo / de aquel que creía en tinieblas todo. / Y llegó el otoño y las circunstancias / de la boda atávica desta pluma y letra (...) Es el feliz tiempo desconocido antes, / cuando ahora el numen viene acompañado / del férvido amor y el saber celeste” (pp. 24-25).
Lejos de las trampas de la egolatría, Belli atribuye el mérito al poder rítmico de las “hospitalarias estrofas” creadas en Europa en los siglos XI-XVI. Vallejo, en Trilce XXXVI, celebra el potencial de la carencia: el gago Demóstenes (ejercitándose con guijarros dentro de su boca para articular con mayor fuerza y precisión) devino en el máximo orador griego. Hablante incapaz de redactar una ‘gacetilla’, el joven Belli, al dejarse guiar por el acompasado ritmo de las estrofas más rigurosas (sextinas, villanelas, canciones petrarquistas, etc.), fructificó en poeta inmenso a pesar de la desazón que le causa la penuria espiritual de nuestra época: “un secreto plan / a favor de quien en Babel / va sin remedio a trompicones, / que él ha terminado inspirándose / en formas que los viles siglos / no han podido menoscabar” (p. 14).
Contra el vano individualismo de los que se creen "genios", Belli comprende que la auténtica genialidad se nutre de las raíces colectivas, en su caso greco-latinas. Lo sostiene en uno de sus mejores poemas. “El lado oscuro de la conciencia”, en el que se avergüenza de ser poeta famoso cuando numerosos antepasados suyos fueron analfabetos o padecieron hambre: “Y allá va con las dos orejas gachas / sin saber qué hacer ni por dónde ir, / avergonzado aún de su propia sombra (...) con las trazas de un puntito”. En arrebato genial comprende “que él es un humano eterno /justamente por los azules genes / anidados en sus antecesores, / que entonces no sabían / el tesoro que en sí tenían ya, / hoy brillando por fin / en el gran vergonzoso a plenitud, / que come las mies y además le canta / por el haber grecolatino numen” (pp. 44-45).
NUEVOS POEMAS
El título: lo positivo y lo negativo se suceden en la existencia, de modo tal que ni la dicha ni la tristeza están claramente separadas entre sí, ni mucho menos resultan perdurables: “Es el rítmico paso de los hados acá, / que acompasadamente desata inexorable / los cambios bruscos del vivir/ cuando muda la miel en hiel de modo súbito, / o ésta en aquélla” (p. 50). En el libro campea la solidaridad con los segregados y los disminuidos, sabiéndose el propio poeta un “hablante con baja autoestima” (p. 13); en compensación, la carencia se troca en plenitud, en realización gozosa, al plasmar la comunión con la naturaleza y los demás, todo gracias al ritmo secular de las "hospitalarias estrofas" forjadas por los grandes poetas del pasado.
Tomado de El Comercio, domingo 4 de marzo 2007. C13.
Artísticamente maduro desde su juventud (años 50 y comienzos de los 60), el gran poeta Carlos Germán Belli (Premio Pablo Neruda 2006) ha alcanzado una plenitud inusitada -una de las mayores de la poesía actual en lengua española- en las dos últimas décadas, de una fecundidad tal que la hemos calificado de “otoño” (tiempo de la cosecha) en nuestro prólogo a sus “Versos reunidos” (2005).
El propio Belli asiste estupefacto, dada su natural modestia y “baja autoestima” (p.13), a esta especie de cuerno de la abundancia de la creación poética en sus manos a punto de cumplir 80 años de edad. Lo anunciaba tácitamente en “Boda de la pluma y la letra” (1985) y lo proclama señero en “¡Salve, Spes!” (2000), “En las hospitalarias estrofas” (2001 y 2002), “La miscelánea íntima” (2004) y, ahora, “El alternado paso de los hados”. En este último poemario se autorretrata en “otoño” productivo ¡cuando él temía que la vejez le traería solo “tinieblas”), en contraste con la canción “coja” de sus años juveniles: “y la oscura noche pasa a ser aurora / en medio del pasmo / de aquel que creía en tinieblas todo. / Y llegó el otoño y las circunstancias / de la boda atávica desta pluma y letra (...) Es el feliz tiempo desconocido antes, / cuando ahora el numen viene acompañado / del férvido amor y el saber celeste” (pp. 24-25).
Lejos de las trampas de la egolatría, Belli atribuye el mérito al poder rítmico de las “hospitalarias estrofas” creadas en Europa en los siglos XI-XVI. Vallejo, en Trilce XXXVI, celebra el potencial de la carencia: el gago Demóstenes (ejercitándose con guijarros dentro de su boca para articular con mayor fuerza y precisión) devino en el máximo orador griego. Hablante incapaz de redactar una ‘gacetilla’, el joven Belli, al dejarse guiar por el acompasado ritmo de las estrofas más rigurosas (sextinas, villanelas, canciones petrarquistas, etc.), fructificó en poeta inmenso a pesar de la desazón que le causa la penuria espiritual de nuestra época: “un secreto plan / a favor de quien en Babel / va sin remedio a trompicones, / que él ha terminado inspirándose / en formas que los viles siglos / no han podido menoscabar” (p. 14).
Contra el vano individualismo de los que se creen "genios", Belli comprende que la auténtica genialidad se nutre de las raíces colectivas, en su caso greco-latinas. Lo sostiene en uno de sus mejores poemas. “El lado oscuro de la conciencia”, en el que se avergüenza de ser poeta famoso cuando numerosos antepasados suyos fueron analfabetos o padecieron hambre: “Y allá va con las dos orejas gachas / sin saber qué hacer ni por dónde ir, / avergonzado aún de su propia sombra (...) con las trazas de un puntito”. En arrebato genial comprende “que él es un humano eterno /justamente por los azules genes / anidados en sus antecesores, / que entonces no sabían / el tesoro que en sí tenían ya, / hoy brillando por fin / en el gran vergonzoso a plenitud, / que come las mies y además le canta / por el haber grecolatino numen” (pp. 44-45).
NUEVOS POEMAS
El título: lo positivo y lo negativo se suceden en la existencia, de modo tal que ni la dicha ni la tristeza están claramente separadas entre sí, ni mucho menos resultan perdurables: “Es el rítmico paso de los hados acá, / que acompasadamente desata inexorable / los cambios bruscos del vivir/ cuando muda la miel en hiel de modo súbito, / o ésta en aquélla” (p. 50). En el libro campea la solidaridad con los segregados y los disminuidos, sabiéndose el propio poeta un “hablante con baja autoestima” (p. 13); en compensación, la carencia se troca en plenitud, en realización gozosa, al plasmar la comunión con la naturaleza y los demás, todo gracias al ritmo secular de las "hospitalarias estrofas" forjadas por los grandes poetas del pasado.
2 comentarios:
Que importante es la aparicion de espacio en los diarios para comentar poesia por eso celebro que hoy dia se publicaran estas reseñas sobre belli y sobre peralta, Ojala que Javier Agreda en su acostumbrada columna de los lunes le dedique su espacio a un poemario.
Reconozco que conozco a Belli hace poco, buscando en Google su poesía para subirla a mi Blog "Más Azules" fue que llegué hasta aquí y lo celebro.
Saludos
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