domingo, 4 de marzo de 2007

INDIGENISMO Y VANGUARDIA: ALEJANDRO PERALTA REEDITADO POR RAFAEL OJEDA


Alejandro Peralta, ANDE / EL KOLLAO
Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima 2006. 138pp.

DESDE hace algún tiempo se viene dando un paulatino "desocultamiento" de una de las generaciones poéticas cuya importancia para el espectro literario nacional ha sido trascendental, debido a que significó uno de los primeros intentos de conciliar vanguardias estéticas, políticas y culturales, en una eclosión de cosmopolitismo y andinismo que dominará a la ciudad del lago de los años veinte. Años en los que circularán periódicos de un marcado matiz regionalista, además de un movimiento fundamental para la historiografía literaria puneña: El grupo Orkopata, llamado antes Bohemia Andina, fundado en 1925 por los hermanos Arturo -Gamaliel Churata- y Alejandro Peralta, quienes sacaron a luz el Boletín Titikaka, cuyo mérito residirá en haber promovido aquella particular poética, que, como surrealismo indigenista, marcará luego la obra de Peralta.

De allí la importancia de la reciente edición de Ande /El Kollao, de Alejandro Peralta (Puno 1899- Lima 1973), volumen que contiene la reproducción facsimilar de sus dos primeros libros: Ande, que ocupa la primera parte, e incluye las xilografías con las que Domingo Pantigoso la ilustrara en 1926, y El Kollao, publicado en 1934.

Hay en Ande una secuencia de imágenes surrealistas -"Las calles vestidas de colores corren como culebras por la aldea" (p.36)- y bucólicas que transitan entre un naturalismo mágico, que podría referirnos a pinturas de Archimboldo, ante esa intención de antropomorfizar y zoomorfizar fenómenos naturales -"mientras el sol desde su aeronave / arroja bombas de magnesio / Desde la concha-perla nítida de una nube /se desgrana un racimo de gaviotas" (p. 41)-, con un claro interés por exhibir virtudes andinas marcadas de un fuerte cosmopolitismo manifiesto en aquella sucesión de referencias tecnológicas -aviones, hélices, telescopios- y alusiones a iconos de la cultura occidental, como Wagner y Beethoven, que encarnan su aspiración de acceso integral a la modernidad.

En El Kollao las descripciones son más territorializadas, la ciudad rural ya tiene nombre y muchos toponímicos, con múltiples giros quechuas, aimaras/alusiones a la música tradicional y un realismo que transmite un mayor compromiso ante la condición subalterna del indio. Hay una voz menos impersonal e implicada en la vida colectiva, y una unidad temática cuestionable en el libro, debido a que los poemas iniciales van construyendo un clima amoroso -"Hiladora de mis latidos / acaba ya de hilar / la lana rosa de este amor"(p.93)-, que se quiebra a partir del poema "Kollas", con referentes colectivos integrándose a la denuncia social -"veinte familias fueron echadas de sus agujeros / Fusil en la mano el mayordomo arruma la cosecha / Para que se pudran se hundió en la cárcel a los hijos de la tierra/ El patrón se ha ido a Europa quedan sus indios i sus haciendas"(p. 104)-, para dar un giro final en los versos que seguirán a "Orkopata", con un entorno sensiblemente familiar, confesional y expresionista.

El imaginario andino armoniza con las visiones surrealistas, en tanto el cosmopolitismo de 1926 ha desaparecido en 1934, quizá debido a las alusiones que les hicieran durante la polémica del indigenismo, de 1927, y las críticas de falta de coherencia con la que fueron tachados algunos indigenismos metropolitanos. Algo que pudo afectarlo debido a sus "sospechosas" citas a Pascal, Kant, Schelling, Goethe y Valéry, que abrieran su primer libro, y que en El Kollao habían sido reemplazadas por citas de los nacionales Encinas, Mariátegui, Uriel García y Atahuallpa Rodríguez.

A decir de Luis Fernando Chueca, autor de la presentación del presente volumen, esa apuesta por la modernidad integrada al "problema del indio", justifica que se vea estos intentos de reivindicación indígena, como una compleja dinámica de transculturación -término consagrado más bien por Fernando Ortiz- que promueve, sin quererlo, la integración de la cultura andina en el ámbito de la hegemónica.

Hay, sin embargo, una línea común que une a ambos textos, y es la persistencia en la actitud vanguardista de sus construcciones lingüísticas y onomatopéyicas, y en esa ausencia de puntuación y erratas desprendidas de la incorrecta acentuación de algunos monosílabos. En suma, un libro que ante la inubicabilidad de las antiguas ediciones, pasará a convertirse en un valioso documento que permitirá apreciar las cualidades visuales y tipográficas de estos dos poemarios presentados como los logros más importantes de la vanguardia poética indigenista nacional.

Tomado de El Dominical de El Comercio, 4 de marzo 2007. p. 13.

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