Por Alfonso Cortínez T.
Las Últimas Noticias, Viernes 24 de Noviembre de 2006
En su cuarta publicación, el autor, una de las figuras más interesantes de la escena poética nacional, recicla toda clase de basuras visuales y auditivas.
Siguiendo un camino más bien silencioso y ajeno a las minucias del beligerante medio literario nacional, Andrés Anwandter ha llegado a ser indiscutidamente uno de los poetas chilenos más interesantes de la actualidad. Su trabajo, que se pasea desde lo convencional hasta el experimentalismo más desaforado, tiene un pie en la tradición y otro en las arenas movedizas de la vanguardia. Con la misma tinta escribe endecasílabos y garrapatea sopas de letras. Un día lee en público un poema clarísimo sobre la bandera de Chile y al día siguiente usa el micrófono para emitir unos ruidos que parecen provenir de la estratósfera.
Entre ambas aguas Anwandter entrega ahora "Banda sonora", su sorpresivo y sorprendente nuevo libro, editado por Libros La Calabaza del Diablo. Se trata de un poema largo pero breve: son casi cincuenta páginas, pero se leen en diez minutos, ya que cada verso tiene a lo sumo tres palabras. Su monótono ritmo, que rompe las frases en pedacitos, va entrelazando con una acuarela de imágenes poéticas, lo que da una extraña sensación de inestabilidad.
"A mí me interesa producir ese desconcierto en el lector: que no sepa si atenerse al ritmo, más o menos invariable, o a la variación contínua de las imágenes", dice Anwandter.
- Tú hablas de imágenes que "el sueño recicla". ¿Qué diferencia hay entre eso y la escritura automática?
- Aunque pueda parecer lo contrario, la escritura de este libro es muy controlada, nada de automática. Ahora bien, ese control obedece a reglas bastante arbitrarias y tiene que ver justamente con mostrar cómo funciona el sueño, según yo: cortando y pegando del modo más inesperado los restos de la experiencia diurna. Entiendo que Fredric Jameson apunta a algo similar cuando habla de un "surrealismo sin inconsciente", a propósito de los procedimientos del video-arte. Yo lo llamo "reciclaje", porque pienso que de la experiencia diaria contemporánea nos van quedando puros residuos, basura visual y auditiva que no se descompone fácilmente.
- A veces, el hablante se sale del sueño y aparece con bolsas de supermercado, pañales y "las prendas/ que el crédito fácil/ otorga".
- Se me ocurre que es más bien difícil separar sueño de realidad. Si la realidad es lo que sucede "aquí y ahora", hay que reconocer que entramos y salimos de esa realidad a cada rato, ya sea pensando, imaginando, leyendo, escuchando música o viendo televisión.
- "Todas/ las ruedas/ del mundo/ se engranan/ y cruje/ la máquina", dicen los versos casi finales.
- Hay algo que me fascina de esos estados ambiguos que se dan en el tránsito entre el dormir y la vigilia, y particularmente del despertar, que es notar cómo el mundo de la vigilia se va reconstruyendo pieza por pieza. A eso alude esa parte del texto. Uno se había echado el pollo durmiendo, luego comienza a presentir que viene el día por una serie de ruidos y, al momento de abrir finalmente los ojos, se da cuenta de que la máquina social sigue ahí completa, esperándote en el mismo lugar en que la habías dejado la noche anterior.
Spaghetti western
La portada de "Banda sonora" tiene un diseño que recuerda notoriamete a las películas de vaqueros norteamericanos: junto a la clásica tipografía del spaghetti western, una trama vertical evocadora de la manta que usa Clint Eastwood en "El bueno, el malo y el feo". El libro, a su vez, está poblado de imágenes que son como visiones de entresueño, espejismos del pistolero en los desiertos del lejano oeste.
- ¿Qué le parecen esas especulaciones?
- No lo había pensado de ese modo, pero me encantan como especulación. Por otro lado, creo que es probable que bajo la serie de imágenes que se desvanecen unas en otras no haya más que un desierto, "el desierto de lo real", como dice Morfeo en la película "Matrix".
Tomado de www.letras.s5.com
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