Yo no sé qué razón persigue el frío
entre la soledad en que me embarro
perdidamente, como muerte en lío,
pero al pie de mi pena yo me agarro.
Confío fuertemente en mí, seguro
de mi honradez, de que jamás en vida
demostrarán que maltraté, ¡os lo juro!,
a nadie, y tengo mi alma más florida
que el total Cosmos, que la Tierra entera,
que los anchos océanos, que el hielo
de los que mienten, roban sin piedad.
Que hablen -¡bah!- como una escupidera
más y más, que protejan más sin cielo
sus crímenes: no borrarán ¡crueldad!
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