Breve reflexión sobre los moldes y estados de la materia poética en Tiranos temblad (Montevideo: Ministerio de Relaciones Exteriores/Consejo de Educación Técnico Profesional/ Universidad del Trabajo del Uruguay, 2011) de Rafael Courtoisie.
0. Tiranos temblad es un libro a manera de antología que reúne la poesía en prosa -de 2004 a 2010; aunque planteada como una retrospectiva- del vate uruguayo Rafael Courtoisie (1958). Este libro se encuentra compuesto por cuatro poemarios íntegros (Tiranos temblad –inédito–, Poesía y Caracol (2008), Sevilla: ed. Sibilina; Amador (2006), Barcelona: Thule Ediciones; Todo es poco (2004) Valencia: Pre-textos).
La poética de Courtoisie (Premio Internacional de Poesía Loewe 1997, entre otros) se inscribe en una (su) tradición personal, en la que la voz poética conversa consigo misma como si también fuera otra. Es decir, la voz o las voces de los textos se presentan en constante tensión, cuestionando los mundos que evocan y los factores que los germinan, alimentándose y estableciendo así, entre ellos, un constante vínculo enriquecedor. Su escritura de apariencia sencilla y de voz cotidiana, donde la materia marca el ritmo de su pulsión, se caracteriza por una profunda y aguda reflexión, marcada por una capacidad de hundir hasta las raíces todas las categorías de juicio. A partir de este comentario, propongo cinco entradas –o límites de tensión dentro de la propuesta ético-estética– que considero constantes en la mayoría de los textos.
0.1 Seducción: escala melódica
No seré el primero en dar cuenta de una de las particularidades que la poesía de Rafael Courtoisie, sea en prosa o verso, ofrece: una constante seductora con matices eróticos, cuando así lo requiere el texto. Y ahí reside uno de los primeros límites, pues la forma en la que se encuentran agrupadas las palabras se hace poseedora de una voz íntima, a la vez delicada en su decir, pero potente en su signo, como si al oído nos colocaran una flor y ésta evocara hasta el más hondo filamento todo su proceso de supervivencia y marchite. De este modo, la voz poética conforma el espacio y establece una escala melódica, donde el registro es la imagen del poema que provoca la interiorización de una realidad palpable, diaria, nada lejana. En esta escala las imágenes asumen la postura de un péndulo: en su ir y venir elíptico los versos resuenan una y otra vez en lo que nombra su silencio –reflexión–. Así, producen ese lado inaprehensible de la poesía: ser capaces de transmitir lo sensitivo en lo que desean expresar. (Desde el lado del lector, los versos se vuelven, con atrevido sentido de sinceridad de estos, actos). Esta es la seducción, cuando la voz del otro –la voz del poema y la voz poética–, en sus tonalidades, como una delgada e invisible aguja se incrusta imperceptiblemente y propone indagar toda situación desde sus límites.
0.2 Ironía: pensar desde lo opuesto en busca del equilibrio
Otra de las claves de la poética de Courtoisie es la ironía, pues hasta en la misma forma de presentarse la poesía cuestiona -en sí misma- su existencia (ser y estar). Este recurso se complementa con el planteamiento de que la anécdota-reflexión parte de pensar en lo opuesto: saber el contraargumento y contrasentido y hallar en ellos los elementos necesarios para plantear el equilibrio, como si fuera un funambulista. Además, las ideas permean la sensación de ir desde lo más complejo hasta lo más sencillo –de ahí el uso de refranes y situaciones que pueden resultar cotidianas– develando una condición poética límite que todo lo rodea, sin ser aprehensiva: permite entrar y salir al mismo tiempo, por una vía de una sola dirección, del mundo propuesto (simultaneidad y multiplicidad). De este modo, los textos someten hasta a sus referentes metatextuales a un proceso interrogatorio que los desnuda hasta su esencia, para ser reescritos al abrigo persistente de convertirlos en un espacio nuevo, común, que para conocerlos, nueva y constantemente, se les vuelve a explorar.
0.3 Cotidianeidad: trasvase de la voz
La exploración de los mundos recreados empieza por el entorno más inmediato, donde la voz se enajena y se convierte en molde y materia sobre la que se construye y alimenta. Y se devuelve y se trasvasa no a la palabra, sino a la situación que el texto plantea. De este modo, establece una sólida y lúdica estructura, que constituye una primera estancia plástica ante la materia que ha de ser esculpida, labrada, arada, cincelada. Los mundos posibles planteados no expulsan al lector, tampoco lo hacen un extranjero, sino que lo colocan en una frontera –un lugar que aparenta ser límite– que se abre y se cierra, ya que articula el complejo ejercicio de lo poético en los espacios que se presuponen simples: así el pulso interno y la conformación de lo versado, sin importar la extensión, privilegian la in-tensión.
0.4 Términos: estancias materiales
Una segunda estancia plástica serán los estados sólidos de la palabra en su naciente química- física-biológica. Los textos confrontan un vértice de los límites: los significados y significantes establecen vínculos simbólicos de resemantización, convirtiendo esos textos de aparente verbalización sencilla en materia profunda de luz que no deja de ahondar. El uso de términos que se pueden considerar como “no poéticos” detienen, en un primer momento, la lectura, hasta que se les asimila: del balbuceo, el silabeo torpe, nos devuelven con un violento impulso a la pausa fluida de los poemas y a sus términos de moldes no estáticos. En todo momento, los textos virtualizan una situación de movimiento, tal vez al ritmo ondulante y contracorriente de un estuario. Si la materia poética en los textos de Courtoisie fuese una roca, su superficie sería tersa y su cuerpo mutaría simultáneamente en agua, tierra y aire.
0.5 Desacralización: “¿lo humano?” como centro
En los textos de Courtoisie no hay un centro o figura central que rija el mundo que no sea “¿lo humano?”. Toda categoría de autoridad o convención social –mítica, religiosa, moral, biológica, física, sexual, erótica, hegemónica, homogenizante, entre otras– queda desacralizada, pues los símbolos/metáforas que transmiten los textos cuestionan la instancia de Realidad, la condición humana y esa –extraña– justificante llamada Razón. Sea la Imaginación –la regla de excepción de sí misma– y su impulso los argumentos más reales para sobrevivir: todos los textos, sin exclusión alguna, han sido creados a partir de ella y son reales, en el sentido del aliento más vital de la pasión.
POEMAS DE RAFAEL COURTOISIE
Tiranos temblad
De este don sacrosanto la gloria merecimos:
¡tiranos temblad!
¡tiranos temblad!
¡tiranos temblad!
Libertad en la lid clamaremos,
¡Y muriendo, también libertad!
Francisco Acuña de Figueroa
(Himno Nacional de la República Oriental del Uruguay)
Todos los habitantes del país son tiranos. Desde el más débil al más fuerte, desde el más adusto y solemne hasta el más suelto y alegre.
La tiranía es una enfermedad endémica y contagiosa que penetra en la carne y la vuelve tensa, vehemente, ominosa.
Un niño de dos años aprende a despedazar sus juguetes: los tortura, los hace confesar con extrema delectación y gozo crímenes improbables, conspiraciones invisibles, pecados contra la pueril autoridad que ahora los manipula y desmenuza en busca de la Verdad.
El niño crece, cumple tres años, le obsequian otros juguetes mejores, más sofisticados, formas humanas, muñecos y muñecas articulados, enteros.
Plástico color carne.
El niño sonríe y agradece. Es un buen chico.
Luego, en la penumbra de la casa, en la intimidad de su habitación, los retuerce, los cuelga, los estira con todas sus fuerzas hasta desmembrarlos.
Espera que griten, que digan «ay» hasta desgañitarse. Pero las formas de los muñecos y muñecas permanecen mudas, empecinadas, resueltas en su angustia de poliuretano, detenidas en el interior de su sustancia inerte, hueca, sin decir palabra.
Son duros, difíciles de interrogar.
Pero nada es imposible si se aplica método. La paciencia es importante.
El dolor hace cantar a las piedras.
Al fin, los muñecos terminan por confesar.
Y ese mismo niño, ese niño inocente, crudelísimo, que juega y balbucea bajo la pálida luz con sus juguetes cuando crezca será, más temprano que tarde, descuartizado por sus hermanos de sangre.
El autor de la Biblia
El autor de la Biblia no es Dios. Al contrario: se trata del más bajo de sus empleados, apenas un escriba a sueldo, tembleque, debilucho, un idiota que se relame con las escenas de violencia que abundan en las escrituras, con las escenas de sexo (sobre todo con el incesto de Lot y sus hijas), que goza zafio, babeante, en los pasajes donde impera el delirio (por ejemplo en el Apocalipsis erróneamente atribuido a San Juan y al efecto de hongos alucinógenos).
El autor de la Biblia es un pobre tipo que tiembla.
Un pobre diablo.
Tribulaciones de la jirafa
–No hay bufanda que alcance.
–No quepo en el tren.
–He perdido la almohada.
–Salen muy caras las corbatas.
–Me duele la garganta: el fin del mundo.
–No hay mal que por bien no venga.
–Yo no me inclino ante nadie.
–Toco el cielo con la boca.
–Y con las puntas de las orejas.
–Me gusta África.
–Desde arriba, la realidad tampoco es fácil.
II Toda regla tiene su excepción (Apología de las ovejas y de las perlas negras)
Si toda regla tiene su excepción esta misma regla debe tenerla, por tanto no toda regla tiene su excepción y esto conduce a una conocida e insoportable paradoja griega, a uno de esos oscuros callejones sin salida de la lógica proposicional.
Las ovejas negras son la excepción. Las blancas son la regla.
En un rebaño de ovejas negras la rara, la rebelde, la ácrata y desobediente es la oveja blanca. Pero los rebaños de ovejas negras son más raros.
Defender la existencia de las ovejas negras y de las perlas irregulares es un deber moral, un imperativo supremo de la conciencia.
Por suerte existen las ovejas negras. Ellas proclaman que no toda lana es blanca. Afortunadamente existen las perlas negras, ellas manifiestan que la costumbre mata.
Ovejas y perlas son parte del universo. Las estrellas infinitas y las minúsculas bacterias forman parte del orden kantiano y nacarado universal, excepto las ovejas y las perlas negras.
Gracias a estas ovejas distintas, gracias a estas perlas de raza diferente, la humanidad se salva de las cadenas ciegas de la obediencia.
La madre
Soy la regla. La medida del misterio. Cada veintiocho días, el ciclo de la luna. El sol aritmético: toda regla tiene su excepción; toda luz, un palmo de sombra en su interior.
Hazme un hijo. Pero antes, consulta el oráculo.
Interroga los grabados de Goya acerca de los sueños de la razón.
Los elementos
El calcio, por ejemplo, que vive en los huesos, que abunda aún después de ocurrido el deceso, entre los restos de los camposantos, entre las osamentas. El calcio blanco y sin medida, como una luz callada y somnolienta.
El hidrógeno y el oxígeno, que juntos hacen el agua y con el agua la transparencia y el rumor del mar, el hidrógeno tan liviano y el oxígeno vital que está en la suerte, en el destino que se respira junto al murmullo verde de los arroyos.
El nitrógeno, gaseoso.
El mercurio que envenena. El paladio, raro, invisible. El potasio y el sodio.
La sombra, cuya sustancia misma se desconoce y el miedo, hecho de partes de muertos, el miedo que se eriza y se clava en un nervio negro.
El mineral del odio, el metal de la alegría.
La apariencia del cobalto, el sentimiento del bromo.
La luz del carbón, el peso del canto.
Salta una rana en el agua y se disuelve el poema.
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