martes, 4 de agosto de 2009

PALABRAS DE HUMO: LA COLUMNA DEL ESCRITOR ESPAÑOL MARTÍN CID

Otras miradas

Seguramente todos los que se dejan caer por estos lares han tenido el privilegio de leer “Así Habló Zaratustra”, de Friedrich Nietzsche (y si no lo han hecho, cosa que dudo, lo recomiendo fervientemente). ¿Quién no ha sentido entre sus páginas y palabras la fuerza del hombre que trasciende su propia humanidad para convertirse en un dios entre los hombres? Zaratustra baja de la montaña y nos ofrece el fruto de años de reflexión: el super-hombre.

No vengo hoy a hablaros del super-hombre (que nada tiene que ver con la kriptonita, por cierto), sino de la esencia profundamente literaria que se destila en toda la obra de Nietzsche. La fuerza que percibimos es una fuerza terroríficamente novelística y poética, el nervio de la palabra bien escrita. Conocemos al alemán por los manuales de filosofía pero, ¿por qué no figura en los literarios? Creo que a partir de esta elección se han cometido muchas equivocaciones y, sobre todo, se han hecho cometer.

Cuando se habla en los círculos literarios de esa “novela filosófica” no se hace sino con cierta ironía y con el colmillo torcido. Muy pocos consideran este tipo de literatura eminentemente literario, sino que se pierde en vericuetos que poco o nada deberían importar al novelista. ¿Acaso es la función del novelista escudriñar las jergas para llegar a una verdad metafísica? No –dicen algunos que no yo-, la función del novelista es representar la realidad y a sus gentes, mostrar su tiempo con las historias. Entonces, me pregunto, ¿en qué se diferencia la novela del periodismo? Aquí es cuando mis (numerosos) detractores se frotan las manos y responden con seguridad: la novela no tiene porque contar la realidad, pero tiene que narrar la misma. Estos mis detractores son también los detractores de Joyce y de toda realidad literaria ajena al canon “estético” imperante (dícese: contar una historia de manera clara y entretenida para el lector).

En una columna anterior hablaba sobre la falta de ambición estilística por parte de los escritores: ¿no es también una falta de ambición la aquiescencia con el criterio estético primero? ¿Por qué negar otras posibilidades más eclécticas? No ha habido en la Historia de la Literatura una misma línea, y hay numerosos autores que han seguido diversas líneas. ¿Acaso entonces las mentes pre-claras que niegan cualquier otro tipo de narración han llagado a la solución a la cuadratura del círculo? Cuando Apollinaire “inventó” los caligramas estaba precisamente buscando trascender la literatura y hacer de la forma pictórica una forma literaria (bien sabemos de la mutua influencia entre Picasso y el francés). Las tendencias naturales de la novela (contar historias) tomaban mil formas que ni el mismo Ovidio pudo imaginar: la literatura era entonces música y ritmo y hacía alusiones a miles otras artes y todo era literatura hasta que llegaron tijera en mano los nuevos novelistas con gafas y aire de profesor alejandrino:
-Soy catedrático en literatura y novelista, y la única función de la literatura es narrar, de manera clara, una realidad que existe en la novela como reflejo del mundo.

Son los hijos de la revolución industrial y de la producción en masa: nos han dado un mono en el que pone novelista, poeta o autor y nos obligan a cumplir con nuestro trabajo sin salirnos de las líneas maestras que la empresa (editorial) requiere. ¿Dónde queda la imaginación y la creatividad entonces? Queda para esos otros que no fueron filósofos ni fueron literatos y se llamaron Nietzsche y escribieron libros sobre santos locos. ¿Utilizaron un lenguaje filosófico? Utilizaron el lenguaje del alma, no el que desde el sistema impusieron los poderosos. No siguió el alemán el canon kantiano de escritura filosófica (dícese: aburro a las piedras), ni siguió Joyce el canon narrativo imperante: ambos inventaron una forma híbrida de filosofía y novela, ambos pusieron su grano de arena en la Historia de las Artes.

Preguntarán algún día a la posteridad qué hizo nuestro gran didáctico catedrático: ¿qué hiciste al convertir al novelista en un instrumento de la producción en masa?
La posteridad guardará silencio, porque nunca se preocupa la posteridad de los mediocres.

Así habló Zaraturstra.
Sólo silencio.

Martín Cid

1 comentario:

layla dijo...

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