En calidad de primicia publicamos el prólogo a “Movimiento perpetuo” Obras Poéticas Completas de Óscar Hahn (Co-edición Centro Cultural de España y Lustra Editores). Dicho libro será presentado el viernes 1 de agosto a las 8:30 p.m. en la FIL- Lima; Auditorio Ricardo Palma (Centro de Convenciones del Jockey Plaza) con la presencia del poeta chileno Óscar Hahn y los comentarios a cargo de Ricardo Ramón Jarne (director del C. C. de España) y Víctor Ruiz Velazco (director de Lustra Editores):
Hace pocos días hablaba con un amigo sobre el significado de la palabra Chamán, utilizada sobre todo en el lenguaje de la medicina alternativa y que tiene sus raíces en ritos ancestrales, que, a mi parecer, define como pocas palabras aquello que nombra: “curador con palabras”, o lo que es lo mismo, Chamán: Poeta. Leyendo a Óscar Hahn encuentro que esta definición es doblemente certera, dado el caso que en su obra, además, existe un gran interés por el develamiento de los secretos del inconciente mediante el uso de herramientas psicoanalíticas (el psicoanálisis como método terapéutico propone la cura del sujeto por medio de la palabra) que él incorpora en su trabajo poético, creando una dinámica en forma de espiral que sube y baja al mismo tiempo; y que pone de manifiesto esa expresión de Heráclito que dice que el camino que sube y el camino que baja son uno y el mismo. Para poner otro ejemplo, la filosofía Zen (ying: mujer), que aparentemente se encuentra en contraposición de la filosofía de Confucio (yang: hombre), propone que la verdad, la paz, el entendimiento pleno, fines supremos a los que el hombre debe acceder, no está en seguir el camino del ying o el del yang, sino en el camino del medio: La unión de los contrarios. También los seguidores de Sidartha hablan del equilibrio: el punto exacto en que las cuerdas de un instrumento llegan a tocar la nota deseada por su ejecutor. Si éstas se encuentran muy flojas no producen un sonido armónico, y si, por lo contrario, se encuentran muy ajustadas, podrían romperse. La obra de Hahn es pues también una búsqueda de ese camino medio, de ese equilibro, ya que explora cada una de las dicotomías que rigen la percepción que nosotros tenemos del mundo; desde luego que cuando digo nosotros, condiciono esta percepción del mundo a la cultura occidental, o, como diría Rodolfo Hinostroza, de “Extremo Occidente”, a la que pertenecemos, y de la que también ha dado cuenta Hahn con sus estudios sobre el cuento fantástico en Hispanoamérica, por ejemplo.
Una llave para entrar con profundidad a la obra poética de Hahn es, volviendo a hablar de lo que significa ser un curador con palabras, el psicoanálisis; que busca en el decir, en ese expulsar el cuerpo en la voz, la curación del yo. En diversas entrevistas y conversaciones Hahn nos ha hablado de aquellos fantasmas que suelen presentársele en la génesis de la escritura de sus poemas, y que, afortunadamente para nosotros, hasta el día de hoy, siguen acompañándolo como sus musas particulares. Es ese justo momento entre el estar dormido y el estar despierto, entre el mundo interior y el externo, el que motiva su exploración en las profundidades del inconsciente. Ya lo dice claramente el poeta chileno en el poema “La muerte es una buena maestra”: El inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos que se echan a volar cuando uno menos lo espera.
Hace pocos días hablaba con un amigo sobre el significado de la palabra Chamán, utilizada sobre todo en el lenguaje de la medicina alternativa y que tiene sus raíces en ritos ancestrales, que, a mi parecer, define como pocas palabras aquello que nombra: “curador con palabras”, o lo que es lo mismo, Chamán: Poeta. Leyendo a Óscar Hahn encuentro que esta definición es doblemente certera, dado el caso que en su obra, además, existe un gran interés por el develamiento de los secretos del inconciente mediante el uso de herramientas psicoanalíticas (el psicoanálisis como método terapéutico propone la cura del sujeto por medio de la palabra) que él incorpora en su trabajo poético, creando una dinámica en forma de espiral que sube y baja al mismo tiempo; y que pone de manifiesto esa expresión de Heráclito que dice que el camino que sube y el camino que baja son uno y el mismo. Para poner otro ejemplo, la filosofía Zen (ying: mujer), que aparentemente se encuentra en contraposición de la filosofía de Confucio (yang: hombre), propone que la verdad, la paz, el entendimiento pleno, fines supremos a los que el hombre debe acceder, no está en seguir el camino del ying o el del yang, sino en el camino del medio: La unión de los contrarios. También los seguidores de Sidartha hablan del equilibrio: el punto exacto en que las cuerdas de un instrumento llegan a tocar la nota deseada por su ejecutor. Si éstas se encuentran muy flojas no producen un sonido armónico, y si, por lo contrario, se encuentran muy ajustadas, podrían romperse. La obra de Hahn es pues también una búsqueda de ese camino medio, de ese equilibro, ya que explora cada una de las dicotomías que rigen la percepción que nosotros tenemos del mundo; desde luego que cuando digo nosotros, condiciono esta percepción del mundo a la cultura occidental, o, como diría Rodolfo Hinostroza, de “Extremo Occidente”, a la que pertenecemos, y de la que también ha dado cuenta Hahn con sus estudios sobre el cuento fantástico en Hispanoamérica, por ejemplo.
Una llave para entrar con profundidad a la obra poética de Hahn es, volviendo a hablar de lo que significa ser un curador con palabras, el psicoanálisis; que busca en el decir, en ese expulsar el cuerpo en la voz, la curación del yo. En diversas entrevistas y conversaciones Hahn nos ha hablado de aquellos fantasmas que suelen presentársele en la génesis de la escritura de sus poemas, y que, afortunadamente para nosotros, hasta el día de hoy, siguen acompañándolo como sus musas particulares. Es ese justo momento entre el estar dormido y el estar despierto, entre el mundo interior y el externo, el que motiva su exploración en las profundidades del inconsciente. Ya lo dice claramente el poeta chileno en el poema “La muerte es una buena maestra”: El inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos que se echan a volar cuando uno menos lo espera.
Así pues, Hahn es paciente y curador al mismo tiempo. Y nosotros acudimos a cada uno de sus exorcismos cada vez que leemos alguno de sus poemas.
Todo poema es “una aproximación al hecho” del que el poeta intenta dar cuenta; a la aparición del fantasma, por ejemplo. El sujeto busca el goce perdido, el objeto de deseo al que intentará aproximarse mediante el lenguaje, en este caso: mediante la palabra. Pero ese acercarse implica siempre un distanciamiento del objeto referido en tanto las palabras no bastan, aunque parezca un cliché, para decir lo Real. Las palabras siempre son metáforas, el signo es arbitrario, y la importancia de unas sobre otras, en determinado contexto, tiene que ver siempre con la capacidad de asociación y discriminación que hacemos de las mismas para comunicar lo que deseamos. El poeta entonces es siempre un demiurgo, un creador de universos y colores que tienen un correlato en el mundo Real al que, como ya se ha dicho, es imposible acceder por medio del lenguaje.
Entonces parecería que los sentidos se vuelven nuestros únicos aliados para develar ese mundo Real, concreto, pero esta ilusión no dura mucho, pues todo lo que pensamos, e incluso soñamos, es decodificado por el lenguaje. Pensamos lenguaje. Parecería no haber escapatoria de esta cárcel de palabras que finalmente es el mundo y que siempre nos lleva a desear (volviendo a Sidartha y el budismo que entienden que la muerte llega con el deseo, muchos seguidores de Freud y Lacan estarían felices), en un ciclo que no termina nunca. ¿Por qué seguir haciendo algo que no nos llevará a ningún lado y que solo nos dejará siempre la posibilidad de ser o hacer, intacta como una idea, entonces? Siguiendo la cita de Heráclito, Eliot decía que lo verdaderamente importante no era perder ni ganar, llegar o no, sino el intento. Yo creo que ese intentar es ya un triunfo, es ya una ganancia, contrariamente a lo que se piensa. El poeta no es un Sísifo que a pesar de saber que al día siguiente la piedra que ha levantado cuesta arriba con tanto esfuerzo aparecerá nuevamente en la parte baja del monte, sigue levantándola como un autómata. Incluso en ese repetirse eterno, la forma en que es tomada la piedra, los pasos que se dan para llegar a lo más alto del monte, el sudor expulsado; serán siempre distintos, y ese es el fundamento que da sentido a todo aquello que parece absurdo, como la persistencia en la poesía, por ejemplo.
En la escritura de Óscar Hahn, es fundamental la percepción e interpretación de los hechos, historia, tradición, lecturas y autores, que alimentan su propia obra; pero que más que influenciarlo le sirven para articularlos a una visión muy particular del mundo, que tiene como sello característico la intertextualidad. Así, donde leo a Hahn también puedo leer a Góngora, Quevedo, San Juan, y más cercanamente a Pound y a Eliot (no son gratuitos los nombres de los poemas “En una estación del metro” y “Peces de colores”, que remiten a textos de estos dos poetas de expresión inglesa, por dar algunos ejemplos). Hahn lee, analiza, interpreta y resemantiza el pre-texto, en tanto elemento anterior al texto, que implica cada uno de los poemas a los que alude, a aquellas voces fantasmales que viven en él como pulsiones de muerte. En sus textos están, y no, todos aquellos poetas que hemos nombrado; están como reescrituras, están en la dialéctica misma del acto creativo, que implica siempre un movimiento perpetuo, y están, y no, en esas pulsiones que dejan entrever destellos de genialidad desbordante. Las posibilidades de asociaciones infinitas a las que puede llevarnos la poesía de Hahn, es lo que hace rica su propuesta, me atrevería a decir en parte laforgueana, en tanto su huída de la univocidad y su constante referencia a la muerte, y jungueana, en tanto implica, en ocasiones, una reescritura del pasado con elementos del presente (léase “Flor de enamorados”, de 1987, reescritura del cancionero anónimo del siglo XVI. Léase asimismo, sus maravillosos sonetos: Y en cada dulce flor de sangre inerte / la muerte va con piel de sal entrando/ y entrando van las flores en la muerte; sentencia en “Gladiolos junto al mar”), por hablar de algunos aspectos formales y fundamentales en tanto pueden servirnos para explicar su forma de poetizar. El resultado, la forma en que plasma su arte, es sencillamente inexplicable; la riqueza de su expresión, el manejo impecable del lenguaje, su maravilloso oído; todo eso, solo podemos disfrutarlo como el misterio gozoso que es y que nos quita el aliento.
No siendo la finalidad de este texto profundizar en la interpretación de poemas específicos de Hahn, ya que lo verdaderamente importante será siempre leer al maestro, y en reiteradas ocasiones he expresado mi posición de entender la obra de Hahn como un gran todo desbordante, pero siempre armónico, que debe ser leído como una única imagen que estalla ante nuestros ojos con la fuerza del universo, dejando el secreto intacto; servirá, sin embargo, para ilustrar los fundamentos teóricos que he intentado rastrear en la génesis de su proceso creativo, detenernos en la reescritura que realiza del poema “En una estación del metro”, ya antes mencionada:
EN UNA ESTACIÓN DEL METRO
La aparición de esos rostros en la muchedumbre;
pétalos de una negra, húmeda rama.
Pound dio cuenta de los aspectos que motivaron la escritura de este poema que le tomó casi dos años terminar y que tuvo por lo menos tres versiones, una siempre más breve que la anterior, y sobre el que reflexiona: Me atrevería a decir que carece de sentido a menos que uno haya sido arrastrado dentro de una cierta vena de pensamiento. En un poema de esta clase, uno trata de registrar el instante preciso cuando algo exterior y objetivo se transforma en sí mismo, o cuando expele de sí mismo algo interior y subjetivo.
En la reescritura que Hahn realiza, el autor va al origen mismo del texto, al revés de lo mostrado por Pound, y nos presenta:
EN UNA ESTACIÓN DEL METRO
Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por las estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre
Como se puede ver, esta reescritura, que presupone la génesis, el pre-texto, o momento previo que provocó en Pound ese sentimiento de comprensión del entorno, que no pudo verbalizar sino hasta muchos meses después de esa primera visión, y que lo llevó a pensar en una nueva forma de expresión jamás antes desarrollada, maneja los mismos referentes que uno puede encontrar en el poema original: sentimiento de pérdida, de desarraigo y desasosiego, que nos deja una pequeña calma, casi una resignación. Esta paz que trasciende el entendimiento y que posteriormente nos lleva a una reflexión, alejada de un entendimiento convencional de el hecho, en tanto aparición, siempre fantasmal, como las musas de Hahn. En resumen: Inspiración.
Increíble que Pound no supiera que hablaba de la inspiración. Como increíble es encontrar aún un poco de inspiración en un mundo como este. Donde la metáfora perfecta de la vida, sería ese vagón del metro en que viajamos, y donde los rostros se suceden, apareciendo y desapareciendo, como una secuencia que no termina nunca. La vida es conocer personas que luego se hacen extrañas. ¡Y cómo se extrañan!, parecería ser la gran coda. Estamos en el vagón, el camino no sube o baja. Nos movemos, y eso es lo que importa. No nos dejamos estar, se trata de resistencia, la vida misma como poesía; como diría Eielson: Hoy más que nunca esa resistencia es necesaria ante el avance de la barbarie, tecnológica o no. El modelo del capitalismo galopante, que todo lo tritura, en Occidente y en Oriente, no tiene raíces en la conciencia profunda de la gente, y una obra de arte auténtica, un poema, un paisaje, un ser amado por su belleza, su sabiduría o su gracia, tienen una potencia emocional superior a cualquier objeto material. No es un asunto para elegidos, puesto que todos tenemos ese tipo de emociones en la vida. Es justamente para preservarlas, para que ellas no desaparezcan nunca, que hay que resistir siempre.
Gracias Óscar.
Víctor Ruiz Velazco
Lima, Julio de 2008
2 comentarios:
un buen blog,por eso te invito a participar en mi blog directorio aquiestatublog.blogspot.com
te conocerán mejor,pásate por mi blog y deja tu dirección en el libro de visitas,visito e invito a los mejores,pero si lo consideras span,te pido perdón
Hola,
llegué a tu blog buscando información sobre Oscar Hahn, a quien pude ver en la feria. y sí, es un gran poeta!
En Porta9.com también acabo de leer un artículo muy bueno sobre él:
http://www.porta9.com/?p=98#comment-1685
Saludos y felicitaciones por el blog!
David
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