Cuando acompañaba a su madre al mercado, siempre le llamaba la atención la sección donde en sendas jaulas exhibían diversos animales. Desde pajaritos hasta monitos.
Insistente pedía a su madre para que adquiriera un ejemplar.
Al fin llegó el día, precisamente el de su cumpleaños y aprovechando este motivo doña Irma decidió darle una grata sorpresa.
Al llegar a casa, a viva voz llamó a Pedrito. Éste apareció como un rayo y vio con alegría una hermosa jaula. En su interior un inquieto pajarito.
Luego de agradecer y besarla, ligeramente se fue al patio.
Su madre atenta miraba a través de la ventana de la cocina. Entonces vio que afanoso manipulaba la puertecita de la vistosa jaula blanca.
- ¡Pedrito qué haces! ¡Cuidado se puede escapar! – Presurosa fue al lugar de los hechos.
Llegó en el preciso momento que la avecilla cruzaba el patio como una veloz saeta, volando directo al bosque a pesar del abundante alpiste depositado en la jaula.
- ¿Qué has hecho?
Pedrito, sosegado y con inusitado resplandor que emitían sus ojos contestó:
- Quiero que en mi cumpleaños todos sean felices. Él se ha ido a jugar con sus amiguitos. ¿Acaso no has visto con qué alegría voló? ¡Gracias mami! – Le dio un sonoro beso y se marchó a jugar. Su madre quedó totalmente anonadada.
Juan Benavente / Lima, 1988.
Insistente pedía a su madre para que adquiriera un ejemplar.
Al fin llegó el día, precisamente el de su cumpleaños y aprovechando este motivo doña Irma decidió darle una grata sorpresa.
Al llegar a casa, a viva voz llamó a Pedrito. Éste apareció como un rayo y vio con alegría una hermosa jaula. En su interior un inquieto pajarito.
Luego de agradecer y besarla, ligeramente se fue al patio.
Su madre atenta miraba a través de la ventana de la cocina. Entonces vio que afanoso manipulaba la puertecita de la vistosa jaula blanca.
- ¡Pedrito qué haces! ¡Cuidado se puede escapar! – Presurosa fue al lugar de los hechos.
Llegó en el preciso momento que la avecilla cruzaba el patio como una veloz saeta, volando directo al bosque a pesar del abundante alpiste depositado en la jaula.
- ¿Qué has hecho?
Pedrito, sosegado y con inusitado resplandor que emitían sus ojos contestó:
- Quiero que en mi cumpleaños todos sean felices. Él se ha ido a jugar con sus amiguitos. ¿Acaso no has visto con qué alegría voló? ¡Gracias mami! – Le dio un sonoro beso y se marchó a jugar. Su madre quedó totalmente anonadada.
Juan Benavente / Lima, 1988.
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