domingo, 18 de marzo de 2018

3 poemas de Guillotina Hernández



Guillotina Hernández (Cd. Juárez, Chih, México, 1994). Es un individuo que ha intentado “comer de todo” dentro del área de humanidades (teatro, Literatura, Historia). En 2014 realizó el texto dramático “Este título fue acribillado” que cerró el Festival de Teatro de la Ciudad, montaje a cargo de Hybris Teatro.  Ha participado en diversos talleres literarios como Tinta Roja y Lugares Comuness, entre otros. Entre sus proyectos personales se encuentra la creación de un fanzine llamado “Zeptentrión”. Actualmente experimenta con la escritura creativa, en la promoción de eventos culturales independientes; también forma parte del colectivo de teatro callejero de crítica social “Sfondo di Merda” fundado en 2015 y coordina el fanzine “Laboratorio Klandestino”.


Mr. Reeves

Soñé que Keanu Reeves se moría
lo supimos por las noticias
en una acrobacia, mientras filmaban Matrix 4.
mis padres se llenaron de lágrimas,
hicieron una carne asada en su honor
con salchichas para asar, rojas fosforescentes
rojo violento, como la sangre derramada
que Keanu Reeves tuvo al caerse
voy a la panadería y pienso en la muerte
¿qué soy en la memoria de todos?
no saldré en los noticieros cuando muera
no soy Keanu Reeves
por eso vuelvo a casa y busco mi nombre en Google
para darme cuenta de que aparece mi foto y mi dirección
soy conocido por desconocidos
y eso me da paranoia
ahora cuando duermo oigo pasos cada hora
no puedo ya ni orinar solo
porque alguien me mira de la regadera
bueno fuera si es un fantasma
pero yo sé que es alguien vivo
que se oculta en la casa
y no solo en la mía.
Ojalá y yo fuera Keanu Reeves
o Will Smith o Robert de Niro
Para poder publicar en TV y Notas
que hay un intruso en mi casa.
Ojalá y mejor yo fuera el intruso
Para no tener miedo de los intrusos…


Ambrosia Martínez es terrorista del nuevo siglo.

Le da “me divierte” a estados solemnes, se masturba con selfies de preparatorianas que no tiene agregadas. Se pasea por las calles del centro buscando drogadictos para avisarle a la policía, roba ropa de segunda mano y donas que cuestan un peso, en el autobús le pone el pie a las embarazadas, hace chistes de paralíticos. Finge estar dormida cuando llaman a su puerta, sobre todo a su abuela que tiene una pierna, trabaja en la maquiladora en recursos humanos, se mete al baño tres horas cuando hay contrataciones, pone el seguro y se sienta en el escusado, dice que tiene problemas de estreñimiento, aunque su digestión sea la mejor del norte. Le dedica las tres horas a reportar blogs de literatura desde su celular; odia el rock y el rap y el trap y la clásica y todo lo que se llame música, odia el arte y las escuelas de humanidades, odia a los jóvenes, odia la literatura, el único libro que le gusta es la biografía de Mussolini, de él tiene posters y figuras coleccionables que a veces saca de madrugada en el balcón de su casa, mientras ondea una bandera diseñada por ella, de un país imaginario con un gobierno imaginario, grita consignas en un idioma imaginario y le dispara a los gatos con su rifle de postas. Ambrosia Martínez, ¿qué fue de ella?, supe que salió en el periódico, en una camilla bajo una cobija blanca y que los forenses registraban su casa.


Parque acuático

Parque acuático/ ¿faros?
¡Faros! / Sin filtro
Espejismos en el borde
palomas y martillos
sobre las trizas, doritos, muelas de cemento
la carne asada llena de aserrín
marinados los cuerpos de piscina
dos mandíbulas tragan orina
las sustancias meciéndose en cloro
Raulito encima del trampolín
con las piernas temblorosas
goteras del traje de baño
la tierra hecha lodo (en la superficie)
el nubarrón que la arroja (a la piscina)
tapaderas y fichas, decadencia
dobleces de aluminio acosan el zacate
zacate/ ¡sácate de ahí!
grita la madre al hijo
la parte honda de la alberca
donde depreda el miedo infantil
ahogarse hasta en la mente
dibujar tiburones en el fondo
Faros/ ¡faros sin filtro!
y sin filtro también la piscina
contenedor de desperdicios
atardecer industrial, con el sueño como juego
el faro mojado, flotan los envases de caguama
el tío que apaga el asador
 llorando de su esposa en la cárcel
sin bloqueador, con la espalda carcomida
tanto silencio que incluso el aire
se calla a sí mismo
Y la abuela, en el fondo, dormida
Soñando con cocodrilos y pantanos verdes…

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