viernes, 2 de marzo de 2018

Mashqa de Antonio Chumbile, por Paul Guillén

En la última poesía peruana -autores que han venido publicando sus óperas primas desde el año 2010 en adelante- se puede percibir algunas líneas antagónicas: la vertiente culturalista que continúa el post 2000 y en la que algunos incluso son considerados como continuadores, se puede revisar la antología Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente (Lima: Vallejo & Co., 2014), y la línea más free o vitalista, me refiero a Mutantres, Poesía Sub25 o Tajo Tajodido. Algunos de los de la primera línea se agruparon en la organización de los recitales Ese puerto existe (hay una antología publicada con Paracaídas editores en el 2013, que recoge estas voces), y algunos de los otros sacaron la antología Ese puerco existe (C.A.C.A. editores, 2012). Dentro de estas tendencias se hablaba de cierta rivalidad, al parecer ya superada, entre Mutantres y Tajo, debido a sus referencias, mientras los primeros iban del lado de Enrique Verástegui, los segundos preferían a Juan Ramírez Ruiz.

Tajo es un grupo poético que proviene de la Villarreal, universidad donde se fundó Hora Zero, y está integrado por Julio Barco (Me da pena que la gente crezca), Miguel Urbizagástegui (Escombros), Omar Livano (Todavía ladran afuera) y Antonio Chumbile, este último acaba de publicar su primer conjunto de poemas titulado Mashqa. De entrada, este libro lo que me hace pensar es en un proyecto que consiste en tomar la poesía como sinónimo de vida, es decir, poesía y vida están unidas como un acordeón. Las primeras líneas de Mashqa recuerdan a Vallejo y a Un par de vueltas por la realidad de Ramírez Ruiz. 

El primer poema del conjunto "Pujamos muertos" trata sobre el nacimiento del poeta, y se nota un fuerte manejo de la oralidad: se detectan las voces de la madre, la enfermera, y todo ello mezclado con otros recuerdos como la muerte del padre, un cantinero habla. Pero si estas técnicas se asemejan a poéticas setenteras como hemos dicho antes, lo que hace Chumbile es expandir esta teatralización o polifonía de voces y trabajar el mundo de la memoria: "sembrar juguete y cosecharme niños en el pecho / bajar a la quebrada, gritar tu nombre y escuchar el mío de regreso / quiero de mote mis caldos, de mote mi corazón", estas referencias al mote, al huaynito, no son gratuitas, se sienten dentro de los poemas, que si bien son urbanos se nota esa migrancia andina, lo cual los llena de olor, sabor y color: "sácame este pulso de cemento / quiero enterrarme y salir pájaro / quiero rodar como tuna o zumbayllu / quiero hacerme solito y a mano / la carretera Ayacucho-Cangallo-Ayacucho-Papá-Mis abuelos / allá puedo hacer el amor sin herirme las rodillas / allá puedo zapatear polvo / y hacerme relámpago", no se trata de un andinismo idílico, sino que las referencias, las simbologías, expresan una realidad concreta: salir de la urbe y fundirse con la naturaleza. Un hecho que connota cierta sabiduría, cierta forma de corporalidad y percepciones distintas. 

La estructura de Mashqa es un recorrido por los días de la semana, por los días del año. La primera sección empieza en "domingo" (el nacimiento del hijo, las compras en el mercado); la segunda es el "lunes" (día de colegio, la violencia familiar). El tema del colegio si bien le sirve para la nostalgia, es una nostalgia atroz como tomarse un ron sin pestañear: "y tuve 11 amigos sin padres / cuatro amigas con demasiados padres / me rompí la cabeza 10 o 12 veces / y la poesía solo era la arena que jamás me salía del zapato / hasta que un día el profe revisó medias al frente de todos y las mías tenían hueco". La poética de Chumbile se instala en el hambre y la pobreza, pero no para hacerlas parecer una épica, sino para aceptarlas sin reproches. Al poeta le toca manifestarse mediante el lenguaje y ese lenguaje es inarmónico, aquí lo veo como un continuador de Vallejo, lo que trato de decir es que la dicción, el imaginario y el sentimiento de Chumbile son andinos y migrantes.

La siguiente sección es "martes" y el tema que explora es el trabajo o, visto desde otro modo, la explotación. "En me llamo sudor" se apropia del lenguaje de un vendedor de ómnibus: "padre madre de familia señorita joven estudiante / disculpen por infectar su vida su viaje / pero es que no / no puedo más / esta ciudad esta hemorragia / me aúlla desde no sé dónde / me endurece el riñón / me pudre / y como huayco me hace parar frente a ustedes / con esta garganta rastrillando el aire". Chumbile no solo maneja una oralidad de sujetos subalternos (un vendedor ambulante, por ejemplo), sino que su propia voz es subalterna: un sujeto escindido por la migración, pero también por las taras de la urbe.

En la sección "miércoles", desde el primer poema "Cita XXI o poema escondido en el 20º verso de Me llamo Sudor" se empieza a retomar el tema de la explotación, esta vez se trata de muchachas que se ven forzadas a ejercer la prostitución y caen en el círculo vicioso de la violencia: "pero más miedo le tengo a mi marido porque a veces solo soy una mejilla que aguanta a una espalda que sale a las 6 y vuelve puño a las 9 o 10, se emborracha viernes y sábado, se hace barriga y muere todo el domingo para darse cuerda y volver a salir a las 6 y volverme a esta silla morada usted no entiende". En los otros poemas se trata de trabajadores de Construcción Civil, un asaltante o un borracho.

En la sección "jueves" se toca el tema del sexo y el amor, debo decir que en esta sección se perciben algunas desventajas de la poética de Chumbile, como ocurre en "Pinturas rupestres como fondo de pantalla" u "Origami", Chumbile calza mejor dentro de la polifonía y dentro del poema de aliento de épica urbana, pero cuando intenta el poema más o menos breve no sabe potenciar sus recursos y los pierde en apuntar un hecho, tal vez anecdótico o injusto. Contrariamente, uno de los poemas que despliega imágenes muy poderosas se encuentra en esta sección, "COMO DOS NOSEQUÉ". Veamos un ejemplo, donde Chumbile nos muestra y recontextualiza elementos naturales: "como albatros viernes o amebas / hagamos el amor como dos tiernos erizos en un río de burbujas / como dos júbilos como niños".

La siguiente sección es "viernes", y se detiene a repensar el tópico del país, el Universo y el mundo. Aquí es notorio el homenaje a los amigos de Tajo: "Mauricio se sacó el sexo una madrugada y dijo esto es poesía o salud / Omar se calateó una madrugada y dijo esto es poesía / Miguel se calateó venciendo el miedo, la pared y eso es poesía / Rafaele se calateó y dijo que esto rima y es poesía / Óscar se calatea a la distancia pero igual es poesía / Julio ya es poesía"; y también el homenaje explícito a Juan Ramírez Ruiz: "no hay espacio para que esta tierra se ponga de pie / y por eso lo hará sobre todo el continente / continente que no conoció Juanra porque decidió llevarlo sobre sus espaldas / mientras toma ron con el mismo Atlas / Atlas que abrió una galaxia en los ojos del niño".  

La última sección de Mashqa es "sábado" y es la resolución del inicio del poemario, puesto que se partía con el nacimiento del poeta, ahora se trata de la muerte, es el canto del poeta que se despide y se dirige al hermano menor y a sus hijos: "Adiós Hijos Míos / nos veremos en la fruta / o en el tibio aliento de becerros y chivatos", pero esta muerte del poeta, del hombre, no es trágica, no es patética, sino que es natural, la siento como si el poema se volviera un huaynito, un harawi: "ése sapito amarillo está llevándose mi corazón en su oreja / háblale más bien / dile dónde me vas a esperar / dónde debo arrojar las piedritas…".

Mashqa de Antonio Chumbile proviene de una genealogía luminosa. Tal vez su última página se debió borrar, pero Mashqa dentro de esos ritmos truncos y asincopados avanza más, mucho más, de lo que dentro de la "cultura" han hecho otros de sus congéneres. Mashqa es un Tajo que es la muerte.

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