domingo, 8 de enero de 2017

ALBERTO URETA: ELEGÍAS DE LA CABEZA LOCA



ALBERTO URETA: ELEGÍAS DE LA CABEZA LOCA

I

Tantos años, día por día,
de sentir, de esperar, de creer,
y tu presencia en el recuerdo
que siempre quiso serme fiel.

No sé qué fondo cotidiano
tendrá tu vida, ni por qué
caminos habrá dispersado
tu gracia el encanto de ayer.

Era tu norte tan lejano,
era tan frágil tu bauprés.
y querías tocar en tantos puertos,
y tantos mares recorrer,
que hoy al pensar en tu aventura,
temo apenado que tal vez
o hayas perdido el derrotero
o haya encallado tu bajel.


VI

Bajo tu mano tenue,
aquella frase
musical del Idilio
de Lack
prolongaba anhelante
su quejido.


¿Qué había en esa frase musical
del Idilio
de Lack?
¿Era ansiedad? ¿Nostalgia?
¿Amor de lejanía?
¿Tentación del abismo?
¿Renunciamiento, acaso,
de todas las promesas de la vida
o aceptación sumisa del destino?

Nunca podré saber qué era esa frase.
Ave herida en su vuelo,
son perdido
en la noche,
estrella errante
que refulge una vez temblando
y pasa hacia el olvido.
¡Había en ella tanta
sed de imposible
y de infinito!


VII

Estaba conmigo todavía,
y eras ausencia ya.
Y venías en tu voz como un eco lejano,
que llega desde el monte o desde el mar.

Venías en tu mirada distante,
en tu indolente ademán,
en tu halo de cosas sin mañana,
que son un poco muerte y un poco eternidad.

Venías, sobre todo,
en aquella ansiedad
de los pobres viajeros que parten
sin saber a dónde ni por qué se van.

Y te amaba en tu ausencia todavía presente,
como si fueras más
viva y más intacta en el recuerdo,
y más real.


VIII

La noche libertaba, uno a uno,
tus colores, que se iban
en el sigilo blanco de los médanos,
en el silencio húmedo de la sombra,
en la garúa fina del invierno,
en tus plegarias,
en tus latidos,
en tus deseos.

La noche libertaba tus colores,
uno a uno,
de la mirada distante
de tus ojos profundos,
de la gracia vencida
de tu gesto indolente y taciturno,
de tus manos caídas,
de tus labios mudos.

De la suma viva
de colores que era
tu recuerdo y tu espíritu
y tu nombre y tu ser y tu apariencia.


Alberto Ureta (Ica,  1885 - Lima, 1966). Fue un poeta y diplomático peruano. Estudió en el Colegio San Luis Gonzaga de Ica y en la Universidad de San Marcos, donde fue profesor. Además, fue director de la revista El Mercurio Peruano (donde en 1925 publicó un artículo largo sobre Rainer Maria Rilke siendo uno de los primeros peruanos en hablar sobre el poeta de Elegías de Duino) y de la Nueva Revista Peruana. Martín Adán, discípulo de Ureta en el Colegio Alemán, le dedicó 3 sonetos en Travesía de extramares. Obras publicadas: Poesía: Rumor de almas (1911), El dolor pensativo (1917), Florilegio (El Convivio, Costa Rica, 1920), Poemas (1924, compilación de sus dos primeros poemarios), Las tiendas del desierto (1933), Elegías de la cabeza loca (1937), Antología poética (Editorial Losada, 1946) y Antología poética (Universidad de San Marcos, 1966 con estudio de Francisco Bendezú y un disco de 45RPM donde Ureta lee algunos de sus poemas). Ensayos: El parnaso y el simbolismo (1915), Carlos Augusto Salaverry (1918), La desolación romántica y Alfredo de Vigny (1925) y El enigma de Amarilis (1935).

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