La frase de José Lezama Lima: “Podemos ofrecer el único método para operar en nuestras circunstancias: el rasguño en la piedra”, parece escrita para esfuerzos como el que un empecinado poeta colombiano viene realizando contra lémures y desidiosos. Harold Alvarado Tenorio ─siempre incólume, siempre délfico e icárico─ ha logrado con su revista y la editorial homónima no sólo la rara cualidad de mantenerse, sino la más rara de no regalar concesiones oficialistas o populistas, de olores comerciales. En soporte electrónico o en el tradicional papel que desaparece más rápido, las labores de Alvarado Tenorio son una metáfora donde se funden ─simbiosis no es sincretismo─ dos verbos que su tocayo Bloom exalta como única forma de enfrentar la trivialización multiculturalista: elegir y agonizar. Nuestra Arquitrave esencial ─por respetada y apetecida─ une, en efecto, las dos vocaciones constitutivas de la fortaleza. Ha elegido sin distingos entre lo culto y lo popular, es decir, ha elegido el escabroso sendero de lo poético, en su sentido griego: poiesis. Pero a la vez ha buscado el encuentro con el agón, es decir, con la cotidiana competencia que rehúsa aldeanismos o nacionalismos, etnias o géneros, políticas o lenguas… Pues sabe cómo en un mundo cada día más chiquito ─y más atroz─ la literatura no debe ser víctima de apellidos espurios, de aditamentos demagogos o de una academia cada día más mediocre, empeñada en graduar peñas pedregosas, sin redundancias. Es por ello que ayudar a Arquitrave contribuye a respirar mejor. Y no se trata de aplaudir para luego lamentar, es más sencillo: Debemos fomentar una campaña entre los elegidos agonizantes para que Arquitrave no carezca del mínimo soporte financiero que le es imprescindible, sea en forma de suscripciones o de donaciones. Y de ahí que este párrafo fraternal comience con la cita de Lezama, que también supo nadar en el vacío, burlarse de los que nada saben acerca de la calidad de vida, y lograr un rasguño… ¡Cada uno de los rasguños de Harold y su Arquitrave son orgullos nuestros! ¡Y seguirán, seguirán! En el oráculo de Delfos ya la pitonisa nos había convocado primero en griego y después en italiano (architrave, trabe maestra) a sostener el tablado. ¿Acaso no estamos sobre el capitel de la columna?
José Prats Sariol, en Puebla, primavera y 2006
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