jueves, 17 de diciembre de 2009

Tulio Mora. Ángeles detrás de la Lluvia (Colección Húnikos, 2009) por Ana María Falconí

“Vi a las mejores mentes de mi generación, destruidas por la locura”, dice Allen Ginsberg en su mítico Aullido, donde lamenta y canta el destino de sus amigos poetas de la generación Beatnik, deambulando sin dinero por las calles mientras buscaban una conexión con dios. Ángeles detrás de la Lluvia (Colección Húnikos, 2009), reciente poemario de Tulio Mora, contiene tres poemas dedicados a Carlos Oquendo de Amat, José Antonio Ríos y Mario Santiago Papasquiaro. Tres cánticos a la marginalidad del poeta que se sabe lejos del mundo y comprometido con su voz propia.

En “El ángel detrás de la lluvia”, el primer poema del libro dedicado a Oquendo de Amat, el poeta puneño es visto como “el ángel demacrado” que “mira tras la lluvia su tortura”. Asistimos aquí a un verdadero descuartizamiento, en el que el poeta es el castigado por la realidad: “¿qué diámetro desea para su barril? ¿Cuántos kilovatios toleran / sus indefensos testículos? ¿Ha pensado en un desodorante mientras / lo cuelgan en el potro?”. La figura del ángel Oquendo es la de un ser de luz, un ángel vanguardista cuyas alas están “sucias de abono y melancolía”. Tulio Mora acompaña con sus versos a un poeta que lo ha perdido todo después de tener una posición económica holgada (a los 20 años, Oquendo de Amat sufre la muerte del padre y la alcoholización de la madre que acaba vendiendo su casa), lo acompaña rescatando la pureza de su obra: “eso es poesía acéntrica, la ciudad de letreros invertidos: prohíbe la tristeza”, y el dolor de su marginalidad, de su decir desde la herida: “Suena el fox-trot en esa mancha sin sílabas que brota de su sangre.”

El segundo poema “El ángel turbulento” va dedicado a José Antonio Ríos, poeta relacionado a los integrantes de Hora Zero y Kloaka que a pesar de tener maestrías y una carrera por delante, decide vivir con la bohemia de esos años en el centro de Lima. Mora lo presenta como “Solitario de todas las cantinas, de risa desbocada / y apacible furia que jamás lo desocupa…”; así vamos aclarando la propuesta del conjunto. Si el primer poema celebra la marginalidad de un poeta mayor como Oquendo de Amat, desde el punto de vista de la historia de la poesía peruana, este segundo poema celebra la marginalidad del poeta amigo, aquel que Mora reconoce como hermano y a quien lo intuye como un ángel más, un sobreviviente. Se busca reconocer algo divino dentro de estos dos poetas, algo que va más allá de los honores literarios, una misión que no es ordenada por el mundo sino por un sentido interior.

El poema final, “El ángel en las pelusas de la noche”, se centra en la figura del mexicano Mario Santiago Papasquiaro, fundador del movimiento Infrarrealista, quien pasa a la posteridad como Ulises Lima en la novela “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño. El primer verso describe el espíritu de su vocación: “Echado entre sus libros, con una fractura en la clavícula”. Ese rasgo de poeta herido e incomprendido, expulsado de la cultura oficial, alcanza su clímax en el verso: “…Mario raspa el aire: / al estallar el verso un lustrabotas cruza la amplia aduana / de la divinidad”. Otra vez aparece la figura del poeta insular, un lustrabotas para el mundo y a la vez un ángel para los que puedan penetrar en sus verdaderas intenciones. Si Oquendo era contemplado desde un sacrificio y Ríos desde su extravío valiente, Mario Santiago lo es desde su salvaje mirada por un mundo vital: “…en la lerda Enciclopedia de la Amnesia / no registrará jamás el ácido semen de su nombre”.

Tulio Mora ha escrito un poemario desde la perspectiva de un médium. Ha escuchado códigos de seres elevados en la construcción de su propio lenguaje. Los ha tratado de traducir desde su propio yo poético, y da la impresión de haber salido marcado por la misma lluvia que penetra el ser de Oquendo, por la garúa melancólica que acompaña a Ríos en su andar bohemio, y por la fractura a la clavícula de Mario Santiago, que rueda por las escaleras como un ángel caído, en busca de venganza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy nteresante el artículo, había leído el libro pero no me causó mucho interés, pero después de esta reseña volveré a leerlo porque creo que hay más cosas que encontrar, saludos

Héctor Q

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