Apuntes sobre la poesía arequipeña y sus esquinas
Es difícil tratar de esbozar un perfil para la práctica poética de un lugar como Arequipa, quizás porque ésta abarca a personas de distintas partes del Perú, quizás porque no existen rasgos comunes evidentes en los contenidos poéticos de los escritores, quizás porque la poesía posee una complejidad tal, que es tan fragmentaria como la unidad que encierra. Por eso, presentamos estos apuntes multiformes que obedecen más a las voces que a las ideas poéticas de quien los escribe.
Soy la consecuencia de tus pasos / Y cuando señalas la luna / Mi corazón / Apunta con un dedo tu rostro[1]. La poesía Arequipeña (denominación poco precisa) obedece a una causalidad, a la consecuencia de los pasos, que constituyen un discurso poético único a partir de ecos divergentes. Existen, pues, el dedo, el acto de señalar y el objeto señalado, en una correspondencia absoluta, entre lo que se lee, lo que se elige y la poesía que se produce. Cada escritor se ve envuelto en una poética propia, que obedece a un orden y una intencionalidad específicos. Pero esta poética, asimismo responde, a otras voces; a precedentes y estéticas que danzan formando figuras alternativas y sus posibles sombras. No existen, pues, poemitas sueltos como pájaros de papel en una plaza; sino la edificación de una ciudad poetizada edificada por arquitecturas innombrables que construyen el posible recorrido hacia la idea de poesía arequipeña contemporánea en su conjunto. Las llamamos arquitecturas innombrables porque ven la palabra como un fin en sí mismo, más que como una manera de conceptualizar y revitalizar ideas, aunque puede ser también uno de los disparos poéticos, no es el que fulmina los dominios del lenguaje, Y / destas arquitecturas innombrables/ he creado / la coloración apropiada para mi hogar / un catalejo donde esparzo mis dominios del lenguaje / este pozo donde lleno de semen la temporalidad / de los que serán paridos, y de las que obligaré abortar.[2] El lenguaje en el discurso poético en Arequipa entreteje espacios donde la poesía ocurre, escenarios que se ven erigidos por la letra que nos lleva a descubrir realidades paralelas, órdenes inesperados, donde la imagen se suspende sobre todo y nos presenta lugares comunes, ocasiones felices donde la comunicación no sólo es real, sino verosímil. Una mirada brusca / Intenta burlar la perspectiva / El inicio de asombrosas verosimilitudes / Hacinadas junto a las visiones más hermosas.[3] Esas visiones hermosas son totalidades poéticas que se visten a través de estéticas particulares, en una búsqueda constante de la voz propia, de la realidad creada a partir de la palabra. La palabra como artefacto poético, como sema ficcional, como posibilidad, como des-encuentro. Esa joya acorazada / Abre semillas como mundos /En busca de la verdad más simple.[4] Cada propuesta poética, abre semillas como mundos, mundos… que si bien pueden encerrar una ideología, algunas posibles respuestas a nuestras preguntas existenciales, o una forma de jugar con el lenguaje y la realidad… son mundos creados a partir de la sencillez osada de creer que la palabra, más allá de lo que significa o refiere, es una experiencia fascinante, un "día de campo", una señal, una premonición o como decía Borges, al hacer referencia a las palabras extranjeras, un talismán (cabe decir que consideramos las palabras en general como extranjeras).
Tienes la belleza de un arma en silencio / Desaparezco / Disuelto en la multitud sin nombre, amante, desbocada, sin rumbo / (…)/ San Agustín barre de extremo a extremo con sus ojos piadosos la calle. .. 5:00 a.m.[5]El silencio del arma se encuentra entre cada propuesta poética que busca desafiar a las anteriores, no con luminosidades ficticias, sino como lecturas de una realidad que ya no nos pertenece, como una apropiación de la palabra, como poder y como saber. La palabra es una constante revelación de lo que acontece o de lo que podría acontecer; entonces las publicaciones existen y no, por la belleza de esa arma en silencio, cuyo posible disparo es más potente que el que lo antecede. La poesía "arequipeña", sin embargo, se ve desfavorecida, por un ambiente despreocupado, o quizás simplemente no lo suficientemente interesado, en la lectura y en la difusión de estas propuestas literarias, por eso, desbocada, sin rumbo, se apropia de las calles y barre a San Agustín y sus extremos con sus ojos piadosos; disparando propuestas editoriales que permitan la publicación de poemarios, para abrir los ojos ante una trayectoria poética asumida, más que como poesía arequipeña, como poesía. Billy the kid ha vuelto / Con los genitales estropeados / El corazón casto.[6] Así, la poesía es una excluido, un criminal, un niño puro y golpeado que se gesta en una ciudad que no está acostumbrada a leer poesía; pero que sigue arremetiendo contra las formas, y moldeando esa ciudad en sus manos, sigue siendo Billy the kid. Ensuciada la dulzura / Me afeito la tristeza / Los días derrotados / Empuñando una cometa que ha perdido la cuerda.[7]La poesía es la persistencia en la palabra, que a pesar de co-habitar con cada individuo que la invoca y pervive en ella y le confiere un estilo, crea la ilusión de afeitarse la tristeza, de volver de la derrota, como de un camino concluido, de excedernos y ser nuestra idea de cometa, pero que existe más allá de nosotros y nuestro aporte. Se escribe poesía, como se intenta construir una cometa, y cada intento, es una aproximación a la realización poética, por eso, celebramos, los múltiples acometidos poéticos, por supuesto no sin una visión crítica, pero también subjetiva, que nos lleva a escribir.
Rumi uya, te regalo esta cajita a cambio de una bola de pelos de tu pubis en mi garganta.[8]La poesía, rumi uya, es la cajita, el regalo más intimo que se entrega como ofrenda, como nido, bola de pelos o de paja en la garganta, como la palabra, como el trabajo de la palabra, con la cortante sordidez de un verso desdibujado en el papel, porque el poema es una intervención. Esta cajita, más que trayectoria poética, es una galería de arte, necesaria para que alguien se fije en una pequeña ventana y alguien lo entienda. Esa convergencia, ese espacio de roce, de presente es lo que nos ofrece la posibilidad de una posteridad, existe pues, rumi uya, la terquedad de un palo de lluvia que va oscilando de arriba abajo, hasta encontrar el ritmo, la armonía del sonido. Flameabas como bandera en las avenidas./ arrastrabas las alas/ y te dejabas ir.[9] Si alguien se atreviera a conjeturar el futuro de esa poesía multiforme (arequipeña), se vería en un posición tan precisa como la de unas alas al viento, en el acto mismo del abandono, no se perfila nada; la poesía tiene la belleza de sorprendernos, mientras se siga escribiendo poesía, esperamos nunca ser un espacio predecible, un movimiento incuestionable, la incertidumbre poética del momento es la realidad más hermosa de la escritura arequipeña contemporánea. Aprendimos muy tarde a decir ternura / o al menos a decir lo más exactamente/ "ternura", es decir:/fuego cuchilla sangre barro silencio porvenir.[10] La ternura de esta poesía, es su espinosa inocencia, sus primeras palabras, sus primeros apretones de dedos y opiniones, porque estamos ante una poesía que esconde la sucesión de pasos, el lenguaje redescubierto y saboreado. Extenuado de ser yo contigo./.Crucifico tu memoria de barro / Y entre aves / Escojo el día para ser piedra [11]. La posibilidad se reviste entonces de una coloración especial que, implacable, escogerá el día para ser piedra y crucificará la memoria de una "tradición" para, entre aves, dilucidar los escenarios poéticos que revisten la ciudad y se convierten en intentos poéticos autónomos, excedentes de la naturaleza periférica de ser impulsos curiosos y abatidos, para ser poesía. Caen de vergüenza las hojas secas / Los muros extenuados ante una mirada llorosa / (…)/ Las esfinges masticadas por el viento.[12] Las respuestas serán entonces no una cuestión de localidades, sino de estaciones poéticas que más que generaciones, acontecen en estéticas donde los intentos van pereciendo para dar paso a nuevas perspectivas literarias, al conmovedor acto de la creación que subvierte las realidades inmediatas y se valida en una posteridad donde el viento habrá masticado las esfinges pero no las respuestas. Entonces/ Desplumaré libros/ Sobre un tambor inerte /Esperando…[13]Es esta espera poética la que nos atrapa, la premonición de que algo está por ocurrir cuando un verso resuena como un tambor, y nos permite comprender que más allá de las publicaciones, de los libros materializados, estamos ante la sorpresa de que la palabra sobrevive cualquiera de sus representaciones, y que el acto de desplumar libros, es decir, de devastarlos, de devorarlos, de criticarlos, de mecerse con ellos, de soñarlos, está íntimamente ligado a la práctica de la escritura, la poesía nos exige desplumar tantos libros como sea posible; Arequipa se exige rigurosidad, porque el tambor inerte ha dejado de dictarnos las palabras. Eva, inventada: / Sembrada como punto en el plano sideral de una galaxia/ Destazada de la luz, / Aniquilada por la manzana.[14] Ya no se trata de una poesía perfecta, sino de la propuesta sembrada como punto sideral de una galaxia, pues es la propuesta la que puede modificar el entorno, la propuesta aniquilada por la manzana, la propuesta que nos augura la posibilidad del paraíso, gracias al pecado original del intento, de lo insaciable de conocer y articular visiones que sean disposiciones escriturarias que empiecen a cuestionar y a preguntarse a sí mismas y al pasado, ¿Qué es entonces poesía? Tus cabellos pronuncian / Bellos racimos de amores vegetales y alfabetos de compleja densidad o materia / Que tus manos tocan luego / Y transforman en dulces / Peces[15]. Las voces pueden dar una respuesta mucho más certera que cualquier intento de frase que se podría conjeturar, las voces hablan y se recrean, las voces se presentan originarias, y pronuncian bellos racimos de amores vegetales y alfabetos de compleja materia. Las voces incluidas en esté intento poético de arquitecturas innombrables son tan sólo una muestra, un racimo, de todas las voces transformadas en dulces peces por las manos y la pronunciación de sus cabellos.
María Miranda
[1] Filonilo Catalina (Puno). Janaí o para cantar bajo la lluvia GRITA 2005.
[2] Robert Baca. Poema of Road. Urbanotopía 2008
[3] Jimmy Barrios. El Tiempo de Los Anormales 2009
[4] Luis Ormachea. (Cusco) Tela de Juicio. Ediciones Dragostea. Mayo 2008
[5] Kreit Vargas. Santeria. 2009
[6] Juan Zamudio. Continuidad de los alfiles. Ediciones Súbita 2009
[7] Oscar Saldivar. Edificaciones trashumantes GRITA 2005
[8] Jorge Alejandro Vargas Prado. (Cusco) Rumi Uya (Cara de Piedra) Urbanotopía 2007
[9] Patricia del Carpio. De acto Tres 2005
[10] Martín Zúñiga. (Cusco) Pequeño estudio sobre la muerte 2005
[11] Paul Valenzuela. (Apurímac) Revista Grita 2004
[12] Jonathan Segura. Susurros 2007
[13] Maru Delgado. En Utero. Sello Fárrago. 2007
[14] Grover Alberto. El ombligo de Eva. Ediciones Hecho en el cielo 2007
[15] Augusto Carrasco. Documentos IBM 2008.
Foto del complejo habitacional Villa Médica de la ciudad de Arequipa por Hans Rivadeneira tomada del FlickR
Fuente: Dragostea
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