jueves, 17 de abril de 2014

La ventana de Miguel Ángel Zapata, por Armando González Torres


La ventana y once poemas (Cuadrivio, 2014) de Miguel Ángel Zapata es un libro que ofrece un tipo de placer poco usual en una escena poética contemporánea que se caracteriza por su propensión a desafiar o desconcertar al lector. En este libro, al contrario, la palabra poética conduce a un estado de serenidad y de comunión. El trasmitir una sensación de tranquilidad y plenitud  se debe tanto a un trabajo interior del autor, como a un profundo trabajo formal, que implica escoger o, mejor dicho, pulir la expresión más diáfana y precisa.  En efecto, para fundirse con lo circundante hay que educar todos los sentidos, particularmente la mirada, pero también domeñar la palabra. Y Zapata posee un depurado oficio literario que, sin embargo, no pretende manifestarse en malabares o en monumentos al lenguaje, sino en una rara, límpida y reveladora sencillez. La ventana… es una selección de poemas, que incluye desde estampas oníricas hasta refulgentes imágenes cotidianas, escenas familiares o elucubraciones sobre el arte poético. Igualmente, es un libro donde hay una transición suave y virtuosa entre el poema en prosa y el verso. De hecho, Zapata acude con frecuencia al poema en prosa y disfraza su escritura de un ánimo descriptivo y aparentemente llano, debajo del cual se va forjando una resolución poética deslumbrante.

Zapata utiliza el motivo de la ventana en su libro y parece evidente por qué: el autor busca restituir la poesía como ventana que permite pasar de la realidad ordinara a otras realidades que, muy seguido, habitan inadvertidamente a nuestro alrededor.  En esta ventana hay muchas vistas, pero vale la pena concentrarse en tres: la vista al paisaje físico, al acto creativo y al mundo animal. Por un lado, la transfiguración del paisaje: en el libro abundan las visiones y celebraciones del paisaje y hay un tono esperanzado y agradecido con el mundo.  Se pasa de la postal a la hierofanía, cuando la conciencia y la palabra aguzada del poeta advierten la irrupción de lo sagrado en el hecho más cotidiano. Otra de las vistas de la ventana de Zapata es el conocimiento creativo y muchos de sus poemas exploran la vía de un conocimiento intuitivo, no argumentativo, guiado por el razonamiento analógico, más que por el lógico y realizan una descripción precisa de ese instante propicio y escaso que es la inspiración. Finalmente, en las vistas de Zapata hay un enfoque privilegiado al mundo animal: en esta zoología que comprende loros, gatas, canarios, cuervas e iguanas se alternan la ternura y apertura hacia los otros seres y, sobre todo, un sentimiento exultante de comunicación universal. En suma, ver muchachas ejercitándose, evocar una comida o un paseo placenteros, elogiar una mascota, escuchar una pieza musical son formas de celebración que proliferan en esta poesía y que se hacen extensivas al lector.  El que esta alegría se trasmita de la manera más pura posible es el mérito, y no menor, de la palabra lenitiva de Zapata.


Armando González Torres (México, D.F., 1964) Poeta y ensayista mexicano. Estudió en El colegio de México. Colabora en numerosas revistas y suplementos. Es autor de los libros de poesía La conversación ortodoxa (Aldus, 1996), La sed de los cadáveres (Daga, 1999) y Los días prolijos (Verdehalago, 2001), así como los ensayos Las guerras culturales de Octavio Paz (Colibrí , 2002) y ¡Que se mueran los intelectuales! (Joaquín Mortiz, 2005). También es coautor de varios libros de ensayo y fragmentos de su obra aparecen en diversas antologías. Ha ganado los premios de poesía “Gilberto Owen” en 1995 y los de ensayo “Alfonso Reyes” en 2001 y “Jus. Gabriel Zaid a debate” en 2005.

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