En todos los recuentos de lo mejor de la literatura peruana del 2009 figuró el poemario Amanecidas violentas de mundos (Sol Negro, 2009) del escritor José Pancorvo (Lima, 1952). Un merecido reconocimiento para un poeta insular, que publicó su primer libro –Profeta el cielo (1997)– a la edad de 45 años y cuya obra (completamente ajena a modas literarias y tendencia generacionales) es una barroca y original combinación de poesía mística, erudición libresca, lenguaje oral y recursos vanguardistas.
Las cuatro secciones de Amanecidas violentas… corresponden a las constantes de toda la obra de Pancorvo: las dos primeras (“Canciones a la eternidad violenta” y “Estados unimismados”) a la trascendencia espiritual y la experiencia mística; las dos últimas (“Amanecidas reaccionarias, satánicas…” y “Amanecidas del Imperator Inca rey…”, las de mayor interés) constituyen un encendido discurso que mezcla la crítica social, a la manera de algunos profetas bíblicos, con mitos milenaristas de origen andino.
Pero es en el plano del lenguaje en el que Pancorvo arriesga más: incorpora abundantes palabras y citas en otros idiomas, emplea expresiones del habla peruana, y hasta trasgrede muchas veces las reglas gramaticales. En ese aspecto, Amanecidas violentas… llega a algunos excesos, pues no todas las “licencias” que se toma el autor parecen justificarse en las necesidades expresivas (“… el domingo es un día especialmente peligrosísimo…” p. e.) o en la libertad imprescindible para la verdadera creación poética.
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