sábado, 19 de agosto de 2006

POETAS DE SAN MARCOS


Y SI DESPUÉS DE TANTA SOMBRA
Segunda Bienal de Poesía 2003—“Homenaje a César Moro”
Presentación de Paul Guillén


No hay poema sin accidente, no hay poema que no se abra como una herida, pero también que no sea hiriente. Llamarás poema a un encantamiento silencioso, la herida áfona que de ti deseo aprender par cœur1.
Jacques Derrida (CHE COS’E LA POESIA?)

En un artículo aparecido en Mundial el 11 de febrero de 1927 José Carlos Mariátegui afirmaba que: “las obras premiadas en un concurso académico, muy rara vez perduran en la historia literaria de un país”. Acaso no es cierto que Simbólicas, Trilce, La Tortuga ecuestre, Abolición de la muerte, 5 metros de poemas, El Pez de oro, Arte de olvidar, El Ángel agitado, Dibujos animados tuvieron que soportar el silencio y la incomprensión y que aún hoy muchos de aquellos libros tienen que seguir soportándolo. Nos preguntamos merced a cuáles premios literarios estos libros mantienen vigencia dentro de una tradición multicultural, heterogénea y escasamente construida como la peruana. Por supuesto la respuesta tendríamos que buscarla a partir de los años 60 en que la concepción del ser latinoamericano está presente en los premios de ese entonces como el Casa de las Américas, el Poeta joven del Perú y los tradicionales Juegos florales de San Marcos. Todos estos premios marcaban el rumbo de la creación poética de esos años. Desde luego hay que tener cuidado con la noción “premio”, porque sólo manifiesta el “gusto” de unas cuantas personas, ni siquiera de una época, aquí habría que hacer notar la inflación de la institución literaria en el Perú y también la existencia del espacio de la crítica como un espacio vacío. ¿Cuáles textos son canónicos y a qué oscuras o prístinas intenciones, otros acaban en los estantes de una vieja biblioteca pública para sólo después de muchos años un lector o un crítico pueda hacer una labor de rescate, realmente casi una arqueología de los tránsitos y vectores encontrados de las formaciones literarias en el Perú? ¿Si no cómo olvidar esa mención (des)honrosa para Juan Ojeda? Pero a partir del 60 podemos encontrar voces importantes que obtuvieron premios literarios Cisneros, Hinostroza, Martos, Heraud, Calvo, Morales, Málaga, Mora, Dreyfus, entre muchos otros.

La experiencia de un premio, la mayoría de veces, predispone a los creadores a evaluar su propia producción. Ver disyuntivas, abrir nuevos campos, plantearse nuevos retos. Todo premio cosifica, pero también ayuda a dar el primer paso a autores que, en nuestro caso, son casi inéditos con la excepción de Virginia Benavides, Extrabismo: 2003, y Miguel Reyes un par de plaquettes en tiraje reducido y el libro colectivo, En la orilla del ocio, del grupo poético Artesanos. Si recordamos bien, en los claustros universitarios de San Marcos, después del 2000 hacen su aparición grupos como Sociedad elefante, Coito ergo sum, El Club de la serpiente, Segregación y Artesanos. Ninguno de ellos con una propuesta colectiva, ni con la publicación de manifiestos, ni con líneas poéticas definidas. En ese sentido, estos premios son muestra de que se les otorga no a una perspectiva grupal y si más bien a un talento individual. De todos estos grupos quizás el que proponga una línea más marcada sea el grupo poético Artesanos, justamente el ganador de la Bienal de poesía que nos toca reseñar ha dado a conocer un poema en uno de los dos números que editaron en el 2002 (Artesanos, número 2, noviembre 2002). Hablamos de Miguel Reyes, quien antes había ganado los juegos florales de Educación en San Marcos, ahora nos entrega su primer libro Bitácora del descenso (Vademécum del suicida), libro que guarda clarísimas resonancias con el trabajo de Norman Mendoza, uno de los integrantes de Artesanos. Un libro dividido en cuatro partes con un eje temático definido —el suicidio— que se abre hacia una formulación de la escritura y del amor erótico. Se nota en Reyes un oficio y ciertas lecturas hechas al margen de la poesía del 70. El poema “Imposible”: “poéticamente tú y yo somos imposibles / indecibles / como un poema”, nos hace recordar el poema de Juan Ramírez Ruiz “El único amor posible entre una estudiante en la academia de decoración y artesanía y un poeta latinoamericano”. De todos los trabajos presentados de lejos el de Reyes es el conjunto más elaborado y estructurado. Múltiples voces configuran su propia voz tales como las de Paz, Eliot, Pavese, Dickinson, Drummond de Andrade, Eguren, Heraud, Verástegui.

Por otra parte, un libro que arriesga mucho más en sus contenidos y prácticas escriturales es Bello Jasón en la Tonhalle Orchestra de Zürich de Erick Ramos. Esta propuesta le valió al autor el segundo premio en la bienal. Un epígrafe de Roland Barthes sirve para situar la enunciación poética como eje central del libro (una forma conciente de desarrollar la escritura) y para vindicar la concepción de mito como un modo de significación, una forma. Con una estructura relacionada con la música clásica, un verso narrativo que, a veces, se desboca en la enumeración caótica. Pero que nos entrega un aura prístina tanto para hablarnos de hechos míticos que se relacionan con la modernidad y la vida urbana como para hacernos notar que el futuro sólo se construye apelando a la imagen del mito como una realidad concreta.

El tercer premio de la bienal fue compartido entre Horizontes inconclusos de Daniel Amayo y Mar antiguo de Ricardo Hidalgo. En el primer libro, Serthea es la figuración simbólica que configura Daniel Amayo perteneciente a la agrupación Coito ergo sum. Desde luego la poesía no es sólo música. Esto lo entendió muy bien Ezra Pound. No hay que seguir al metrónomo. El autor aún no maneja el ritmo a la perfección, en tanto estructuras, enumeraciones y eufonías. Hay una disgregación que lo hace perderse en observaciones o agregados que no vienen al caso y que cortan la percepción y no dejan que fluya. Con todo, Daniel Amayo nos entrega un primer libro muy interesante. A su vez, Mar antiguo es un libro que transita una ideología cristiana aparente, con una visión apocalíptica del recorrido modal de la escritura. Las visiones del desierto, la devastación, los insectos, los frutos, la noche, los campos están presentes en primer término a lo largo de su desarrollo, sólo para decirnos que el hombre se encuentra solo en su búsqueda y nada encuentra.

También se concedieron tres menciones honrosas para los libros Naturaleza de los espejos de Manuel Vargas miembro de El Club de la serpiente, Un infinito viaje a Venus de Omar Araníbar2 y Destrucción del cuerpo amado de Virginia Benavides. El primero de ellos propone a la naturaleza emparentada con el erotismo y con la presencia de un cuerpo deseado, probablemente la construcción de los poemas es demasiado lineal y no logra el efecto de ambientación adecuado y su lenguaje es redundante. Un infinito viaje a Venus juega con la doble noción de Venus como amor y como planeta, tal vez su título relativo a la ciencia ficción demandaría un mayor desarrollo en ese campo. Destrucción del cuerpo amado propone una alternativa diferente, destruir el cuerpo del amado porque es igual al nuestro: “cuerpo amado destruido por ser símil del de uno por eso destruido”. Cercano a una propuesta surrealista, hecho que hace del libro una especie de confidencia en alta voz.

NOTAS

1. Cœur podría traducirse: “corazón” y apprendre par cœur. “aprender de memoria”. Se mantiene en francés par cœur dentro de esta expresión para recordar el juego del corazón y la memoria.

2. Poeta fallecido hace un par de años. Deja inédito Un infinito viaje a Venus, que algunos de sus amigos prometen publicar pronto.

1 comentario:

Taller de Fotoperiodismo dijo...
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